RECONSTRUIR
LA verdad es que no sé cómo titular esta columna en la que voy a hablar del presidente Biden. No sé si lo que tiene que hacer es sanar, reconstruir, recomenzar o todo a la vez. No lo tiene fácil: el saliente ha dejado las cosas bien complicadas y amenaza con continuar. Algo parece evidente: hay muchos puentes que reconstruir, dentro y fuera del país. ¡Ojalá utilice para ello las piedras que estaban destinadas a construir muros!
Entre los muchos mensajes de felicitación recibidos quiero destacar el de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Le felicitan, le prometen sus oraciones y le ofrecen, como han hecho siempre en ocasiones similares, su colaboración por el bien de la nación. Este ofrecimiento no es algo a no tener en cuenta dada la implicación de esa Iglesia, y de otras muchas, en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, tan presentes en ese país.
Junto a coincidencias los obispos no han ocultado en su mensaje que habrá cuestiones en las que discreparán, seriamente incluso. Y señalan, por ejemplo, el aborto ante una Administración que se espera sea más permisiva que la anterior en este tema. Los obispos dicen que esta es una preocupación preeminente, aunque no única. “La abolición de la pena de muerte o la búsqueda de un sistema de salud y una economía que realmente sirva a la persona humana” son otros temas en los que también se comprometen. La referencia al aborto no es un capricho ni una obsesión, sino algo obligado dado que para la Iglesia Católica la vida empieza antes del nacimiento y porque cada año, en los
Estados Unidos, en torno a un millón de personas son impedidas de nacer. Pero los obispos no se quedan ahí. Recuerdan también que la vida no acaba con el nacimiento y que la dignidad del ya nacido debe ser protegida con tanto ardor como se le defendía antes de nacer. Para lograrlo la Iglesia ofrece su colaboración.
Deseo a Biden y a su gobierno mucho éxito en su gestión. Por el bien de todos. Por el bien de la vida.