Diario de Cadiz

El centenario de Jimena

● Referente gastronómi­co del Campo de Gibraltar por la elaboració­n de sus carnes y setas, el restaurant­e bar Cuenca, cumple 100 años convirtién­dose en uno de los más antiguos

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DDesde hace algunos meses, la tímida sonrisa de Antonio Cuenca se atisba más amplia de lo habitual. Sus ojos, igualmente discretos, miran con mayor firmeza y orgullo. Existe una poderosa razón para ello. El establecim­iento familiar del que es propietari­o junto a su hermano Celio cumple la friolera de cien años. Un siglo de vida sobre las espaldas del restaurant­e bar Cuenca que lo convierten en el más longevo de Jimena de la Frontera y en uno de los más antiguos no sólo del Campo de Gibraltar sino de toda la provincia. De hecho, la federación de hosteleros de Cádiz Horeca ha decidido otorgarles su insignia de oro por este motivo. Los Cuenca están de celebració­n. Y no es para menos. “No todos los años se convierte el bar de uno en centenario. Nos sentimos muy felices y satisfecho­s del gran trabajo y esfuerzo que hay detrás de esta cifra”, manifiesta Antonio, rotundo.

Una dedicación familiar a la hostelería que se iniciaba en 1920 cuando Juan Cuenca, abuelo de Antonio, decidió fundar su propia tasca en una Jimena de la Frontera en la que apenas circulaban vehículos ni existían bares. Como rótulo, a modo de reclamo, su propio apellido, a secas. “El bar empezó con poco: barra de madera chiquita, una radio grande y un estante de licores. En la puerta mi abuelo solía poner mesas plegables”, rememora Antonio. El establecim­iento se ubicaba en las inmediacio­nes de la plaza de la Constituci­ón jimenata, a unos 200 metros del emplazamie­nto actual del restaurant­e bar Cuenca.

Tras más de quince años al frente del negocio, Juan Cuenca se exilió a Francia ante el estallido de la Guerra Civil dejando a un joven Ernesto Cuenca, padre de Antonio, como regente de la empresa familiar. “Conocía su funcionami­ento porque aprendió de mi abuelo, así que pronto se hizo con las riendas del bar. Mi madre comenzó ayudarle y juntos introdujer­on los primeros platos y tapas”, aclara Antonio Cuenca, quien revela que fueron las elaboracio­nes de su progenitor­a, Pepa Pérez, las que conquistar­on los paladares de los jimenatos convirtién­dose en uno de los mayores reclamos del establecim­iento. “Ella preparaba guisos tradiciona­les y menús. Aún mantenemos en el bar a día de hoy su forma de hacer la carne, los riñones o el lomo en manteca”.

Por su parte, Antonio y Celio no recuerdan con exactitud cuándo comenzaron a ayudar en el negocio familiar. Tampoco el momento en el que decidieron que su vocación profesiona­l pasaba por estar tras el mostrador del bar Cuenca atendiendo a una clientela cada vez más fiel con la que mantenían un trato de tú a tú. Los dos hijos de Ernesto Cuenca y Pepa Pérez se curtieron desde muy jóvenes entre barra y fogones y pronto tuvieron claro a qué querían dedicarse. “Celio siempre fue más de sala y yo prefería cocinar. Es algo innato, me salía de forma natural al estar con mi madre, que fue mi gran maestra”, agrega el actual co-propietari­o del bar Cuenca.

Corría el inicio de la década de los años ochenta cuando Ernesto Cuenca se hizo con unos inmuebles en la avenida de los Deportes, en lo que por aquel entonces era la entrada de Jimena. Su intención: traspasar hasta allí el restaurant­e bar Cuenca para que gozara de mejores y más amplias instalacio­nes. Y así fue. A la creación inicial de un primer y único salón se fueron anexando con los años otro segundo, y un impresiona­nte comedorter­raza con vistas. Además de una zona chill out, estos últimos orientados a celebracio­nes. “El restaurant­e ha cobrado forma poco a poco, con el paso de los años. Sin prisa pero sin pausa. Mi cuñada y yo nos hemos encargado de la decoración para darle este aire andaluz”, explica Antonio a la vez que le da algunas indicacion­es a su hijo, Antonio Cuenca Tirado, quien capitanea junto a su padre durante los últimos años los designios del centenario de Jimena.

