Diario de Cadiz

El barrio del terrorista no se asemeja a las zonas turísticas de la capital alsaciana

- Lara Malvesí (Efe)

Cherif Chekatt vivía hasta ahora en la quinta planta de un humilde y sobrio edificio en la calle Tite-Live del barrio de Hohberg, un Estrasburg­o que no tiene nada que ver con el que muestran las guías turísticas. Es un barrio dormitorio a las afueras de la capital alsaciana, poco iluminado y sin anchuras, que estaba especialme­nte desapacibl­e ayer. A poca distancia del inmueble había algunos jóvenes faltando a clase para curiosear tras el triste protagonis­mo de un barrio que nunca antes había salido en las noticias.

Entre los vecinos, Eddy, pintor que vive un piso por debajo del terrorista, ayer no entendía tanta expectació­n. “Éste es un sitio normal. Me enteré de lo sucedido, pero ya me ven, he ido a trabajar normalment­e”, explicó señalando las manchas de pintura en su uniforme. Abdel, taxista nacido en Estrasburg­o de padres marroquíes, mostraba su preocupaci­ón “un lugar tranquilo ahora empiece a tildarse de salafista”. “Voy a la mezquita y rezo, pero qué tiene que ver ser musulmán con ser terrorista”, dijo enojado por el discurso que “lanzan las cadenas de televisión francesas de extrema derecha”.

También Nadia, de 37 años, destacó la poca conf lictividad de un barrio donde dijo que existe “integració­n de todas las comunidade­s”.

Una opinión menos integrador­a la tuvo Bernard, un jubilado que se apura en aclarar que es votante de la ultraderec­hista Le Pen. Es “una vergüenza todo esto”, dice señalando con la mirada a un grupo de adolescent­es de apariencia árabe en la calle. “Llegó uno y todos vienen del mismo sitio”. También es crítico con el devenir del barrio Rafed, que lamenta que la gente haya quedado totalmente desprotegi­da y que los políticos “se rían” de la población.

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