Rebelo de Sousa gana las elecciones presidenciales en Portugal
● El conservador revalida su cargo al imponerse con un resultado holgado en la primera vuelta a la socialista Ana Gomes
Portugal celebró ayer elecciones presidenciales, y lo hizo al final de una semana de récords de muertes con un nuevo pico máximo de 275 fallecidos por la pandemia de coronavirus. Confinados, los portugueses fueron convocados a las urnas bajo unas medidas de seguridad excepcionales, como la ampliación del número de mesas para garantizar la distancia entre los electores.
Y éstos dieron la victoria en esta primera vuelta de los comicios –según las encuestas a pie de urna de la cadena de televisión pública RTP.– al conservador Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de Portugal y candidato a la reelección, con entre el 57% y el 62 % de los votos. Según esos mismos sondeos, en segundo lugar aparece la eurodiputada socialista Ana Gomes, con entre el 13% y el 16 % de votos, en tanto que la tercera plaza es para el candidato de ultraderecha, André Ventura, con entre el 8% y el 12 % de los sufragios.
De confirmarse las estimaciones, divulgadas con el cierre de las urnas en las Azores –abiertas una hora más por la diferencia horaria–, Rebelo de Sousa aseguraría un nuevo mandato sin necesidad de celebrar una segunda vuelta.
Rebelo ya transmitió a sus compatriotas antes de estas elecciones que no pensaba marcharse “en medio de una caminata tan exigente y penosa”, refiriéndose a la pandemia, que lo ha empujado a seguir como presidente del país durante cinco años que se prevén durísimos.
Templanza, estabilidad y menos emotividad. O en otras palabras, más presidencialismo. Es la propuesta con la que se ha ganado otro mandato Rebelo de Sousa, que calificó estos comicios de “combate decisivo” por el crítico momento que atraviesa el país.
Líder mundial en muertes y contagios por millón de habitantes y al borde del colapso sanitario, Portugal afrontaba unas elecciones presidenciales que, a juicio de este catedrático de derecho y ex comentarista televisivo de 72 años, se resumían en saber si sus compatriotas querían “sustituir un componente esencial del liderazgo en la lucha” contra la covid.
Es el presidente de Portugal quien decreta el estado de emergencia, y también quien puede tender o quemar puentes que faciliten la vida política. No es poca cosa en un país que, acostumbrado a alcanzar consenso sin problemas, experimenta tiranteces tras casi un año de pandemia.
Ser árbitro, al final, no desagrada a Rebelo de Sousa, que en los último cinco años ha mantenido unas excelentes relaciones con el primer ministro, el socialista António Costa, a pesar de ser él mismo de tendencia conservadora. Pero ahora empieza un tiempo nuevo. La pandemia y sobre todo la crisis económica derivada de ella tardarán años en superarse en Portugal, un país que empezaba a conocer la bonanza tras salir de su rescate y que está asumiendo ya que otra mala racha se acerca. Ahora, el presidente electo quiere ser una especie de roca ante esa incertidumbre, dejando de lado los besos, abrazos y selfis con los ciudadanos.