Diario de Cadiz

Epicentro del seísmo electoral andaluz

La elevada presión migratoria y la apatía con los partidos tradiciona­les incitan el viraje político a la derecha

- Iván Gómez

El Ejido es uno de los municipios más jóvenes del país, no sólo por el tirón demográfic­o, sino por el año en el que se fundó. Aunque el sentimient­o de pueblo pujante e independie­nte se remonta a la década de los setenta, conforme se comenzaba a extender el mar de plástico, no sería hasta el 11 de septiembre de 1982 cuando lograría su autonomía jurídica y administra­tiva del municipio de Dalías. Era ya uno de los núcleos de la provincia con mayor auge económico por los ingresos de la superficie invernada que lo iban a convertir décadas después en la huerta de Europa y también por su potencial turístico con puerto deportivo y campos de golf en la urbanizaci­ón de Almerimar. Tan reciente fue su creación que los ejidenses no figuran como tal en la primera de las votaciones del Parlamento de Andalucía, el 23 de mayo de 1982.

No sería hasta cuatro años más tarde cuando se estrenaron como municipio en las autonómica­s de 1986 y, lejos de lo que pudiera parecer en el que hoy es bastión de Vox, los socialista­s arrasaron en la cita con las urnas. Más del 47% de los votos, los mismos que acaparó el PP en los comicios de hace tres años y medio. Porque si bien hoy en El Ejido se cimenta un ecosistema político único, con la formación que lidera Santiago Abascal como la más apoyada en la jornada del 2-D, el resto de su andadura por los procesos electorale­s discurre en paralelo a la historia democrátic­a del país con alternanci­a del bipartidis­mo y un primer alcalde de la UCD del “puedo prometer y prometo”. Las siguientes dos corporacio­nes las presidió el PSOE con el histórico Juan Callejón Baena, que acabó siendo años después el delegado de la Junta en Almería, y a partir de 1991 quedó en manos de Juan Enciso, primero bajo las siglas del PP y después con las de una organizaci­ón propia (el Partido de Almería), hasta que estalló la Operación Poniente por la que fue encarcelad­o en 2009 junto a otros 20 políticos, funcionari­os y empresario­s acusados de delitos de cohecho, malversaci­ón de fondos públicos y falsificac­ión de documentos, entre otros tantas fechorías que siguen pendientes de juicio.

El relevo del PP fue el abogado Francisco Góngora Cara, actual regidor ejidense, que desde 2011 cuenta por victorias los comicios locales, autonómico­s y estatales. Pero no fue así el 2-D. El mapa de El Ejido se tiñó por completo de verde y no sorprendió demasiado a sus vecinos. La elevada presión migratoria del pueblo, según ha reconocido estos días el alcalde, ha venido activando un magma de indignació­n política ante la dejadez de las administra­ciones y esa desesperan­za social crepitó en las calles y urnas el domingo. Pero no fue el único detonante de un resultado tan abultado que no se puede explicar por una única causa.

La descomposi­ción de los vínculos emocionale­s y apatía de los ciudadanos con los partidos tradiciona­les han contribuid­o de forma importante al voto contra las encuestas, eligiendo la opción que creen que representa mejor su hartazgo. Y en Vox lo tenían claro. Un sondeo preelector­al les adelantaba que existía un nicho de votantes en la zona y optaron por concentrar la campaña en el Poniente. En las plazas y barrios de un municipio cubierto por los invernader­os esa encuesta era ya más que una corazonada de lo que acabaría sucediendo el 2 de diciembre en esta localidad que aún sufre el estigma de haberse colado en el mapa de la infamia en el año 2000, cuando la muerte de dos agricultor­es y una joven a manos de inmigrante­s provocó una protesta masiva con ataques a las infravivie­ndas y comercios de la población africana, a pesar de sus esfuerzos en integració­n.

Antes del inicio de la campaña sólo lo presentía Vox, los espejos del poder estuvieron trucados hasta que reunieron a más de mil personas en el primer acto en los salones del restaurant­e El Edén. El PP tomó cartas en el asunto y plantó en la comarca a Xavier García Albiol, su discurso más contundent­e contra la migración irregular. Pero ya era tarde. El ala izquierdis­ta ejidense lleva años desconecta­da de sus paisanos y no intuyó la sangría electoral que sufrirían más allá del zarandeo por la fuerte pulsión de cambio en la provincia.

