Las paradojas de los Goya
En el otro lado de la balanza, películas más pequeñas o intimistas como Viaje al cuarto de una madre, de la sevillana Celia Rico, o Carmen y Lola, de Arantxa Echevarría, salen muy bien paradas (cuatro y ocho nominaciones cada una) aunque por motivos distintos: si de la primera hay que destacar el delicado trabajo de escritura, puesta en escena y dirección de intérpretes, en la segunda todo parece apuntar a la novedosa representación del amor lésbico en la comunidad gitana como principal valor (social) que no se ve del todo correspondido por los méritos de la forma cinematográfica.
Lo mismo puede decirse de Campeones (13 nominaciones), la película-fenómeno de la temporada, que juega la baza sensible y la explotación de la discapacidad disfrazada de discurso normalizador para llegar al gran público con una campaña transmedia que apenas da opción a cualquier discurso crítico que contrarreste su locomotora emocional y políticamente correcta. El apoyo previo de la Academia de cara a los Oscar hace presagiar que la cinta de Javier Fesser puede ser la más dura competidora de El reino –hábil producto comercial con pretexto político aunque de corta pegada– el próximo 2 de febrero en Sevilla.
Y para terminar, otra paradoja: precisamente el año en que el severo Jaime Rosales ha intentado acercarse más conscientemente a públicos más amplios con Petra ,la misma Academia que en su día lo aupó con La soledad le da ahora drásticamente la espalda.
Se deja sentir demasiado el peso de los diferentes gremios profesionales en estas nominaciones