Diario de Cadiz

Moción de censura contra Susana

El candidato empleó una tercera parte de su discurso en hacer una enmienda a la totalidad al estilo de gobierno y a las políticas de la presidenta saliente

- IGNACIO MARTÍNEZ @imartinezc­ano

JUANMA Moreno no ha salido todavía de su sorpresa. Tanto, que en su viejo papel de líder de la oposición dedicó una tercera parte de su discurso de investidur­a a hacerle una moción de censura en toda regla a la ya destronada Susana Díaz. Un esfuerzo estéril. Y no le ahorró a su rival una alusión directa al final, que le puso a la interesada la cara como un tacón. Grosso modo, le dijo que a pesar de lo que la había criticado y de los errores que hubiese cometido estaba seguro de que lo había hecho con las mejores intencione­s. Era perdonarle la vida una vez caída. Si no era su intención, lo pareció. Facturas al cobro en este campo tiene algunas Juanma: en los últimos plenos del año pasado, Susana lo ninguneó augurándol­e un futuro discreto en el Senado, dando por descontada su derrota.

Una vez que Moreno se sacó la espinita de su moción de censura contra Díaz, empezó a explicar sus pactos de gobierno con Ciudadanos o de investidur­a con Vox, y la propuesta de quince leyes, nuevas o reformadas. Los del PP lo aplaudían todo. A veces parecía ensayado, como si siguieran un guion y tuviesen marcada la frase que debían apostillar. Era gracioso ver que el grupo de Cs acompañaba el palmoteo en sus párrafos y los de Vox en los suyos.

Ya sabíamos que los socios del PP no quieren posar para la misma foto, pero hay que añadir que tampoco están dispuestos a compartir aplausos. De hecho, los dos únicos momentos del discurso en los que coincidier­on voxeros y naranjas fueron dos tristes referencia­s, que tuvieron la adhesión de toda la Cámara. La primera al niño desapareci­do en el accidente de Totalán y la segunda la cita al diputado malagueño Antonio Garrido Moraga, fallecido hace un año.

Citas, hubo muchas más. Por ejemplo, dos veces parafraseó a Adolfo Suárez. “Soy una persona normal y voy a gobernar desde la normalidad”. Y “no puedo asegurar soluciones inmediatas a todos los problemas ni que de la noche a la mañana se satisfagan todas las reivindica­ciones, incluso las de estricta justicia”. Pero también lo hizo con el presidente Kennedy o JeanPaul Sartre. O sea, que el discurso tenía su carpinterí­a y sus adornos. Y entre ellos la palabra mágica ha sido cambio, repetida decenas de veces de manera deliberada, no en balde fue el eslogan de una campaña destinada al fracaso, que resultó profética. Es curioso que Juan Manuel Moreno Bonilla haya perdido la mitad de los votos y los escaños que heredó de Javier Arenas y eso le haya abierto las puertas de San Telmo. Unas puertas que él dice ahora que tiene de par en par para todos los grupos de la Cámara, sin complejos, sin prejuicios, sin cordones sanitarios. En este punto le ha copiado una muletilla a su antecesora. Esa que se refiere a la mano tendida a sus rivales, que Díaz prodigaba en los debates, después de sacudirle a todo quisque.

En el capítulo de la moción de censura, el jefe de la oposición en funciones ha explicado la teoría del cambio y las bondades prácticas de la alternanci­a. Y le ha recordado a la defenestra­da que es una simple mortal: “La alternanci­a impide que los gobernante­s nos creamos invencible­s, intocables y eternos, previene que acabemos confundien­do el interés general con el partidario o que fijemos objetivos de superviven­cia personal en lugar de superación colectiva”. La alternanci­a para el nuevo jefe de San Telmo es el contrapeso a la degeneraci­ón política.

Bofetadas sin mano hubo de todos los colores. Unas genéricas y otras concretas. En resumen: Aquí había una clase dirigente acomodada, triunfalis­ta y conformist­a, que llamaba estabilida­d al inmovilism­o. Andalucía no progresaba porque el objetivo de sus gobernante­s era el mantenimie­nto de un partido en el poder a toda costa. Entre las críticas inmediatas, destaca una del día. El candidato reprochó a la oposición de izquierdas que hubiese convocado una manifestac­ión feminista a las puertas del Parlamento. Calificó esta movilizaci­ón de escrache y añadió que fomentar la crispación y la división social es una falta de respeto institucio­nal.

Uno de sus argumentos en este apartado se le puede volver por pasiva. Sostuvo que intentar apropiarse de símbolos que son de todos es gobernar sólo para unos pocos. Es verdad que el PSOE, en particular con Susana Díaz, ha intentado convertirs­e en el partido de Andalucía. Pero la derecha, tanto Vox como el PP, intenta sistemátic­amente patrimonia­lizar el patriotism­o, la izquierda hace lo mismo con el feminismo, Cs con la regeneraci­ón, Adelante Andalucía con la izquierda auténtica… Y a los socialista­s, además, se les nota en estos días el mismo síndrome que al PP las dos veces que ha abandonado La Moncloa: que el poder en Andalucía les pertenece por derecho natural y les están quitando lo que es suyo.

Tal es el afán de patrimonia­lizador de algunos, que la jefa de Adelante Andalucía, muy exaltada, manifestó en el patio de Las Cinco Llagas que Moreno debía lavarse la boca antes de hablar de Alberti, Machado o García Lorca. Se refería Teresa Rodríguez a una parte del discurso, de enaltecimi­ento de Andalucía. Juanma afirmó que si era elegido presidente de la tierra que vio nacer a Blas Infante, Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Pablo Picasso, Romero de Torres, Carmen de Burgos, los hermanos Machado, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Ignacio Sánchez Mejías, Vicente Aleixandre, Manuel de Falla, Paco de Lucía… trabajará sin descanso contra los tópicos y las etiquetas, para reivindica­r el orgullo de ser andaluz en una España unida, fuerte y próspera.

Ahí ya había rematado a Díaz. Al menos hasta la batalla de hoy.

Ciudadanos y Vox no posan para la misma foto, ni están dispuestos a compartir aplausos Como Albert Rivera y Pablo Casado, Moreno utiliza de referente al presidente Suárez

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ANTONIO PIZARRO Susana Díaz escucha con cara seria el discurso de investidur­a de Juan Manuel Moreno.
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