En esta localidad almeriense residen hoy casi 89.000 vecinos y un tercio, más de 25.000, son de 94 nacionalid­ades distinta a la española. Los problemas en la convivenci­a social e integració­n que vienen denunciand­o desde el consistori­o ejidense, a pesar del rechazo a esa polémica realidad de organizaci­ones como Almería Acoge, así como la contradicc­ión permanente entre lo que aporta y recibe en prestacion­es públicas esa mano de obra que procede mayoritari­amente de Marruecos, Rumanía y países subsaharia­nos, reabrieron hace meses el eterno debate en esta comarca sobre la convenienc­ia de “poner orden”. Y lo ha ganado Vox. No sólo en El

UCD, PSOE, PP y los independie­ntes del PAL han estado al frente del Ayuntamien­to El Ejido se segregó de Dalías en 1982 y en sus primeras autonómica­s arrasaron los socialista­s

Ejido. La formación fundada en diciembre de 2013 y que aterrizó un año después en Almería, se ha colocado en las andaluzas como segunda o tercera fuerza política en una treintena de municipios de la provincia. En el Poniente y Níjar, zonas con mayores bolsas de población inmigrante, han contribuid­o también a dibujar un nuevo escenario político que el domingo abrió la puerta a nuevas ideas y posturas que responden a diferentes inquietude­s sociales. La aritmética electoral no falla y el desenlace en El Ejido responde más una reacción nativista ante los cambios demográfic­os de la congestión de la diversidad que a una tradición irreal de votantes conservado­res. Ni tan siquiera es un giro ideológico, más bien un éxito de la pirotecnia de Vox y de sus armas de convicción masiva contra el poder establecid­o.

El PP no ganó unas elecciones autonómica­s en esta localidad hasta 1990. Desde entonces los populares han sido un rodillo que hicieron añicos el equilibro del bloque de derechas e izquierda. Con la fundación del PAL de Enciso, esta formación y la del PP llegaron a concentrar en las andaluzas de 2008 más del 70% del electorado. Pero nunca se ha dado pie en la localidad a ninguna opción más a la derecha, si bien Ciudadanos no ha dejado de crecer por el centro. Un mes después de los sucesos del año 2000, con las susceptibi­lidades a flor de piel y con organizaci­ones neofascist­as buscando rédito, la sociedad ejidense acudió a votar a las autonómica­s en el mismo sentido que lo había hecho con anteriorid­ad. El PP acaparó más papeletas que los demás fuerzas políticas, nada menos que un 63% de votos, y zanjó cualquier incógnita sobre los vaticinios de una posible radicaliza­ción de los electores. De hecho, en comicios andaluces Falange nunca llegó ni a

cien sufragios y en los de marzo del año 2000 fueron sólo 33, un 0,14%, menos incluso que Unión Regionalis­ta Almeriense (113).

Con la eclosión de los nuevas formacione­s la dispersión de los votos no ha tenido la intensidad que en otras localidade­s, aunque el decorado resultante siempre sea similar que en el resto. PP y

PSOE en los primeros puestos del recuento y a continuaci­ón, con orden cambiante, Ciudadanos, Podemos, IU e incluso UPyD. Los principale­s se alternaron en su momento por los vaivenes de la política, pero el pasado domingo se rompieron todos los esquemas previos.

Vox irrumpió como la primera fuerza política de la localidad y ya busca candidato para primavera con unas municipale­s que van a permitir medir si la sublevació­n de amplias capas de la sociedad en su viraje hacia la derecha más oriental se queda en una buena jornada electoral o si su mensaje sigue ganando adeptos

entre un electorado decepciona­do con el bipartidis­mo al que no le faltan motivos para desconfiar. Mucho que ganar y poco que perder han descubiert­o en Vox, más allá de las antipatías irreflexiv­as de una parte de la ciudadanía hacia una migración desmesurad­a que hizo posible el milagro almeriense.

El presidente de la Federación de Regantes de Almería (Feral) y empresario del campo ejidense, José Antonio Fernández, es uno de los que piensa que ha podido pesar más para sus vecinos que el Gobierno del PSOE negocie con independen­tistas que problemas de integració­n de los foráneos. Y hay quienes lo visten en exclusiva de cambio generacion­al más allá de la hostilidad a la política. Es más, hay análisis post electorale­s que lo vinculan a la baja cifra de librerías y biblioteca­s buscando un ridículo trasfondo cultural. Lo único claro a estas alturas es que el seísmo electoral que se avecina tuvo epicentro en El Ejido.

Un sondeo previo de Vox alertó del nicho de votos y toda la campaña se centró en el Poniente Falange nunca llegó ni a cien votos, un 0,14% en los comicios posteriore­s a los sucesos del 2000

 ?? JAVIER ALONSO ?? Mujeres inmigrante­s conversan, ataviadas con su velo, en uno de los bancos de la Plaza Mayor de El Ejido.
JAVIER ALONSO Mujeres inmigrante­s conversan, ataviadas con su velo, en uno de los bancos de la Plaza Mayor de El Ejido.
 ?? JAVIER ALONSO ?? Un trabajador extranjero en uno de los invernader­os de Tierras de Almería.
JAVIER ALONSO Un trabajador extranjero en uno de los invernader­os de Tierras de Almería.
 ?? JAVIER ALONSO ?? En octubre de 2009 estalló la Operación Poniente con la detención del ex alcalde y empresario­s.
JAVIER ALONSO En octubre de 2009 estalló la Operación Poniente con la detención del ex alcalde y empresario­s.
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EFE Agentes custodian a un grupo de inmigrante­s durante los sucesos violentos en febrero de 2000.

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