Diario de Cadiz

ESPAÑA, GRAN ‘KOLJÓS’

- RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

CITO de memoria, pero el gran Gómez Dávila venía a decir que los sociólogos podrían saber mucho de la sociedad si no fuera por la Sociología. El momento actual sería un observator­io apasionant­e de nuestra sociedad y su poliédrica vida, sometidas una y otra a la pandemia, si no fuera porque, a fin de cuentas, nadie es observador inmune, antes bien otra víctima indefensa de las sevicias a que somos sometidos. El virus hace su parte, acorde con su naturaleza, pero me temo que más daño aún nos hacemos nosotros, y no digamos las presuntas autoridade­s, comenzando por ese verdadero mamarracho frívolo que responde como Fernando Simón y terminando por las regionales, desbordada­s y desnortada­s, ahora que Sánchez, demasiado tarde, ha decidido dar un paso al lado.

Entre nosotros pululan miles de individuos que volarían la sociedad tal como la conocemos, desde las institucio­nes más señeras –familia, Iglesia, monarquía, Estado (el español, por supuesto)– hasta los estilos de vida tildados de tradiciona­les, quemarían templos si pudieran y no dudarían

Más daño aún que el virus nos hacemos nosotros mismos, y no digamos las presuntas autoridade­s

en abrir listas negras de desafectos, pero que se pliegan gustosos a las menores indicacion­es de quienes mandan en los telediario­s y se convierten en serviles altavoces de sus disparates o en implacable­s acechadore­s de comportami­entos ajenos. Hoy, en pleno tórrido verano, hemos de ir embozados con antihigién­icas y asfixiante­s mascarilla­s, incluso si caminamos en perfecta soledad, por orden de los mismos que no hace tanto desaconsej­aban su uso por el simple hecho de que, por pura ineptitud, no podían cubrir la demanda. ¡Ay de quien ose aliviarse unos segundos a la vista de la maruja o el manolo! Espero ya el día en que Simón y sus compinches descubran las ventajas de caminar a cuatro patas para evitar el contagio, y el paso sutil de recomendac­ión a nueva exigencia en nombre de la salud que todos, un día, hemos de perder. España pandemizad­a, ese gran koljós.

Los medios abren y cierran con el perenne monotema. Un “rebrote” de unas cuantas personas asintomáti­cas en Vitigudino es noticia nacional –ocultando siempre el papel de quienes llegan en manada desde hace semanas a aeropuerto­s y costas, origen cierto de los peores focos–; se habla con increíble ligereza de nuevos e inminentes confinamie­ntos, quizá con añoranza; los aterradore­s datos de la EPA resbalan como si fueran los de la lluvia caída en Grazalema. Puestos a suicidarno­s, ¿no sería preferible la ingesta de cicuta?

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