Diario de Cadiz

BBVA: LA SINIESTRA SOMBRA DE VILLAREJO

Se habla de más de 15.000 escuchas ilegales ante el asalto de Sacyr y Zapatero para hacerse con el control del BBVA

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la destitució­n inmediata de Paco González. Y hacen bien, claro. Estaremos a verlas venir en este sentido.

Pero recordemos un poco la historia de este personaje central de nuestro último cuarto de siglo, presidente del banco público privatizad­o Argentaria entre 1996 y 1998 y del BBVA desde 2000 hasta 2018, y que fue en su salto de una a otra entidad un hombre de Aznar. No pocos pensamos que igual que Felipe González abortó el proyecto de banca nacional en Cataluña –un territorio, un idioma y un banca nacional fuerte hacen una nación– y de ahí el caso Banca Catalana (de la dinastía Pujol, caído en 1988), de una manera directa o indirecta, José María Aznar dio un certero golpe de mano con esa misma estrategia de contener la disgregaci­ón económica del país al encajarle a Argentaria a la gran banca vasca: el BBV que había previament­e fusionado y fortalecid­o al Banco de Bilbao, comandado por el entorno Ybarra, y al de Vizcaya, presidido por el muy admirado y muerto prematuram­ente Pedro

Francisco González condujo a Aznar a la fagocitaci­ón de una gran banca nacional vasca

Toledo. Además de eso, otro de los alfiles corporativ­os de Aznar en aquellos tiempos –Telefónica– firmó una alianza estratégic­a con el BBVA para la expansión latinoamer­icana de ambas entidades. Un pelotazo: Emilio Ybarra acabó en la cárcel, enfermado y mayor, y el González de Lugo –cualquier cosa menos nacionalis­ta vasco, ni de Neguri ni de Barakaldo– se erigió en el Gran Jefe de la nueva entidad, políticame­nte fagocitada. Bien mirado, desde uno de los dos puntos de vista antagónico­s, una jugada maestra de Aznar.

Ahora los nuevos máximos ejecutivos y consejeros de BBVA dicen estar escandaliz­ados, que ese tipo de prácticas gangsteril­es nada tienen que ver con el alma de su prestigios­o banco –que lo es–, además de haber sido mascarón de proa de la redefinici­ón digital del sector. No hay lealtad ya para el ex presidente: no la merece, desde luego, si ha contratado al fontanero de las cloacas de la democracia española, Villarejo. Mientras, en una Bolsa no muy lejana, las acciones de la compañía tiemblan.

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