BERNARDO PALOMO
aplastante y descarnada realidad existente. En aquellos territorios, la artista ha conocido de primerísima mano la problemática, llenándose de los infinitos esquemas de un pueblo con muchos registros, tanto existenciales como culturales. Allí colaborando estrechamente con ellos ha asumido muchas de sus costumbres; por eso la obra que ha ocupado los espacios del antiguo recinto militar gaditano está llena de muchos de esos rasgos distintivos captados en la vivencia íntima con la gente; especialmente de las infinitas manifestaciones coloristas que se encuentran
Kimika es una artista japonesa que está en posesión de un sabio, lúcido y
Las melfas saharahuis de Kimika son las obras de las mujeres oprimidas del pueblo
en torno a la vida de las mujeres saharauis. Muchas de las obras presentadas están realizadas con trozos de telas coloristas provenientes de la vestimenta tradicional de la mujer, la melfa, que ellas han ido entregando a Kimika para componer bellos lienzos donde el expresionismo de la forma juega un papel importante desde la pasión cromática que comportan. Estas vistosas telas, tintadas a mano, son los elementos compositivos de la obra de la artista, funcionan como un magnífico y particular caleidoscopio de imposibles y bellísimas formas donde la realidad extrema de la entidad del pueblo se abre expectante en un desarrollo cromático de especialísima singularidad.
La obra de Kimika es distinta, única, extrema, personal e intransferible, como el mundo extremo de la mujer saharaui que se convierte en la obra de la artista en una referencia absoluta para introducirnos en un universo cercano pero alejado de los intereses de casi todos. Las melfas de Kimika son las obras de las mujeres oprimidas, el propio sentido de una mujer que expande verdad y vida, como los máximos colores que construyen bellas formas desde una naturaleza dura donde lo real es tan apabullante como esa plástica inquietante de una artista cuyo trabajo va mucho más allá del propio sentido material de su obra.
En unos momentos existenciales de especial dureza, la obra de Kimika atempera el drama y abre una ventana de esperanza dentro de la aplastante realidad que encierra. Es Kimika una artista que ya nos ofreció parte de su inquietante trabajo en la Neilson Gallery de Grazalema y que, después de atravesar muchos desiertos personales vuelve con una fuerza desmedida a ofrecer su apasionante y gestual forma plástica.