DE LA CONFIANZA A LA REINVENCIÓN
ME inspira observar las palabras de una en una. Por ejemplo, pienso en “confiar” y me pongo a escribir. Las palabras nos hablan con una voz íntima. Si miramos su etimología aún son más elocuentes. “Confiar”: creer con alguien en algo. Al teclado de mi ordenador se le borran las letras pero la memoria de mis dedos examina el prefijo “con”. El de “compartir”, “compadecer” , “convivir”. Ese prefijo habla de aquello que hacemos conjuntamente con otros. También el verbo “confiar” nos saca de la autosuficiencia.
Miren: yo soy profesora. No hace mucho, en un Erasmus en Finlandia, pregunté a un colega las razones de su éxito educativo. Creí que hablaría de inversión, civismo o apoyo político. Y, sí, luego habló de eso. Pero lo primero que dijo fue: “La confianza de las familias”. Los docentes españoles no tenemos eso. Sin embargo solemos ignorar los malos pronósticos. Por eso ahora les digo, padres y madres de estudiantes: confíen en nosotros. No lo hicieron antes. Háganlo ahora: en este tiempo de alarma y confinamiento, insólito, de centros escolares cerrados y calles solitarias.
Llevo en este oficio de valientes más de la mitad de mi vida. Pasan los años como nubes y, mirando atrás, veo que esta profesión se ha articulado siempre en una lucha agónica entre adversidades y motivación: leyes educativas cambiantes, nacidas de guerras políticas; décadas sin reconocimiento sobre la tarea de conciliar a diario intereses y conductas de centenares de alumnos. Cuánta creatividad para convencer o disuadir, para ser flexibles o serios, para arrojar luz sobre los rudimentos de la convivencia, para extraer de los jóvenes lo mejor. Cuánto empeño en inocular valores casi nunca respaldados con el ejemplo por instituciones, políticos y a veces ni por las costumbres sociales.
Parecía imposible tenerlo más difícil hasta que, de pronto, un virus puso el mundo patas arriba. Cerraron los centros educativos. Pero, en un fin de semana y con los servidores corporativos colapsados, los profesores abrimos cauces de comunicación, fuimos resolutivos, imaginativos y nos las apañamos para seguir presentes. Dicen que agobiamos con demasiadas tareas, que no nos organizamos… ¿Acaso hay un ciudadano que tuviese una estrategia previa para algo como esto? Por no hablar de las autoridades… Pero nosotros estamos reinventando todo un sistema educativo para un paréntesis provisional. Ingeniando metodologías, sistemas de evaluación y acompañamiento en la distancia, para garantizar que nuestros alumnos no van a dejar de aprender.
Estos días se propagan dos virus. Uno tiene nombre. El otro se esconde en el miedo. Pero los profesores estamos curtidos en el “más difícil todavía”. Por eso les pido una actitud creativa. Confíen en nosotros. No nos critiquen ante sus hijos. No nos juzguen con tópicos. Nadie sabe qué vientos vendrán al final de la cuarentena. Pero si ahora debemos confiar en los médicos, después habrá que confiar en quienes proyectamos el futuro en las aulas. El futuro va a necesitar una reinvención.
Reinvención… Invención. “Acción de venir una idea hacia dentro”, según la etimología. Una idea entra en nuestro mundo y lo transforma. Cuántos capítulos por escribir…