El colegio en casa: una lucha diaria
● Exceso de tareas y un ordenador (o ninguno) para toda la familia lo ponen difícil ● Los docentes defienden su labor en esta situación excepcional
Uno de los primeros memes que circuló por las redes al inicio del Estado de Alarma venía a decir que los padres, al tener a sus hijos en casa tantos días seguidos, iban a comprender la labor de los profesores e iban a dedicarle a estos sus aplausos de las ocho de la tarde. Cada casa es un mundo. Y esta máxima se manifiesta a plenitud desde que cerraron los colegios y comenzó el confinamiento. Las clases telemáticas han llevado a muchos padres y madres al estrés. Las quejas se suceden entre quienes consideran que es excesivo el volumen de tareas que mandan a los niños y los que, sin muchos medios informáticos en casa y varias personas viviendo en ella, tienen difícil acceder a ordenadores por tiempo prolongado. Familias con cuatro o más miembros con uno (o los dos) de los progenitores realizando teletrabajo. ¿Cómo se cuadran los horarios con escasos dispositivos electrónicos? O, lo que es peor, hogares de familias vulnerables en los que ni siquiera hay un ordenador. ¿Y esos padres que no están muy duchos en materia informática y les piden que envíen una tarea en formato PDF? Unos profesores solicitan fotos JPG de las tareas y en otros casos hay formularios para rellenar directamente en las distintas plataformas. Y muchos progenitores, haciendo cursillos acelerados en el ordenador.
Los profesores, claro está, en su papel de educadores, aunque ahora a distancia y haciendo lo que pueden. Y madres y padres peleando con sus hijos para que entiendan que deben dedicar en casa las mismas horas que pasan en el colegio. El difícil equilibrio, en situación excepcional, que luchan por alcanzar docentes, familias y alumnos.
Padre de tres hijos. El pequeño en Primaria, la mediana en Bachillerato y el mayor en la Universidad. “En casa tenemos a tres niños con una cantidad de tarea enorme, para hacer durante la semana, más alguna clase online para explicar conceptos y resolver ejercicios. Lo peor es la falta de medios para que todos puedan trabajar a la vez, incluido el padre que está teletrabajando también. Con tres ordenadores nos los tenemos que ir turnando. Uno muy antiguo pero operativo y los otros dos a pleno rendimiento todo el día”, cuenta. Además “el ritmo de trabajo cuesta conseguirlo teniendo que atender al pequeño constantemente para que siga con ‘su ritmo’ lo más parecido al del cole, que es complicado porque se levanta más tarde y se acuesta también más tarde”.
Madre trabajadora dice que “cada familia es muy diferente. Nosotros, por ejemplo. Mi marido es enfermero. Está trabajando de ocho de la mañana a siete de la tarde en una residencia de ancianos casi todos los días de la semana. Tenemos cinco hijos de entre 4 y 15 años”. Dice que su caso es “complicado”. “Porque yo intento teletrabajar. Y ahora mismo tengo que hacerlo a partir de las 8 de la tarde y a ratos. Los peques con las tareas me demandan estar con ellos toda la mañana”, añade.
“Creo que deben mandar tareas, pero no demasiada. Yo agradecería tener un poco menos de tareas o tenerlas opcionales al menos con los pequeños. La verdad. Entiendo que los profes están haciéndolo lo mejor que pueden. Pero sí es cierto que se agradece el feedback con los padres. Es decir, que algún profe del cole me ha preguntado cómo va el ritmo. Y nos ayudamos mutuamente”, declara.
Otra madre indica que “es todo un jaleo claro todo, compaginar todas sus historias con nuestro trabajo. En mi caso de 9 a 4 no levanto la cabeza del ordenador. Es mucho estrés y no puedo atenderlas. Menos mal que está mi marido, pero él también tiene que teletrabajar”.
La visión de una alumna de 1º de Bachillerato es más crítica “Muchos profesores están intentando adelantar ahora lo que no han podido dar en clase, por cuestiones de tiempo o del propio currículo que no les deja enseñar de la manera que a ellos les gustaría”, asegura. “Para mí, está siendo un intento fallido de mantenernos algo entretenidos a la vez que recordando el temario dado en clases: el número de ejercicios es excesivo, el alumnado los hace de manera automática (sin prestarles mucha atención, por tanto, no aprenden) e incluso algunos “dan clase” en su hora de clase normal”, precisa. Aclara que “ojo, no creo que la culpa sea de ellos, sino del sistema que a pesar de que haya una catástrofe mundial como la que vivimos sigue dándole importancia a un número antes que a que aprendamos”. En conclusión dice que está “trabajando casi el mismo número de horas que antes (o más) en cosas de las que puedo sacar poco. Educación vacía y simplemente dada para hacer tiempo”.
Esclarecedor es el testimonio de un profesor de instituto que es a la vez padre de alumna de
ESO. “No paramos de mandarnos correos y avisos de que seamos conscientes de la situación de cada casa. Sin ir más lejos, me he enterado de que un alumno de mi tutoría ha dado positivo, y ayer a otro se le había muerto su abuelo. Pero aún así y con todos los avisos, cuando uno se sienta y se pone a revisar su temario, el planteamiento es: ¿será poco? ¿será mucho? Y el gran hándicap que tenemos los profesores es el San Benito de que “estamos de vacaciones” para la opinión pública... que encima de que tenemos tantas vacaciones, ahora esto”. Continúa explicando que “todos queremos demostrar que estamos trabajando y pecamos de exceso, a pesar de que como ya he dicho, por comunicación interna estamos intentando no colarnos”.
La orientadora de un instituto lamenta que “una vez más, mi gremio, que también está al pie del cañón y que está haciendo lo que la Administración le ha pedido, está en boca de todos. ¿Qué harían nuestros niños y niñas si no tuvieran tareas? ¿Ayudarían en casa o estarían más tiempo con el móvil? ¿Leerían libros por placer o estarían más tiempo con la play?”. Y dedica palabras para sus compañeros: “Para vosotros, que habéis tenido que buscarse plataformas digitales en 24 horas para contactar con los alumnos, buscando diferentes opciones para quienes no tienen ordenador en casa, que recibís diariamente quejas de las familias, para vosotros para los que nunca habrá un aplauso. Gracias”.
La excepcionalidad está poniendo a prueba a todas las partes implicadas en el proceso educativo, ya de por sí cuestionado. Y quedan al menos dos semanas más. Nunca fue tan difícil encontrar el equilibrio ni contentar a todos.
Mis hijos con las tareas me demandan estar ocupada con ellos durante toda la mañana”