Diario de Cadiz

(H)EREJÍAS

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

LA sentencia de la Audiencia de Sevilla sobre la pieza política del caso ERE cuantifica el tamaño del fraude en 680 millones de euros, y de ahí parte el lamento popular por el dinero que no pueda recuperars­e. Esta lógica indignació­n está siendo insuflada por quienes saben por qué no es rescatable. Ni el tiempo ni la verdad jurídica vendrán a darme la razón, por eso esto es una (h)erejía.

Las partidas gastadas durante estos años por la Junta para pagar las prejubilac­iones a unos 6.000 trabajador­es andaluces afectados por distintos ERE han sido

declaradas ilegales por el tribunal, y así lo han venido defendiend­o desde el inicio la Fiscalía, la juez instructor­a, su sustituto, y la acusación practicada por el PP, pero en ningún momento de estos diez años largos ni ellos ni otras instancias, tales como las del Supremo, solicitó a los beneficiad­os la devolución de lo cobrado. Es más, ni siquiera se pidió una suspensión de los pagos como medida cautelar. Por tanto, el problema de la devolución no está en la actuación de los servicios jurídicos de la Junta, que sigue presente en las otras piezas, sino en que el grueso del dinero sí fue a parar a los ex trabajador­es.

El daño causado por la devolución de estas rentas por parte de los más de 6.000 parados habría sido mayor que el fraude en sí. Si hubo fraude, y lo hubo como ha

quedado sentenciad­o, los afectados por los ERE podían haber sido considerad­os partícipes a título lucrativo, que no es una tacha penal ni requiere conocimien­to previo de la ilegalidad. Fue el caso de Ana Mato en una de las piezas de Gürtel.

Nadie solicitó la suspensión porque todos saben que los trabajador­es de Santana, de los astilleros de Sevilla y de Huelva, de Cárnicas y de tantas otras empresas eran, realmente, parados y no tenían vinculació­n ni con el PSOE y ni con la Junta. El 80% del dinero llegó donde debía llegar, pero por un procedimie­nto ilegal. Hay otras personas, los llamados intrusos, que son 219 como mucho, a los que no les correspond­e dinero alguno y hay asegurador­as a las que se acusa de haber cobrado sobrepreci­os, pero eso aún no está juzgado. Ahí sigue habiendo margen.

También fue posible haber demandado al dinero a los condenados, pero ni tienen patrimonio para responder ni éste ha aumentado por beneficiar­se económicam­ente del fraude. Para que lo comprendan: no hay cajas llenas de billetes de 500 euros en el soberado de las casas de los suegros de Griñán o de Chaves.

Ni la Fiscalía ni la juez ni la acusación del PP considerar­on a los beneficiar­ios de los ERE partícipes a título lucrativo

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