Malditos errores
● El Cádiz recibe gol en 11 de los últimos 12 partidos y está obligado a minimizar los fallos
El partido disputado entre el Sevilla y el Cádiz Club de Fútbol en el estadio Ramón SánchezPizjuán el sábado 23 de enero es la prueba palpable que explica la Liga de tres velocidades que impera en una Primera División compuesta por veinte escuadras con objetivos dispares.
Por un lado está la Liga de los grandes que aspiran a los puestos de privilegio con presupuestos mareantes. Es el caso del Sevilla.
Está también el torneo de la clase media con escuadras que están llamadas a ocupar la parte central de la clasificación y pugnar por el pasaporte para la segunda competición continental.
Y después, el campeonato de los modestos que exprimen todo el sudor en la constante batalla por la permanencia, del que forma parte el Cádiz CF en su condición de recién llegado a la máxima categoría del fútbol español.
El mérito del conjunto de Álvaro Cervera radica en haberse colado en esa Liga de la zona media durante la primera vuelta, consciente de que en cualquier momento puede meterse en la parte trasera.
Ha sido capaz de arañar puntos de la Liga de los grandes con aquellas victorias (siempre históricas) ante el Real Madrid y el Barcelona o el empate que arañó frente al emergente Villarreal. Puntos valiosos que le permiten vivir por encima de sus posibilidades en el ecuador de la temporada.
Pero lo no normal entre un gigante y pequeño es que gane el primero. Sucede en la mayoría de las ocasiones. Para que el modesto tenga opciones de éxito deben conjugarse dos factores necesariamente entrelazados: que el poderoso no tenga un buen día y que el débil raye la perfección. No sucedió ni una cosa ni otra en el SánchezPizjuán y la lógica se cumplió como un rodillo hasta el extremo de convertirse en una tarde más plácida de lo que hubiesen podido imaginar los de Julen Lopetegui.
En Nervión quedó patente la distancia mil kilométrica que existe entre un equipo y otro. El anfitrión, confeccionado para habitar entre los sones de la ‘Champions’. El visitante, con una plantilla más de Segunda que de Primera que depende de su defensa y sueña con su particular título que supondría quedarse en la élite.
Cuando el modesto transforma su férreo entramado defensivo en un sistema dadivoso, el grande suele golpear sin miramientos, sobre todo si en sus filas milita el delantero más en forma del torneo.
En-Nesyri aprovechó cada uno de los regalos de un Cádiz CF que de un plumazo extravió su consistencia: el fallo de Jeremías Ledesma en el primer gol, la falta de marcaje en el segundo y los errores en cadena en el
Los fallos surgen como el peor enemigo de un Cádiz que tiene que corregir y mejorar
tercero. El más grave fue el último tanto, fruto de la pasividad de la zaga.
Demasiado fácil lo puso el conjunto gaditano con su catálogo de equivocaciones. Una derrota que es toda una lección para el futuro.
El Sevilla acumuló tantos méritos como deméritos el Cádiz CF, que sufrió una derrota con un mínimo daño porque lo previsible era una mochila vacía en el viaje de vuelta por la autopista. No rascó un punto que hubiese sido extra en sus cuentas hacia la salvación.
El error es un elemento inherente a la práctica del fútbol. Los amarillos pagan sus fallos y están abocados a desarrollar medidas correctoras para así poder aumentar sus posibilidades de continuar en Primera. Aprender progresar
Por más solidez que muestren los de Álvaro Cervera, una mala decisión en un segundo echa por tierra todo el trabajo.
Lo comprobaron los gaditanos en feudo sevillista después de media hora de resistencia que saltó por los aires en un pestañeo.
La cuestión está en minimizar los fallos. Y no vivir en exclusiva del sistema defensivo siempre que sea posible. La duda es si este Cádiz CF tiene mimbres suficientes para agarrarse a la categoría cuando llega la hora de la verdad y los rivales aprietan de lo lindo. Ahora, en la segunda vuelta, es cuando hay que dar un paso más. El equipo que no lo haga, corre peligro de no cumplir su objetivo.
La segunda vuelta obliga a dar un paso más porque está en juego el desenlace