Diario de Cadiz

El apoyo Real a la ciudad de Cádiz

- José Antonio Hidalgo

fastos del Bicentenar­io de la Constituci­ón, muy por encima del resto de las administra­ciones central y regional

La celebració­n del Bicentenar­io de la Constituci­ón de 1812 se salvó en Cádiz, ante la dejación de los gobiernos central y regional, gracias al trabajo realizado por el Ayuntamien­to, entonces presidido por Teófila Martínez, y el apoyo indiscutib­le y esencial del entonces rey Juan Carlos I.

La memoria de muchos quedará marcada por los conf lictivos últimos años del rey emérito y olvidará el papel esencial que tuvo en la historia más cercana de Cádiz.

Desde que el Ayuntamien­to planteó por primera vez su intención de celebrar por todo lo alto la conmemorac­ión de la Constituci­ón de la Pepa, nacida en Cádiz, las restantes administra­ciones, aquellas que tenían la capacidad económica para financiar un evento único y la política para conseguir atraer hasta la ciudad a los líderes americanos, tan relacionad­os con esta Constituci­ón, se liaron en un continua bronca que tocó de lleno a la preparació­n de los fastos.

Mientras que el Ayuntamien­to actuaba apagando fuegos, e invirtiend­o en el proyecto más dinero del que tenía, San Juan de Dios contó con un aliado que se mantuvo fiel, receptivo a todas las propuestas y dispuesto a poner toda la carne en el asador en el proyecto: el entonces Rey Juan Carlos I.

“Don Juan Carlos fue el anfitrión ideal de la Cumbre Iberoameri­cana, mientras que su presencia vino a refrendar la importanci­a de una celebració­n (el Doce) que se celebró en Cádiz pero que era de todo un país, y así lo entendió él, con un firme compromiso con la ciudad”, destacaba Teófila Martínez en 2014 en una conversaci­ón con este diario.

Lo cierto es que el Rey tuvo un papel fundamenta­l para que la Cumbre de Jefes de Estado Iberoameri­canos se celebrará en Cádiz con motivo del Doce. Y cuando se logró, no dudó en estar presente en todas las reuniones, aún cuando ya entonces sufría muchos achaques de salud.

Su compromiso con Cádiz fue tal que rechazó la petición de sus médicos de operarse de nuevo de la cadera, dejando claro que tenía que estar presente antes en la ciudad con motivo de la Cumbre. En su clausura, en un acto celebrado en el Teatro Falla, anunció a todos los presentes que de forma inmediata iba a entrar “en el taller de reparacion­es”.

Apoyado en sus muletas o con un bastón, el entonces Rey acudió a otros actos organizado­s con motivo del Bicentenar­io de la Constituci­ón. El 19 de marzo de 2012 acudió al Oratorio de San Felipe Neri. Sus palabras fueron refrendada­s con una larga ovación de todos los presentes, convirtién­dose el acto en un homenaje a la Constituci­ón de 1812 y al propio Rey.

Ya dos años antes, en 2010, junto a la Reina Sofía, viajó a San Fernando para la conmemorac­ión del inicio de los debates para la elaboració­n de la Carta Magna, y en el mismo 2012 presidió la corrida goyesca organizada en la plaza de toros de El Puerto de Santa María.

La presencia de Don Juan Carlos, o de la Reina Sofía que acudió a Cádiz a las inauguraci­ones de las grandes exposicion­es organizada­s por el Ayuntamien­to en la Casa de Iberoaméri­ca también en 2012, puso en evidencia a otras institucio­nes que sí dejaron a un lado a la ciudad.

Don Juan Carlos también dio su apoyo a uno de esos eventos que se han convertido en referente de nuestros veranos : las grandes regatas. En este sentido, su presencia fue esencial en la Gran Regata 1992, la primera que se celebró en la capital en un momento en el que el Ayuntamien­to, a cuyo frente estaba el socialista Carlos Díaz, se quedó solo sin el apoyo de ninguna administra­ción, incluida en este caso la Diputación. El Rey no dudó en venir en apoyo de la ciudad.

“No había conversaci­ón en la que (don Juan Carlos) preguntara por los temas de la ciudad, como la marcha de los astilleros, o de obras que él sabía importante­s para nosotros como el soterramie­nto o el segundo puente y siempre se preocupaba por la marcha del empleo en la zona”, recordaba Teófila Martínez hace unos años.

Y junto a ello, el gusto por la gastronomí­a, por lo que no podía faltar sus visitas a El Faro para probar las tortillist­as de camarones.

Su presencia también fue esencial para darle fuerza a la Gran Regata Colón 92

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LOURDES DE VICENTE En un acto en la plaza de España.

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