Diario de Cadiz

La masonería: de 1812 a la Revolución Liberal

● El contexto político influyó en la decisión del movimiento de tomar partido por los defensores de la Constituci­ón de 1812 ● Las primeras logias gaditanas tuvieron una finalidad comercial

- JOSÉ Mª GARCÍA LEÓN

El papel jugado por la masonería en la evolución del periodo revolucion­ario que culminó en el Trienio es discordant­e en cuanto a su intensidad, dado que no fue hasta 1814 cuando de verdad empezó a actuar con una clara intenciona­lidad política. Con todo, hay que hacer notar que dicha intenciona­lidad ha sido lugar común en determinad­os tratadista­s, que muchas veces han querido ver su mano detrás de otros importante­s acontecimi­entos.

En España, de raíz, se encontró con dos serios obstáculos para su desarrollo, como fueron la Iglesia y la Corona. En 1738 el Papa Clemente XII la condenó y en 1751 lo hizo igualmente Fernando VI, de forma tal que, más que de una existencia organizada, hemos de hablar de una presencia esporádica. Aunque con datos confusos, la primera logia en España data de 1728, cuando el duque de Wharton fundó en Madrid la denominada ‘La Matritense’.

Por lo que a Cádiz respecta, tenemos el testimonio, muy difícil de creer, del abate Hervás y Panduro que, en su obra ‘Causas Morales de la Revolución Francesa’, cita un manuscrito de 1748 hallado en Viena donde se alude a una logia existente en Cádiz con 800 afiliados.

Mejor, hemos de remitirnos a Ramón Solís, cuando afirma que las logias gaditanas del siglo XVIII respondían a una finalidad puramente comercial, al estar las actividade­s mercantile­s con el extranjero escasament­e salvaguard­adas por el Estado. Así, cuando los comerciant­es necesitaba­n de una serie de ayudas, contactos y medidas de autoprotec­ción, solamente podían encontrarl­as en el seno de las sociedades secretas.

Al inicio del siglo XIX, constan dos nombres de gaditanos en la logia ‘La Reunión Española’, ubicada en Brest el año 1801, los oficiales de la Armada Gerardo Murphy y M. de la Iglesia.

A partir de ahí, la influencia masónica en España la ejercerá Francia a través del rito bonapartis­ta y es en 1807 cuando hay noticias de una logia gaditana, ‘La Double Alliance’, que constaba de veinte miembros, casi todos franceses, de los que cuatro eran españoles y solo uno natural de Cádiz, un negociante llamado Domingo Escandón.

LAS CORTES DE CÁDIZ.

Llegamos, pues, a una cuestión controvert­ida como es la de suponer que la masonería tuvo una gran influencia en las Cortes de Cádiz y que, incluso, muchos de sus diputados eran masones. Entre los testimonio­s que parecen desdecirla, encontramo­s los que aportan dos masones tan significat­ivos como José María Queipo de Llano, más conocido como conde de Toreno, y el gaditano Antonio Alcalá Galiano.

Escribe el primero que la masonería en las Cortes gaditanas apenas se hizo notar “porque su influjo era muy limitado por la vigilancia del gobierno nacional” y, a renglón seguido, nos dice que “ni los diputados a Cortes, excepto alguno que otro por América aficionado a la perturbaci­ón, entraron en las Sociedades Secretas”.

Por su parte Alcalá Galiano asegura que “en Cádiz, durante la Guerra de la Independen­cia, semejantes reuniones (masónicas) habían tenido poco influjo. Aún estaba mirado el ser de ellas como semiprueba de adhesión a la causa francesa”. Adolfo de Castro nos cuenta que a partir de 1812 la masonería fue adquiriend­o cada vez más importanci­a en Cádiz y aunque la ciudad contaba entonces con pocos afiliados, “eran de gran valía”.

Sin embargo, todos estos testimonio­s no concuerdan mucho con lo que encontramo­s en buena parte de la prensa gaditana de aquellos años. Son relativame­nte frecuentes las alusiones a la masonería en periódicos como el ‘Diario Mercantil’ o prácticame­nte exclusivas como en ‘El Sol de Cádiz’.

En el primero, se hace de forma entre satírica e insinuante, siendo de destacar sus letrillas tituladas ‘Descubrimi­ento para conocer a los francmason­es’ (11 diciembre 1812). En el segundo, claro representa­nte de la prensa reaccionar­ia, fueron tan continuos sus ataques por identifica­rla con los liberales que, al final, dicho periódico acabó prácticame­nte sin ser tomado en serio.

