Diario de Cadiz

EL TRANVÍA FANTASMA

- TITO VALENCIA

Dieciocho meses después de la última vez que pudimos verlo, el tren tranvía que ha de servir de hilo costurero entre las localidade­s vecindadas de Chiclana de la Frontera, San Fernando y Cádiz, ha vuelto a desbrozar la Isla como un rayo blanquiver­de, a una velocidad tal que solo los ojos más falcónicos y certeros han podido disfrutar de su conspicuo trayecto, dibujado en tinta china con escuadra, cartabón y un poquitín de sobrecoste.

A poco menos de un año para disfrutar de las próximas elecciones municipale­s algunos con la conciencia intranquil­a nos agitan un poco la memoria histórica dándonos una ración sin papas aliñás del tranvía a la Malvarrosa, digo a la Venta de Vargas. La ración resulta cortita, la verdad: veinte kilómetros por hora lo hace cualquier jubilado en día de bonanza, es decir, al ir a actualizar la cartilla a la caja a primeros de mes. Fernando López Gil fue más rápido que el tranvía en vía interurban­a cuando anunció que el medio de transporte dividiría La Isla como un cuchillo hace la raya del pelo a un ladrillo de mantequill­a. Demasiado veloz, diría yo. Y buenas críticas las que le cosechó aquella eyaculació­n precoz verbal de Fernando, que debe andar ahora con cierta inquietud laboral vistas las cotas autonómica­s de PP, C´s y Vox en Andalucía y su común deseo de bailarle el trono a Cersei Díaz, que diría Teresa Rodríguez.

Lo cierto es que el día que finalmente nos solacemos con el paso calmo y ecososteni­ble del tranvía por el vientre de la Calle Real se nos hará tan incómodo como cuando le ponemos rostro a un amigo virtual. ¿Imaginamos el aparato más alto, cómodo, veloz, frecuente, barato, feminista? ¿Nuestro tranvía fantasma poseerá todas las cualidades y ninguno de los defectos del resto de integrante­s del selecto club del transporte modal interurban­o? Porque sí, es un tren simpático, pero ¿nos enamorará a primera vista o será desterrado al cementerio de elefantes públicos inservible­s en el que reposan el aeropuerto de Castellón o, sin irnos más lejos, el exitoso museo de la Ciencia, el Mar y el tardoandal­ucismo?

No me jacto de adivino si veo a Fran Romero montado el tranvía el día de su futura inauguraci­ón porque me declaro no apto para discernir una fecha aproximada que no se vista con seda de años. Fran es heredero de los grandes responsabl­es del proyecto e imagino que habrá luchado por él frente a plataforma­s ciudadanas, expropiado­s sin liquidació­n y lucros cesantes empresaria­les. Suyo es también parte del mérito, pues.

¿Venderá Patricia Cavada como un éxito socialista la puesta en marcha y la venta de tickets del tranvía fantasma de cara a las cernientes municipale­s? Seguro. Eso sí, el fantasma que llena el pecho del tranvía que recorre hoy en pruebas nuestras entrañas de ciudad romana asusta; produce miedo a nuevos retrasos. Dudo de que a Patricia le hagan un Teófila con el tranvía: que aparezca un Kichi que te corte la cinta inaugural. Esas tijeras no se le escapan a la alcaldesa; lo apuesto con quien se atreva.

¿Venderá Cavada como un éxito socialista la puesta en marcha del tranvía?

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