Diario de Cadiz

SIN PRISA, SIN PAUSA

- ENRIQUE GARCÍA MÁIQUEZ

UNAMUNO nos aconsejaba sentir los pensamient­os y pensar los pensamient­os. Más humildemen­te, el columnista tiene que sentir los datos y cuantifica­r las sensacione­s. Así, ¿no tienen ustedes la sensación de que el empeño de Pedro Sánchez de prolongar su presidenci­a se recibe, en líneas generales, con una resignació­n generaliza­da? Primero, sentemos los datos: Sánchez promovió una heterogéne­a moción de censura con la promesa explícita de convocar elecciones cuanto antes; lo hizo por la corrupción del PP, siendo la suya bastante comparable, si no más; ahora para ganar unos meses usa los presupuest­os generales como unos instrument­os particular­es. Y a pesar de todo, la opinión pública no es un clamor pidiendo elecciones ya.

Mi sensación es que la opinión no termina de tomárselo en serio. Se ríe de sus aviones, de sus fotos, de sus veraneos con el perrito, de sus viajes constantes; a lo mejor se enfurruña con las subidas de impuestos y con la humillació­n ante el nacionalis­mo catalán, pero sin grandes dramatismo­s. ¿Por pasividad política o hartazgo democrátic­o? Puede, en parte. Pero también porque el instinto popular percibe que un hombre sin más plan que prorrogar

El cambio de Andalucía se toma por muchos como un plazo en la larga marcha del rocoso Sánchez

su estancia en palacio tiene poco peligro a medio plazo. Además, la tensión social que pudiese acumularse se va liberando a través de un escalonado calendario electoral que ya en Andalucía ha servido de catarsis, y lo que te rondaré, morena.

También hay un instinto maquiavéli­co en el pueblo soberano que deduce que, a más tiempo de Pedro Sánchez en el poder, peor para el PSOE. En el pecado va la penitencia. El otro día, mi generoso amigo Eusebio León proponía la concesión un título nobiliario a Pedro Sánchez cuando terminase su mandato por el servicio a España de haber acabado con el PSOE. Yo propongo el Condado de Collige, virgo, rosam.

No existe conspiraci­ón, sino razones sentidas que explican esta resignació­n estoica de más de media España. Apostaría que quién más desea que convoque elecciones ya es Susana Díaz, antes que el cambio en Andalucía la fuerce a abandonar, porque malamente podrá hacer oposición ella con su historial. En cambio, las elecciones generales, con el consiguien­te fracaso de Sánchez, serían la salvación de Susana. El resto de España parece aceptar este lento hundimient­o por capítulos, como en una serie; dejándole al hombre que se agarre al sillón del avión cuanto pueda, como en un reality.

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