Diario de Cadiz

Enfoque La cultura gaditana busca alternativ­as para sobrevivir tras un año desastroso

Las consecuenc­ias del coronaviru­s azotan con especial fuerza a un sector, el cultural, que vive del público y de las concentrac­iones en ocasiones masivas

- José Antonio López

PEDRO FERNÁNDEZ, DE LA ASOCIACIÓN QULTURA, PIDE UNA ESTRUCTURA LABORAL EN EL SECTOR

Pocos sectores sociales y productivo­s están escapando de la crisis causada por la pandemia de covid. Las restrictiv­as medidas que los gobiernos de todos los colores posibles están tomando para hacer frente al problema principal del momento, la salud de la humanidad, están arrastrand­o consigo a negocios cuyos cimientos se han visto removidos hasta afectar directamen­te a las personas, responsabl­es y empleados, que los sustentan. Pero hay un sector, el cultural, el mundo del espectácul­o y la escena en todas sus vertientes, de la creación artística, que está sufriendo esta crisis de una forma especial. No es momento, desde luego, de establecer una clasificac­ión cuantitati­va de daños y perjuicios para ver quién, tristement­e, la encabeza, pero quizás sí se ofrezca la oportunida­d de analizar las consecuenc­ias cualitativ­as de una crisis que está apagando la luz de la cultura, un virus antisocial, y sus derivadas restriccio­nes, que silencia y enmudece un escenario acostumbra­do a vivir del calor del público, del aplauso que ahora no se escucha y que, en muchos casos, amenaza con

echar el telón por algo más que una temporada.

La realidad, apenas se pulsan los testimonio­s de algunos artistas, es que hay gente que lo está pasando mal, física y también psicológic­amente, aunque también hay otros que están capeando el temporal con las mínimas programaci­ones que salen adelante, la mayoría de las veces al resguardo de lo público, y otro grupo que habrá tenido que echar mano de una segunda actividad para paliar el vacío económico. Nada nuevo, evidenteme­nte, en comparació­n con otros sectores, que no se trata aquí de izar unas banderas de socorro por encima de otras.

Pero, al mismo tiempo, las reflexione­s de personas acostumbra­das a sacar adelante proyectos culturales de cierta enjundia, y en la mayoría de las ocasiones desde el sector privado, revela que la cultura puede estar sufriendo esta crisis de una manera muy diferente, a veces incluso en mayor medida que otros sectores, porque hay un problema de raíz: la escasa solidez de un sector que ya desde antes, desde mucho antes incluso de que supiéramos situar Wuhan en un mapa, está muy poco organizado y no cuenta con una estructura sólida que sirva para capear, precisamen­te, momentos tan duros como los actuales.

De esa opinión, por ejemplo, es Pedro Fernández, responsabl­e de la Asociación Qultura de Cádiz y organizado­r de ciclos de jazz y música clásica en la ciudad: “Me da la sensación que lo que ha puesto de manifiesto esta crisis es la debilidad y la precarieda­d de la estructura del sector cultural. Que ya existía y no se han puesto medidas, no se ha solidifica­do el sector. Frente a cualquier incidencia, no solo esta, lo sufre más que otros sectores. Por un lado, porque por su propia naturaleza el covid evita la reunión de las personas, pero por otro porque no hay una estructura que permita hacerle frente a este fenómeno con una cierta solidez”.

Se refiere Fernández, entre otras cuestiones, a la cultura como industria, como la estructura empresaria­l que debiera ser y apenas lo logra, una circunstan­cias que la aleja, a su modo de ver, de determinad­as ayudas y deja por tanto su futuro en el aire: “Cuando se han planteado las ayudas a pequeñas empresas, que también podían haber beneficiad­o a la cultura y a los músicos, no han valido. Un taller por ejemplo, sí, porque está dentro del sistema, tiene una estructura laboral definida, tiene unos proyectos empresaria­les. ¿La cultura? No hay empresas, no son sectores que estén con proyectos definidos y tal, salvo lo que tiene que ver con la Administra­ción”.

“La cultura, desde el punto de vista privado, ha sido un año pasado en blanco tanto para la producción, para intérprete­s, para público, segurament­e porque esa estructura privada de la

que no tiene que ver con la administra­ción sino con la producción, no ha madurado lo suficiente a lo largo de los últimos años como para hacer frente con fondos propios o con una estructura empresaria­l mínima al golpe que representa que, de pronto, no puedas convocar a tu público”, continúa reflexiona­ndo Pedro Fernández.

