Villegas y Páramo engrosan la desbandada de Ciudadanos
El arquitecto de la implantación del partido a nivel nacional y el jefe de Comunicación se suman a Rivera, Girauta, Roldán, De la Torre...
Albert Rivera tiró la toalla después de que Ciudadanos se desplomara en las elecciones generales del 10 de noviembre. El rey se marchó tras el jaque de las urnas a la mismísima supervivencia de la formación naranja, una bisagra que se ha quedado en tierra de nadie y sin más puerta que la de salida, por la que van desfilando los peones y demás piezas de máxima confianza (y también poca) del desterrado.
Ciudadanos se está quedando a oscuras y el último que apague la luz. Al día siguiente de que Rivera anunciara su marcha, el ex portavoz parlamentario de Cs Juan Carlos Girauta, que no había logrado revalidar su escaño por Toledo, también entonaba un adiós compungido: “Se ha aplastado a un hombre bueno y yo no quiero estar ahí después de eso”.
Pues ayer nos desayunamos con que otro histórico de Ciudadanos, nada menos que el secretario general, José Manuel Villegas, tampoco quiere estar ahí, no más allá de la travesía del desierto que le espera a los naranjas hasta que el congreso extraordinario de marzo encumbre al frente del partido a Inés Arrimadas, que no se da por aludida en este proceso de catarsis colectiva.
Villegas era una pieza esencial del andamiaje del partido, el arquitecto en la sombra de la operación lanzada en el 2015 para transformar a un partido estrictamente catalán en uno de dimensión nacional, siempre codo con codo con Rivera, del que fue su hombre de mayor confianza en los trece años que estuvo al frente del partido.
“Yo no voy a optar a ser de nuevo el secretario general, ni estaré en ninguna de las listas. Estoy a disposición del partido para ayudar a hacer esa transición hasta el congreso”, ha reconocido Villegas esta mañana en Telemadrid.
Una mañana con las toallas por los suelos en la sede naranja de la calle de Alcalá: otro hombre fuerte de Rivera, Fernando de Páramo, secretario de Comunicación de Cs, también lo deja.
La desbandada la están protagonizando estos días los afectos a Rivera, pero se inició enfrente. La abrió el pasado 24 de junio su pupilo Toni Roldán, el responsable económico, quien renunció a sus cargos orgánicos, a su acta de diputado en el Congreso e, incluso, a su condición de militante. “Una estrategia que va contra los intereses de España no es viable”, decía, en alusión a la negativa del líder caído en la desgracia del 10-N a abrirse a pactar con el PSOE para acabar con ese bloqueo que cinco meses después sigue en carne viva.
Otro de los críticos, el diputado
Francisco de la Torre, renunciaba en septiembre a su escaño tras abandonar la dirección del partido en julio. Fue una marcha triste, hasta lo insoportable. Rivera le reprochó que lo acusara de ni haberle dado el pésame por la muerte de su padre tras romper con Ciudadanos. “No vale todo en política”, le replicó recordándole que incluso mandó una corona de f lores al entierro.
Otro peso pesado, Javier Nart, también levantó cierta polvareda al dar la espalda a Rivera negándose a renunciar a su escaño en el Parlamento Europeo, aunque ha abandonado la delegación de Ciudadanos en Bruselas.
Lo que mal empieza, mal acaba. La Fiscalía de Valladolid investiga todavía el presunto pucherazo en las primarias de Castilla y León en la precampaña del pasado marzo que dieron una falsa victoria a Silvia Clemente, ex presidenta de las Cortes regionales por el PP y candidata del aparato, en detrimento de Francisco Igea, quien fue proclamado ganador tras la revisión de los votos telemáticos y candidato autonómico.
José Manuel Villegas Secretario general de Cs
Estoy a disposición del partido para ayudar en la transición hasta el congreso extraordinario”