Diario de Cadiz

VOCACIÓN CON MUCHA SALIDA

- Juan Antonio Solís

–Cuentan que en sus grupos de no para de colgar ofertas de trabajo de lo suyo, la sumillería. Eso es oro puro hoy.

–(Risas) Bueno, hay muchísimas ofertas de trabajo, lo que hacen falta son profesiona­les. El problema que tenemos en España, sobre todo en Andalucía, es que hay mucho intruso, mucho fake-sommelier, uno que dice que lo es y que no lo es, y que incluso se lo cree. Tenemos aquí uno que dice que es el campeón del mundo y jamás lo ha sido en el único concurso oficial, reconocido, el de la UAES (Unión de Asociacion­es Españolas de Sumilleres). Otros dicen que lo son después de haber ido a cuatro cursillos. Gente que cree que se forma viendo cuatro vídeos en Youtube, y es cosa seria, tienes que formarte y trabajar muchos años en sala, haber tenido un paso por cocina…

–La sumillería necesita en Andalucía eso tan de moda hoy: la “visibilida­d”.

–Si en Sevilla quieres dar un servicio de nivel, debes tener un sumiller, alguien formado, que te asesore del vino y por qué va con ese plato. El problema es que el que quiere contratar te suele decir “quiero alguien que esté empezando…” y eso nunca va a ser lo mismo. Es un trabajo para alguien joven, pero cuando llegas a tu plenitud formativa ya tienes una cierta edad, porque esos conocimien­tos no se adquieren de un día para otro. La gestión de una bodega es fundamenta­l, y bien hecha, es de lo que genera más dinero en un restaurant­e.

–Nos está vendiendo muy bien la sumillería.

–La sumillería no se tiene que vender, tiene que vender. no pagar… y me parece muy feo, pero estamos en España, tierra de bandoleros.

–Hablando de no pagar, ¿valora realmente el comensal lo que cuesta dar bien de comer?

–Un buen cocido vale un los mejores chuletones suelen ir a los restaurant­es.

–La gente mira el móvil y ya sabe lo que cuesta una botella de vino en el súper.

–Si tienes una buena copa, que puede costar nueve o diez euros y se rompen con

Con 14 años, y tiene 46, este madrileño, actual presidente de la Asociación de Sumilleres de Sevilla y de la Federación de Asociacion­es de Sumilleres de Andalucía, se puso a recoger copas en Chicote. Con 16 ya estaba de encargado en el Café del Príncipe. Tuvo entonces a su cargo a gente que luego ha montado cadenas de bares. Se fue a Londres para pasar dos semanas de vacaciones y se quedó nueve años, aprendiend­o los secretos de la sumillería 25 años antes de que este oficio, clave en la restauraci­ón referencia­l y de calidad, se extienda como lo hace por España.

–Y se puede arruinar después de doblar el lomo horas, horas y horas.

–Un cocinero debe saber que va a estar diez-doce horas en la cocina y no va a poder salir a descansar una hora, por mil o 1.500 euros, fines de semana incluidos, no ves a tus hijos… La mayoría sigue teniendo un día o un día y medio libre a la semana. Y no pueden hacer otra cosa porque los tienen fritos a impuestos.

–Ahora, al menos, en muchos de los sitios con estrella Michelin el cocinero principal es el dueño.

–En esos sitios top es más lo que se genera fuera del recinto que en él. Si te pones a contar gastos, número de personal, materia prima… es un escaparate. Con esa producción de platos y platos, todos meten trufa, caviar… La gente va a un sitio y si paga 30 euros por cabeza piensa que es caro. Tú vas a un supermerca­do y te gastas 100 euros y esa misma semana debes volver porque se te olvidan cosas.

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JUAN CARLOS MUÑOZ

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