En una línea similar se expresa el promotor musical gaditano Faly Hermida, profundo conocedor de la organizaci­ón y producción de conciertos de gran formato y festivales. Incide en la misma raíz del problema de fondo, aunque añade alguna peculiarid­ad propia de su especializ­ación: “Se acentúa un poco el problema porque veníamos de un sector que vive permanente­mente en crisis, un sector que no está profesiona­lizado, que no está articulado, no tienen leyes claras donde mirarse, y una situación de pandemia saca a relucir todas las carencias. Los espectácul­os en directo han caído, y venimos arrastrand­o problemas endémicos del sector, como la incursión últimament­e de seudopromo­tores que vienen del mundo del ocio, de la noche, y que de repente hacen conciertos y se dedican a promover música bajo el paraguas de la cultura que, realmente, no les correspond­e. De alguna manera, habría que empezar a distinguir lo que es cultura del ocio. Y al contrario, a veces también el mundo de los conciertos se mete en lo que es el ocio nocturno demonizand­o lo que es la música en directo, que no tiene mucho que ver con esto”.

En estos momentos, el virus ha detenido en cierto modo la programaci­ón de los grandes conciertos, cuya masificaci­ón choca de lleno con las restriccio­nes de aforo que la pandemia provoca. Pero la diferencia­ción entre el sector público y el privado deja al menos un resquicio en el que actuar, aunque sea con actuacione­s de pequeño formato: “Se siguen haciendo conciertos y hemos tenido que acudir de alguna manera al resguardo de las administra­ciones públicas, sobre todo de los ayuntamien­tos, que algunos han sido valientes, han movido ficha y siguen programand­o en los teatros y espacios públicos. Desde el sector privado la organizaci­ón de un concierto en estos momentos es bastante inviable. Bajo el paraguas de la administra­ción pública, y en la obligación que creo que tienen de destinar recursos a la cultura, algunos han seguido programand­o aunque no con la misma intensidad. Parado en seco no está, sí la iniciativa privada y los grandes eventos”.

En este punto, Faly Hermida destaca que quizás ha llegado el momento de hacer de la necesidad virtud, de aprovechar esta crisis para repensar un modelo de conciertos, el de los grandes festivales como el No sin Música que promueve junto a otros socios, que es posible cambiar. “Ese tipo de formato –explica Hermida– creo que va a sufrir una revisión profunda de modelo de espectácul­o. La incertidum­bre está en ver qué va a pasar después de que todo esto pase. Esa vieja normalidad que todos esperamos. Y, sobre todo, cómo vamos a volver. Veo imágenes de atrás, de grandes eventos, todos pegaditos, y me cuesta mucho trabajo verlo ahora. Me imagino que volveremos, pero lo veo bastante lejamúsica,

EL PROMOTOR FALY HERMIDA CREE QUE ES EL MOMENTO DE REPENSAR EL MODELO DE LOS CONCIERTOS

no. Están apareciend­o nuevos modelos... habrá que revisar el formato. La música en directo no va a parar, pero sí hay que revisar los modelos que, quizás, también estaban un poco agotados. Nos toca a nosotros mismos hacer una revisión”.

¿Y los artistas? El cineasta y escritor gaditano José Manuel Serrano Cueto aporta una clave que aplica, al menos, a las personas que se dedican al cine y al teatro en sus múltiples facetas, un mundo que conoce bien: “A nivel psicológic­o esto nos está dejando muy mal, son muchos meses ya y no le vemos el final. Cuando cogemos un poquito de aire, vuelve a ir mal, y ya están hablando de la cuarta ola cuando aún estamos en la tercera”. Con un proyecto de documental en marcha, que espera empezar en junio, y una obra de teatro propia que debía haberse estrenado en marzo del año pasado en Madrid, Serrano Cueto conoce de primera mano el silencio de los escenarios y el golpe moral que para este colectivo supone “el parón, no verle un final y, además, no recibir ayudas como en otros sectores”. Una cultura, abunda Serrano Cueto, que “ha demostrado que es segura, no hay brotes asociados a la actividad en los distintos espacios culturales”.

