Insólita mirada a Bécquer
Entre los conciertos de las Noches del Alcázar programados por el 150 aniversario de la muerte de Bécquer, este será sin duda el más singular, pues se trata de una especulativa apuesta por la visión que el poeta pudo desarrollar interiormente a partir de la cultura popular a la que tuvo acceso. Y ello se materializó en un acercamiento a músicas tradicionales y de cancioneros antiguos interpretadas con instrumentos de arcaicas sonoridades, guitarras barrocas, zanfoñas, violas, panderos, claves primitivos...
Sara Marina leyó alguna de las más célebres rimas y trazó un escueto y poético relato contextualizador en el que cupo también la glosa resumida de alguna otra rima. Ángeles Núñez cantó con voz natural, clara, limpia, magnífica flexibilidad en el fraseo y sugerentes contrastes en los registros expresivos, entre el lirismo de romances y canciones y el aire af lamencado que sacó para las famosas Sevillanas del siglo XVIII o para una bella nana tradicional.
Entre los atractivos del recital destacó la variedad y singularidad del color instrumental que Emilio Villalba supo imprimir. Por ejemplo, el célebre Zorongo Gitano que armonizó Lorca fue acompañado por una zanfoña y un pandero. Pero más extraño resultó el acompañamiento de una protoseguidilla titulada La Macarena y extraída de un libro de danzas de finales del siglo XVIII: la nyckelharpa (instrumento nórdico de resonancias celtas), un
clavisimbalum (antepasado medieval del clave) y unas castañuelas. Recreaciones muy personales, imaginativas, con vueltas variadas sobre las melodías y un indisimulado deseo de llegar a un público amplio.
Destacó la variedad y singularidad del arcaico color instrumental