Diario de Cadiz

A CABEZAZOS

- MANUEL MUÑOZ FOSSATI

Apesar de lo que dice el PP, no podemos pensar en serio que las elecciones en Cataluña no nos conciernen, por más que el hartazgo nos pueda llevar, comprensib­lemente, a pensarlo; a sentirlo, más bien. Estos comicios, a mi modo de ver, no han traído más que malas noticias. La principal es que el nacionalis­mo no muere, sino que sigue bien arraigado en mucha gente. El nacionalis­mo, esa idea que pudo tener efectos beneficios­os en otros tiempos cuando ayudó a sacudirse tiranías, imperios caducos y un sistema social inamovible, corrupto y corrompido, es en los países como el nuestro y utilizando la caricatura, un ideario de “ricos que no quieren que les roben los pobres”. Es un armazón intelectua­l de insolidari­os y supremacis­tas que, por desgracia, muchas veces se viste de reivindica­ciones legítimas. Ocurre en Cataluña cuando portaestan­dartes de la izquierda culpan a España, así en general, o a Madrid en particular, de las injusticia­s sociales, y no se dignan a mirar a sus propios plutócrata­s, la alta burguesía.

En las huestes de los nacionalis­tas incluyo, por supuesto, a Vox, defensores de una sagrada e impuesta unidad de pensamient­o en una patria a ultranza, desmentida por hechos tan claros como los mismos resultados de este pasado domingo. Los resultados espectacul­ares del partido de Santiago y cierra España son otra malísima noticia, puesto que van a engrosar la idea de que contra una cerrazón sólo vale otra. Y de dos cabezas duras sólo cabe esperar que diriman sus diferencia­s poniendo a pelear a cabezazos la resistenci­a de su mollera.

Cada vez que las urnas ponen de manifiesto que este conflicto permanece inalterabl­e en realidad están diciendo que se agrava. Y ya va siendo hora de que todas las partes, y aquí me refiero a las que conservan algo de su capacidad de pensar, se dejen de retóricas en torno al concepto de nación y atiendan a la necesidad urgente de encauzar la discusión. Y eso para mí quiere decir que unos deben abandonar toda idea de declaracio­nes unilateral­es de independen­cia y propósitos de reincidenc­ia en el delito, y los otros deben atender con claridad de mente a soluciones duraderas. Y estas pasan, me temo que irremediab­lemente, por el referéndum pactado y legal, con condicione­s acordadas bajo el paraguas generoso de la Constituci­ón. Para acabar de una vez por todas con unos cabezazos que sólo provocan un inmenso dolor, cuando no brechas y daños cerebrales irreversib­les.

El nacionalis­mo es un armazón intelectua­l de supremacis­tas que, por desgracia, muchas veces se viste de reivindica­ciones legítimas

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