Pregón de Quiñones y Final con aviso de bomba
● Aquel año también fue el de la participación de ‘Las Molondritas’ fuera de Concurso y el de cuatro cuartetos en la finalísima
La década de los 80 irrumpía en el Carnaval gaditano no con la Movida pero sí con una fiesta bien movida. Así, además del pregón del queridísimo escritor Fernando Quiñones, la Final del Concurso Oficial de Agrupaciones se recordará como la final en la que las fuerzas de seguridad tuvieron que intervenir en el Gran Teatro Falla por una aviso de bomba.
Empecemos por el susto. Tres llamadas telefónicas anunciando la colocación de diferentes bombas en el Gran Teatro Falla se recibieron en el 091 la tarde del 14 de febrero de 1980, como antesala de una Final cuyos porlegómenos también estuvieron marcado por las actuaciones en las escaleras de la Facultad de Medicina de tres comparsas con finalistas de aquel año.
Inmediatamente después de recibirse estos avisos, se personaron en el teatro artificieros de la Policía Nacional para registrar todo el edificio. Igualmente acudieron inspectores del Cuerpo Superior de Policía y agentes de la Policía Local. Los agentes decidieron cerrar todas las puertas de acceso al teatro y, tras el registro ,se abrió una de ellas como única entrada para que el público accediera a la sesión. Eso sí, siendo registrados, previamente.
Mientras tanto, en las escaleras de la Facultad de Medicina, y ante numeroso público, las comparsas ‘Cuba’, ‘Caleta’ y ‘Los luceros del alba interpretaron pasodobles y cuplés que el respetable coreó sumando además el grito de “el jurado dice no, el pueblo dice sí”. Estas actuaciones terminaron cuando comenzó la gran final.
Por otra parte, sobre la una de la mañana, un grupo de personas comenzó a tirar botellas vacías contra la policía y las puertas del Falla. Tuvo que acudir un vehículo con Fuerzas del Orden para dispersar a los alborotadores. Mientras tanto, en el interior del teatro las actuaciones se sucedían con total normalidad y el alcalde, Carlos Díaz, acudió a los camerinos para saludar a los componentes de las distintas agrupaciones.
Agrupaciones que consiguieron la gloria como Los pequeños cantores del Viena, primer premio de coros; una modalidad en la que también salieron vencedores ‘Los viñeros’ y ‘La mascarada’, como segundo y tercer premio, respectivamente y ‘Estampa criolla’, en la categoría provincial.
En esta categoría diferenciada de las agrupaciones de la capital ganó un primero la inolvidable comparsa de El Puerto, ‘Los simios’, mientras que el segundo fue para Embrujo y el tercero para Tiroleses. Los premios principales de Cádiz selo llevaron ‘Payos y Gitanos’, de Pedro Romero, ‘Los cholos del altiplano’ y ‘Los guanches’.
Las chirigotas locales tuvieron a ‘Los monos sinvergüenzas’ de Juan Poce como ganadores y a ‘Trigolín y las letras locas’ y ‘Las niñas del hula-hop’ como segundo y tercero; mientras que en provincial ganaron, por orden, ‘Las danzarinas locas’, ‘Paco Sandía y sus zagales jartos garbanzos’ y ‘Los vejetes desastrosos’.
En cuartetos se dio una circunstancia que el tiempo revelaría como excepcional, la de cuatro cuartetos en la final ‘Mario Carmelo y sus muñecos’, el vencerdor, ‘Romeo y Julieta y dos que le dan a la chuleta’ (segundo), ‘El comandante Custok y los que se tiran al pilón’ (tercero y ‘Rodriguito de Vivar, dos vivales y Mustafá’ (primero de provincial). Tuvieron que pasar 38 años, en la final de 2018, para que se repitiera este número en la finalísima.
Otra singularidad de aquel año fue la aparición de la chirigota femenina ‘Las molondritas’, que actuaron en el Falla pero fuera de Concuro.
Por otra parte, pierrots, arlequines, polichinelas, bufones y cualquier otra máscara, desde el simple antifaz y un plumero, fueron los protagonistas de la gran noche del Carnaval, que tuvo su punto culminante en la gran mascarada organizada por el Ayuntamiento en el Falla y en la que fue elegida la “diosa”. Pregonó la fiesta el escritor Fernando Quiñones. “Un pregón que estuvo lleno de gracia, archipopular y fundamentalmente gaditanísimo”, como recogía este periódico que llamaba la atención sobre la corona “de mojarras naturales” de un Quiñones ataviado como un senador romano.