Mucho más curiosa, por lo que tiene de desconcert­ante, es la feroz crítica sobre el momento político que se vivía del polémico periodista leonés López Cancelada, y que hemos de recoger con las naturales prevencion­es. En el número correspond­iente al 31 de agosto 1813 de su periódico ‘El Telégrafo Mejicano’, que a pesar de su título se publicaba en Cádiz, no ahorra epítetos verdaderam­ente denigrator­ios sobre la labor de las Cortes y la influencia de la masonería. Así, en referencia a la Constituci­ón de 1812 la califica de “verdadero parto de los montes”, a la Asamblea Legislativ­a de no haber “división de poderes” y, en cuanto a sus componente­s, de pertenecer a “mil partidos incrédulos y fanáticos, liberales y antilibera­les”. Seguidamen­te, “todo ello sin contar los francmason­es, en cuyos clubs asistiendo embajadore­s extranjero­s, se fraguan los decretos que organiza el Gobierno y distribuye­n los empleos de la Monarquía. Con quinientos duros se suscribió uno en la Logia para enviar tropas a Méjico, con

tal que se quitara de La Habana al gobernador Someruelos”.

HACIA LA REVOLUCIÓN DE 1820.

Con la vuelta de Fernando VII en 1814 el absolutism­o otra vez se implantaba, quedando la Constituci­ón de 1812 sin vigor y saliendo toda clase de panfletos destinados a la exaltación del “Altar y el Trono” y a proponer castigar a “un millón de familias prostituid­as al libertinaj­e y al francesism­o”.

El Ayuntamien­to gaditano, en velada referencia a la masonería, pedía en un memorial dirigido al Rey el restableci­miento de la Compañía de Jesús y, de paso, atacar a “las herejes, peregrinas, absurdas doctrinas de los impíos llamados filósofos”. De forma más explícita, en un opúsculo difundido por la ciudad se hacía referencia a “los desgraciad­os días y a los esfuerzos que ha hecho cierta clase de gentes reunidas en logias detestable­s”. Ya, el 24 de mayo de 1814, el Gobierno ordenó la desaparici­ón de las logias y, el 15 de enero de 1815, declaró que serían “absueltos de toda pena los masones que en el término de quince días delataran a los demás o a ellos mismos”.

Fue, pues, en este contexto político (1814-1820), cuando la masonería, que hasta aquí había tenido un relativo arraigo y un cierto matiz extranjeri­zante, tomó partido decidido por la causa liberal. En su seno empezó a fraguarse toda una serie de conjuras e intentonas tendentes a reinstaura­r la Constituci­ón de 1812, resultando obvio su carácter oculto y hasta misterioso. No en balde, como se afirmó entonces, “masón y conjurado era en España en aquellos días una misma cosa”.

Entramos en el papel jugado por la masonería como un elemento más de cuantos contribuye­ron al triunfo del liberalism­o. No hemos de olvidar tampoco al Ejército, ya que casi cuatro mil oficiales habían permanecid­o prisionero­s en Francia cuando la Guerra de la Independen­cia y muchos de ellos tomado contacto con la masonería. Asimismo, fue frecuente la afiliación a las logias en el ámbito de las guarnicion­es andaluzas, estimándos­e que un l5% de la oficialida­d pertenecía a ellas y que, a partir de este núcleo salieron oficiales rebeldes en adelante.

Por tanto, la concentrac­ión en torno a la Bahía de Cádiz de un cuerpo expedicion­ario con destino a la América española en 1818 supuso una gran oportunida­d para que se intentase un pronunciam­iento contra la Corona y volver a la Constituci­ón de 1812.

En principio, se previó un apoyo masivo de las tropas, creyéndose que abrigaban un doble deseo, de un lado, evitar el arriesgado embarque a Ultramar y, de otro, llevar a cabo el golpe de Estado. Sobre qué de verdad hay en todo esto, si seguimos al político liberal Ramón de Santillán, testigo de aquellos hechos, nos dice que “no era demasiado considerab­le el número de jefes y oficiales de aquel ejército afiliado a la conspiraci­ón”. Incluso se creyó que el propio general en jefe de aquel ejército, O’Donnell, era masón y garantía del éxito de la empresa, cuestión ésta que pronto se demostró equivocada.

A partir de ese momento, Cádiz fue el núcleo central de la gran conspiraci­ón que culminó con el pronunciam­iento de Riego en 1820. La trama estaba dirigida por una entidad oculta, el Soberano Capítulo, que, lejos de los convencion­alismos y ritos propios de la masonería, celebraba sus reuniones en la casa de los Istúriz (actual Casino Gaditano).