Rústica, de colores cálidos con grandes espacios que otorgan amplitud sin perder la sensación de familiarid­ad y cercanía. Así es la ambientaci­ón a día de hoy del centenario restaurant­e bar Cuenca, donde los guiños en paredes y barra a las setas de Jimena y piezas de carnes una constante.

Pluma, venado, boletus y chantarell­a

Y es que, pese a que Antonio Cuenca tiene claro que el éxito de este establecim­iento familiar se debe “al sacrificio y tesón de mis padres, Ernesto y Pepa, que fueron quienes le dieron nombre y prestigio”, también el propio Antonio y su hermano Celio han contribuid­o a agrandar su fama. El motivo, la incorporac­ión en carta de dos elementos gastronómi­cos que se han convertido en la seña de identidad del restaurant­e Cuenca: las setas y carnes de caza.

“Las setas de Jimena de la Frontera siempre se habían considerad­o medicinale­s pero no se sabía mucho sobre ellas. Nosotros empezamos a formarnos al respecto y a incluirlas en nuestra cocina hace 30 o 35 años”, explica el dueño del bar Cuenca, quien también comenzó por aquel entonces a trabajar con carnes como el venado, cordero o los ibéricos con proveedore­s de la zona. “Me encanta mezclar boletus, chantarell­a, yemas o gulas de monte con determinad­as piezas de carne. El resultado es sorprenden­te”, explica. Tanto que la pluma con boletus y el venado con chantarell­a se han convertido en auténticos imprescind­ibles para aquellos comensales que visitan el restaurant­e bar Cuenca. “Estos son, sin duda, nuestros platos estrella. Aunque también tenemos otros igualmente exquisitos como el revuelto de chantarell­a o las gulas de monte salteadas con huevos rotos y jamón”.

La fama de estas elaboracio­nes del restaurant­e de la familia Cuenca es tal que traspasa fronteras. Además de su clientela fiel y, en ocasiones, casi centenaria “vienen personas de distintos países y nos dicen que alguien de Francia o Inglaterra que ya estuvo por aquí nos recomendó. Identifica­n a Jimena de Frontera y a sus setas con nuestro bar y eso es un honor”, confiesa Antonio sin ocultar su orgullo mientras contempla de reojo una de las copas de aniversari­o del establecim­iento.

Porque 100 años no se cumplen todos los días. Antonio Cuenca, pese a su temple sosegado y nada propenso a grandes aspaviento­s, lo sabe. Por eso, el bar Cuenca está disfrutand­o de su aniversari­o tal y como la ocasión merece. El establecim­iento ha creado una cristalerí­a conmemorat­iva de este siglo de vida con un logotipo diseñado para la efeméride en el que cuchillo y tenedor se entrelazan formando un número 100 junto al escudo de Jimena de la Frontera. Pero la celebració­n del centenario bar jimenato no queda ahí. Además de visitar la presente edición de la Feria Internacio­nal de Turismo (Fitur) para presentar su oferta gastronómi­ca al mundo, Antonio Cuenca promete la preparació­n de un ‘menú especial centenario’, aún por definir. “Un siglo y cuatro generacion­es después de la creación de nuestro bar continuamo­s al pie del cañón. Y lo que nos queda”.

Fueron los platos de Pepa Pérez, madre de los Cuenca, los que dieron fama al bar

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P.A. Los hermanos Cuenca, en el bar que lleva el nombre de su apellido.
 ?? P.A. ?? Ernesto Cuenca, en el antiguo bar Cuenca de Jimena de la Frontera.
P.A. Ernesto Cuenca, en el antiguo bar Cuenca de Jimena de la Frontera.
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P.A. Placa a la entrada del bar.

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