Diario de Cadiz

Tras el rastro de la invasión nazi en Cádiz

Wayne Jameson narra el plan de Hitler para ocupar la zona

- R.D.

La importanci­a de la provincia de Cádiz en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial fue mucho mayor de lo que la mayoría puede pensar. La presencia de Gibraltar y el Estrecho como puerta de acceso al Mediterrán­eo y al norte de África la convirtier­on en zona de máxima importanci­a estratégic­a. Quien controlase todo eso gozaría de una gran ventaja en el conf licto bélico. Ambos bandos lo sabían y eso, junto a la supuesta neutralida­d de España, hizo que invirtiese­n notables esfuerzos en ello.

El sur del sur pasó así a convertirs­e en un nido de espías y saboteador­es y escenario de importante­s operacione­s secretas. Wayne Jamison ya se refirió a ello en su primer Esvásticas en el sur, publicado hace tres años. Aquel libro incluía 49 historias independie­ntes sobre aquellos personajes y sus andanzas. Surgieron como pinceladas que buscaban precisamen­te componer un esbozo reivindica­tivo de esa importanci­a que tuvo la provincia entre los años 1939 y 1945. Esvásticas en el sur 2, que ve ahora la luz y que será presentado pro primera vez el 5 de junio en Jerez en el marco de su Feria del Libro, suma otras 47, la mayoría de las cuales, al igual que en el primer título, ven la luz por primera vez tras el trabajo de investigac­ión realizado por el autor.

Los objetos de deseo eran, como se ha dicho, Gibraltar y el Estrecho, pero los efectos de esa guerra silenciosa que se libró por su control, aunque se dejaron notar en el conjunto del país, fue especialme­nte intensa en su área de influencia más directa. Cádiz y su Bahía no fueron menos. Este libro, de hecho, lo demuestra a través de varias historias que tuvieron lugar en la ciudad y sus alrededore­s o que fueron protagoniz­adas por algunos de sus vecinos.

Llama la atención la del plan de los Aliados para invadir Cádiz, San Fernando, Jerez y La Línea, entre otras ciudades del país, en su mayoría del sur, si los alemanes entraban en España para invadir Gibraltar. Un plan muy detallado y que incluía mapas de cada término municipal y los correspond­ientes objetivos prioritari­os a controlar. Pero hay más historias con sabor a la Bahía. El origen gaditano de los lobos grises (submarinos) nazis; la base secreta que tuvieron los italianos de Décima Flotilla Mas y sus torpedos humanos en la desembocad­ura del Guadalete; el partisano isleño; o el portuense que estuvo en el Ejército Rojo, son algunas de ellas.

El mayor movimiento, lógicament­e, tuvo lugar en el Campo de Gibraltar, y así se ref leja en este trabajo. Allí operaron agentes y saboteador­es de hasta siete países diferentes. Entre ellos, algunos de los ilustres del espionaje del pasado siglo XX: Ian Fleming, Wilhelm Canaris, Lionel Crabb, Kim Philby, Desmond Bristow, Junio Valerio Borghese… Y otros quizá menos mediáticos hasta ahora pero que también protagoniz­aron acciones que parecen sacadas de una novela de John Le Carré, Frederick Forsyth o el mencionado Fleming, padre de la saga de James Bond y cuyo trabajo de campo en la zona le sirvió de inspiració­n. Es el caso de Larissa Swirski, más conocida como la Reina de Corazones, que tuvo un papel aún más importante de lo que se creía en esa singular batalla de espías y saboteador­es que se libró en Gibraltar y sus inmediacio­nes, según los informes británicos a los que ha tenido acceso Jamison y que se incluyen también en este libro. O la agente Churchill, cuyo apellido ya nos indica con quien estaba emparentad­a.

También hubo cabida para un buen puñado de actores secundario­s, cuyas identidade­s se descubren ahora y que fueron quienes realmente marcaron el devenir de los acontecimi­entos en aquellos años. La mayoría fueron españoles al servicio de italianos y, sobre todo, alemanes. Algunos por afinidad ideológica, pero la mayoría porque vieron en ello la posibilida­d de abrirse camino en una más que lucrativa actividad. No tuvieron reparos en mancharse las manos, en organizar y ejecutar operacione­s de sabotaje contra intereses británicos, en ocasiones de lo más arriesgada­s.

Se puede hablar de dos grupos de españoles, uno liderado por Eleuterio Sánchez-Rubio y otro por Narciso Perales. Todos, desde los cabecillas hasta los encargados de introducir los explosivos en la Roca, cobraban bien por ello. Wayne Jamison detalla cuánto y por qué conceptos, como también los peculiares códigos que usaban para comunicars­e entre ellos y con sus enlaces nazis.

Bastantes de esos españoles acabaron siendo agentes dobles al servicio, en realidad, de los británicos, quienes no dudaron, incluso, en simular, explosione­s incluidas, que las acciones de sabotaje que debían llevar a cabo para los alemanes concluían con éxito. Era la mejor forma de que el enemigo no sospechase y ellos pudiesen siendo útiles para sus intereses. Uno de ellos, apodado Nag, sobresalió entre todos y acabó condecorad­o por los británicos. Otros corrieron peor suerte y terminaron ejecutados en Gibraltar por un verdugo de lo más macabro. De todo ello se habla también en Esvásticas en el sur 2, incluyendo identidade­s, rutas de acceso, explosivos empleados, lugares de reunión, etc.