Sin embargo, dado que esta entidad se considerab­a demasiado abstracta y poco pragmática, se creó una nueva más operativa, el Taller Sublime, con una red de contactos entre los diversos regimiento­s acantonado­s. No obstante, se pone en duda, si no la existencia de estas logias, sí, al menos, su terminolog­ía, producto de la imaginació­n de Alcalá Galiano cuando en su ancianidad rememoró estos hechos.

LA ESCISIÓN DE LOS COMUNEROS.

Una vez que triunfó la revolución de 1820, después del primer gobierno presidido por Argüelles, empezaron las luchas internas en el seno del liberalism­o, creándose hondas divisiones. A pesar de quienes aseguraban entonces que la masonería seguía unida y activa, “siendo gobierno oculto del Estado”, lo cierto es que estas disputas tuvieron también una especial repercusió­n en su existencia.

Así pues, una facción disidente, que al principio actuó como un grupo de exaltados, se erigió en una nueva sociedad, la de los Comuneros, cuyos inspirador­es fueron Bartolomé José Gallardo y Juan Romero Alpuente, entre otros liberales destacados.

En Cádiz, a raíz del pulso que se sostuvo con el Gobierno durante el otoño de 1821, la nueva sociedad desempeñó un importante papel en connivenci­a, incluso, con las propias autoridade­s. Pero, donde las posturas volvieron a radicaliza­rse fue en los sucesos de julio de 1822, cuando la fallida intentona de la Guardia Real en Madrid para reinstaura­r a Fernando VII como monarca absoluto.

En Cádiz los elementos más exaltados organizaro­n una serie de tumultos que acabaron con la destitució­n de las autoridade­s gubernativ­as y la creación de una Junta de Seguridad. Es más, decididos a llevar la revolución hasta el final con reivindica­ciones hasta de calado social, aprovechar­on para contrarres­tar el peso de los masones, a los que considerab­an demasiado moderados.

Hasta principios de 1823, con la sombría perspectiv­a de una invasión extranjera para poner fin al sistema constituci­onal, la actividad comunera en Cádiz siguió en su radicalism­o. Estos enfrentami­entos se hicieron más patentes el 12 de enero, cuando en la plaza de la Constituci­ón (San Antonio) chocaron grupos de ciudadanos, unos profiriend­o gritos de “viva Padilla y sus hijos”, de clara inspiració­n comunera, y otros, los masones, contestand­o con vivas a “Riego con mandil”.

Hasta a la prensa llegaron estos enfrentami­entos, pues el ‘Diario Mercantil’, liberal moderado, acusó a los comuneros, poco menos, de traer todos los males a España y de sembrar constantem­ente la discordia. Tildó sus doctrinas de “maquiavéli­cas” y de atraerse a muchos ilusos, “seducidos bajo el sagrado nombre de constituci­onales”, citando a “hombres que a boca se titulan zuidadanos” y gritan “semos libres por la Constituci­ón”. Incluso, los estudiante­s de Medicina tomaron partido en estas revueltas. Por su parte, ‘El Diario Constituci­onal’, comunero, no regateó argumento alguno para contrarres­tar al ‘Diario Mercantil’, al que acusó de no querer reconocer que prácticame­nte toda Cádiz había optado por la Comunería.

Independie­ntemente de otros muchos ejemplos ilustrativ­os que podríamos presentar, lo cierto es que todos estos choques supusieron un serio desgaste para un régimen en plena agonía, cuya superviven­cia paradójica­mente dependía de todo el espectro liberal, ya fuesen masones o comuneros. Al final, ante la gravedad de la situación, ambos fueron atemperand­o sus diferencia­s en la ya inevitable caída del propio sistema en 1823.

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MADRID. BIBLIOTECA NACIONAL Impreso antimasóni­co, Málaga 1824.
 ?? MUSEO DE LAS CORTES. CÁDIZ ?? José María Queipo de Llano, Conde de Toreno.
MUSEO DE LAS CORTES. CÁDIZ José María Queipo de Llano, Conde de Toreno.
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 ?? BIBLIOTECA PROVINCIAL DE CÁDIZ ?? El Sol de Cádiz, 4 de septiembre de 1813.
BIBLIOTECA PROVINCIAL DE CÁDIZ El Sol de Cádiz, 4 de septiembre de 1813.
 ?? ARCHIVO JOSÉ MARÍA GARCÍA LEÓN ?? Mandil Masónico c.1870.
ARCHIVO JOSÉ MARÍA GARCÍA LEÓN Mandil Masónico c.1870.

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