Una fundación holandesa ocultó el entramado financiero de Abengoa
Stichting Seville (Fundación Sevilla) hizo de pantalla desde Amsterdam sobre quiénes son los beneficiarios del pago de intereses y comisiones desde la reestructuración de 2017
El actual accionista de referencia de Abengoa, la sindicatura Abengoashares, que agrupa a más de 2.000 propietarios de títulos de la matriz de la multinacional andaluza fundada en 1941, denunció el pasado jueves el “expolio” del grupo industrial por parte de “la banca y los fondos buitre” a través de la “imposición de condiciones leoninas”, que generaban “intereses y comisiones usureras” en las reestructuraciones financieras ejecutadas en el grupo en 2017 y 2019. Cifraron ese expolio en más de 3.000 millones de euros y pusieron el acento sobre el entramado de sociedades en Luxemburgo para facilitar y ocultar esos pagos en esas reestructuraciones.
Pero la estructura societaria y financiera montada por los administradores de Abengoa en lo que se comunicaba al mercado como el reflotamiento de la compañía se corona con una fundación holandesa, denominada Stichting Seville (literalmente, Fundación Sevilla en holandés), que es el propietario único de la sociedad luxemburguesa ABG Orphan Holdco, que es la que prestó el nuevo dinero en la reestructuración de 2017 y tenía derecho por tanto al cobro de la gran mayoría de los gastos financieros que denuncian los accionistas.
Stichting Seville fue liquidada en diciembre de 2019, según comprobó este diario en el registro holandés, una vez ejecutada la segunda reestructuración de Abengoa en la primavera de ese año, una operación supuestamente planteada para dar liquidez y avales al grupo, pero que permitía eliminar parte del entramado creado y crear instrumentos financieros que potencialmente permiten a los acreedores quedarse con el 100% del grupo a través de sus filiales.
Se trata de un proceso largo y muy complejo ejecutado desde que se declaró el preconcurso en noviembre de 2015, levantado un año después, hasta el momento actual en el que la matriz está en concurso y en riesgo cierto de quiebra. Un proceso que visto ahora en su conjunto tiene una lógica y continuidad que fue difícil de ver cuando se fueron anunciando los distintos pasos, siempre presentados como elementos necesarios para la salvación del grupo y no para el “expolio” denunciado por los accionistas, “aprovechando la debilidad financiera” de la multinacional, según denunció Abengoashares.
Fuentes de la sindicatura de accionistas, que desconocían la existencia de esta fundación cuando se lo desveló este periódico, sospechan que este entramado societarios en Luxemburgo y Holanda se ha usado para “evadir impuestos y ocultar a los beneficiarios”.
Un repaso cronológico de lo sucedido en los últimos cinco años y medio en Abengoa contribuye a entender esa continuidad temporal en ese proceso que los propietarios de la compañía describen como un “expolio”.
Los problemas de Abengoa comienzan en 2015, con la crisis de liquidez que generaron las transferencias de capital propio que tuvo que realizar a proyectos internacionales que desarrollaba, especialmente en Iberoamérica, y llevaron a la empresa a comunicar al mercado una ampliación de capital de 650 millones de euros, que fue aprobada definitivamente por el consejo el 13 de septiembre de ese año.
Al día siguiente, el Banco de Santander, impuso “como condición indispensable e inexcusable para el buen término de la operación” que el presidente ejecutivo de la compañía en ese momento, Felipe Benjumea Llorente, “abandonara su cargo para mejorar la imagen de eficacia en la gestión de la sociedad”, según sentenció como hecho probado la Audiencia Nacional, que seguidamente añadía: “Esta novedosa imposición, inicialmente desconocida por los representantes de
HSBC Bank pero luego plenamente consentida, impidió que la suscripción del acuerdo de aseguramiento de la ampliación se efectuara el previsto 14 de septiembre de 2015”, ya que el banco británico pospuso la firma por el “radical cambio en el gobierno corporativo” que supuso el cese de Benjumea.
A partir de esa imposición, la ampliación de capital fracasó y nunca se llevó a efecto.
El 8 de noviembre de ese año, Abengoa comunica al mercado la firma de un acuerdo con Gonvarri, que entraba como socio industrial en el grupo. Pero esa operación también fracasó porque los dueños de referencia de Gonvarri, la familia Riberas (también lo son de Gestamp), rompieron el acuerdo y renunciaron a la operación, por lo que el 25 de noviembre de 2015, Abengoa comunicó que presentaba preconcurso de acreedores.
A partir de ahí se desarrolla el proceso de reestructuraciones financieras pilotadas por Gonzalo Urquijo, primero como asesor y después como presidente ejecutivo del grupo. El contrato de la primera reestructuración se anuncia a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el 24 de septiembre de 2016. Implicaba una quita del 97% de la deuda de la matriz, que pasa de 12.700 millones a cierre de 2016 a 1.093 millones a 31 de diciembre de 2017.
Esa reestructuración crea dentro del organigrama societario de Abengoa dos grupos de sociedades luxemburguesas, las denominadas ACIL Luxco (que contienen los activos y garantías de las concesiones, incluyendo la participación en Atlántica Yield) y las A3T Luxco, con las garantías y el activo del proyecto A3T de cogeneración en México.
Tras liquidar al final de 2019 la fundación, sitúan a la matriz en causa de disolución