Del perdón a la supervivencia
El Atlético, que se adelantó en el marcador con un gran tanto de Luis Suárez, deja vivo al Real Madrid, que iguala al final por medio de Benzema Courtois sostuvo a los blancos
hasta terminar en su territorio, expuesto a lo que finalmente sucedió.
Mandó desde el minuto 15 con el 1-0 que inventó Marcos Llorente. Es puro desborde. Por velocidad, por potencia y por determinación. El 14 jamás duda. Partió de interior derecho, pero es extremo, medio de contención, delantero o lo que le proponga cada momento. Por fe y por rapidez, Llorente ganó esa pelota que le había entregado ajustada Trippier. Y por visión y pausa, luego, aguantó el desmarque de Luis Suárez para ponerle a disposición el gol, que no habría sido tal sin su definición perfecta, imparable, a la altura de su dimensión incontestable.
Una resolución del goleador que es el 9 uruguayo, que siempre está ahí, aún en su peor racha de rojiblanco. Siempre resurge. No hay mejor ejemplo que el gol. En cuanto recibió visionó la colocación de Courtois para superarle con el exterior del pie derecho.
No hay duda del mérito en tal acción, que también descubrió los desajustes del Madrid de una forma impropia de un aspirante a todo como debe ser él cada curso. La aparente simpleza con la que el Atlético desbordó su presión arriba y armó el 1-0 puso en evidencia al conjunto blanco, a contracorriente desde el principio.
En el primer tiempo, lo desarmó el Atlético por la presión alta inicial, lo superó con la contundencia del gol y lo controló con precisión, más allá de un par de amagos de Benzema, listo en el once, y una volea de Casemiro.
Pero el derbi está siempre en el mínimo margen del más pequeño detalle. Pudo serlo el penalti que reclamó el Real Madrid por una mano de Felipe. Lo revisó el VAR e invitó al árbitro Hernández Hernández a ver la jugada por el monitor a pie de campo: no la consideró pena máxima.
Se jugó a lo que quería el Atlético hasta la hora de partido, quizá más, dentro de los parámetros que él había preestablecido, el Real Madrid resurgió en el tramo final, aunque la realidad es que fue su portero, Courtois, el que lo sostuvo vivo en el inicio del segundo tiempo, sobre todo frente a Yannick Carrasco.
Con esa intervención, también sin la que hizo instantes después a Luis Suárez, o sin el despropósito que remató Correa luego, el Real Madrid esquivó el 2-0, mientras transmitía la complejidad de superar a la defensa local y, en su área, respiraba aliviado con el perdón parcial del Atlético.
Sin Courtois, ya no habría Liga para el Real Madrid. Con él y con Benzema, también quizá por el paso atrás otra vez del equipo rojiblanco, sí la hay. Las dos primeras las detuvo, gigantesco, Oblak; la siguiente, ya en el 88, la transformó el delantero francés en el 1-1, en el empate con el que sobrevive en el campeonato.