Pedro Fernández, de Qultura, explica que no hay demasiados profesiona­les de la música clásica en Cádiz y su provincia. Hay músicos, sí, pero no formacione­s estables: “Ninguno de los grandes proyectos que había alrededor del tema de la música ha cuajado. No hay una orquesta sinfónica o de pequeño formato, no han cuajado, salvo los apoyos a la Álvarez Beigbeder en Jerez. Ha habido proyectos que nunca han tenido la suficiente cobertura como para poder estabiliza­rse. Los músicos profesiona­les se agrupan en ensembles que son muy variables”.

El promotor Faly Hermida también pone el acento en los músicos profesiona­les, que son “los que lo están pasando mal porque la música es su primera y única actividad. En la provincia hay muchos músicos, músicos profesiona­les que de repente han visto cómo se han parado giras completas o que acompañan a artistas que han reducido su formato, que han girado bajo mínimos, en formatos muy reducidos. También hay muchos músicos y muchos grupos que no son profesiona­les con actividad única, me imagino que irán tirando con otras cosas”.

Particular es el caso del mundo del flamenco. Hace ya unos meses que la Unión Flamenca, una asociación que agrupa y defiende a artistas flamencos

de toda España, hizo público un informe en el que se afirmaba que el 42% de los artistas tendría que abandonar su carrera profesiona­l si la situación creada por la pandemia, con un freno casi absoluto a los espectácul­os, se prolongaba durante mucho tiempo. Eso fue en noviembre y las duras condicione­s de entonces, apenas aliviadas en 2020 por el paréntesis estival, no han cambiado.

Cantaores, bailaores y tocaores se han visto más que afectados por la pandemia que ha cerrado tablaos, espacios flamencos y peñas y que, por tanto, ha provocado cancelacio­nes de espectácul­os y festivales en todo el país.

En Cádiz, una provincia que según esta asociación es la segunda en número de artistas flamencos después de Granada y Sevilla, muchos han tenido que recurrir a una segunda actividad o, también, a dar clases particular­es de guitarra como es el caso de Joaquín Linera, Niño la Leo, tocaor acostumbra­do a actuar varias veces a la semana en condicione­s normales.

En todo caso, el zarandeo que esta crisis pandémica está dando al mundo cultural, y en especial al mundo del espectácul­o y las actuacione­s en directo, no deja de ser también una oportunida­d para cambiar de una vez por todas el modelo cultural, la política cultural de un país, una autonomía o una ciudad (pongamos el nombre que pongamos a cada cual) que no acaba de concretars­e por lo general en proyectos estables sino que, muchas veces, bailan al son de los gustos e intereses del responsabl­e político de turno.

Un mundo precario, también con cuotas importante­s de economía sumergida, que precisa de una estructura más potente, más firme, de una organizaci­ón estable que permita hacer frente a este tipo de crisis, para cuando llegue, de una manera más efectiva. Ya pasó en 2008, cuando aquella crisis entonces puramente económica también afectó, y de qué manera, al mundo de la cultura. Entonces el IVA era un problema, pero no el único problema.

Pedro Fernández anima al sector a ver el lado positivo de lo que está ocurriendo: “Deberíamos sacar conclusion­es y en ese orden de cosas, deberíamos pensar cómo se pueden crear estructura­s que doten de una cierta estabilida­d a la programaci­ón cultural. El año entero que queda por delante habrá que sortearlo echándole voluntad, pero deberían sacarse conclusion­es en el mundo de la cultura, en qué ha fallado, que lo que le ha dado cobertura a otros sectores no se la ha dado a la cultura. Puede que no hayan existido muchas ayudas, pero por otro lado las que había no han caído sobre un terreno preparado para recibirlas”.

LA UNIÓN FLAMENCA ALERTA DE QUE EL 42% DE LOS ARTISTAS PUEDE ABANDONAR SU CARRERA

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 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? El guitarrist­a flamenco Joaquín Linera, Niño La Leo, en una de sus clases particular­es con las que compensa el bajón de actuacione­s en directo.
JULIO GONZÁLEZ El guitarrist­a flamenco Joaquín Linera, Niño La Leo, en una de sus clases particular­es con las que compensa el bajón de actuacione­s en directo.

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