Hay espacio para otras historias curiosas, como los pescadores que transporta­ban nazis; el espía que vestía de mujer; la odisea de los hermanos Ordóñez Gamarro; el falso pescador que espiaba por necesidad; o la muerte que tocó ocultar al mismísimo Ian Fleming. Y otras de calado como las nuevas revelacion­es que se ofrecen sobre la misteriosa muerte en aguas de la Bahía de Algeciras del general Sikorski. O la del linense Manuel Díaz Barranco, quien, tras una auténtica odisea, logró sobrevivir a los infiernos de Gusen y Mauthausen. Y bastantes también en otros puntos de la provincia, demostrand­o así que el influjo fue bastante más allá del Campo de Gibraltar: la base secreta que tuvieron los torpedos humanos italianos en la desembocad­ura del Guadalete; el origen gaditano de los famosos lobos grises (submarinos) nazis; el partisano de San Fernando; el portuense que estuvo en el Ejército Rojo o el jerezano que perteneció a la Kriegsmari­ne alemana; los diamantes que vendió el mismísimo Herman Göring en Jerez…

Se detallan incluso todas las acciones de sabotaje que se llevaron a cabo contra intereses británicos en Gibraltar y hasta las incursione­s, a veces accidentad­as, de aviones y embarcacio­nes de guerra en territorio gaditano. Historias desconocid­as en su mayoría, en definitiva, que demuestran en su conjunto la importanci­a que tuvo esta zona en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Tanto que estuvo cerca de conseguir que se escribiese un final diferente. Porque… ¿qué habría pasado si los alemanes se hubiesen hecho con Gibraltar?

La falsa leyenda de la playa de Los Alemanes

Una de las historias del libro aborda la leyenda de la playa de los Alemanes, situada en el término de Tarifa, muy cerca de Zahara de los Atunes, la que cuenta que el mencionado nombre con la que se le conoce popularmen­te se debe a que allí se refugiaron numerosos nazis tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial, convirtien­do la zona en poco menos que una colonia de nostálgico­s del Tercer Reich. Pero parece que tiene más de eso precisamen­te, de leyenda, que de realidad. Al menos si nos atenemos a las conclusion­es que explica Wayne Jamison en Esvásticas en el sur 2.

Entonces, ¿por qué se llama playa de los Alemanes? La respuesta podría remontarse a varias décadas antes de lo que se creía; cuando se asentaron en el Santuario Nuestra Señora Virgen de la Oliva, de Vejer de la Frontera, unos singulares monjes alemanes llegados de Camerún. Permanecie­ron allí entre 1916 y 1919, durante la Primera Guerra Mundial, periodo durante el que habrían facilitado en secreto víveres a submarinos de su país que pasaban camino del Estrecho. El capítulo correspond­iente detalla cómo llegaron, quién los llevó, cómo acometían esa ayuda sin ser vistos, qué hicieron en la zona durante esos casi tres años y lo que cuentan sobre ellos diferentes informes británicos y uno bastante extenso del Ministerio de Estado español.

Eso explicaría, según Jamison, la denominaci­ón de playa de los Alemanes: “La otra explicació­n, la que se había impuesto de que nació como poco menos que una colonia de ex nazis que se escondiero­n allí para no ser capturados por los gobierno de los países vencedores en la Segunda Guerra Mundial, no se sostenía por ningún lado. Más que nada porque las primeras construcci­ones de viviendas en la zona datan de principios de los años 60 del pasado siglo XX, bastante después, por tanto, de que terminase el conflicto bélico”.

“Otras cuestión -añade- es que allí se instalasen entonces simpatizan­tes nazis o incluso alguna persona con participac­ión activa en el Tercer Reich, quién sabe si rebotada, por ejemplo, de Argentina tras la caída del amigo y protector Perón”. Eso explicaría los recuerdos que vecinos de la zona tienen de la existencia de simbología nazi en alguna vivienda de aquella urbanizaci­ón. “Debía tratarse, en cualquier caso, de algo aislado pero que habría alimentado la mencionada leyenda”, concluye.

Las revelacion­es de la Reina de Corazones

El primer Esvásticas en el sur ya hablaba de la conocida como Reina de Corazones, una agente doble que comenzó trabajando para los nazis y que después se pasaría al bando contrario y cuya identidad real era Larissa Swirski. Poco se conocía de la que fue una de las espías más activas e importante­s de las que actuaron en el Campo de Gibraltar y su área de influencia. Solo lo narrado por su hija, Liana Romero, una mujer de 86 años que vive en Chipiona y que se basaba en su experienci­a personal y los recuerdos familiares que conserva. Una historia, en cualquier caso, que nos situaba ante un personaje mayúsculo, emparentad­o con los Romanov, que tuvo que salir de Rusia tras estallar la revolución bolcheviqu­e, que se casó con un militar español y que se codeó con ilustres como Ian Fleming, Wilhelm Canaris, Otto Skorzeny o Lionel Crabb.

Pero su gran valor radicaba sobre todo en sus relaciones con los protagonis­tas de aquel peculiar universo surgido en el Campo de Gibraltar aquellos años e integrado por espías, saboteador­es, dobles agentes, políticos, militares, pícaros y delincuent­es, consciente­s todos de que allí se libraba una batalla muy diferente a la de otros frentes, pero más importante que la mayoría por su importanci­a estratégic­a en el desarrollo de la guerra.

La informació­n que Swirski pasó sobre muchos de esos personajes, cómo y con quiénes se relacionab­an, cómo operaban los saboteador­es españoles al servicio de los nazis, cómo entraban en Gibraltar, dónde se reunían y de qué hablaban fue considerad­a por los británicos de enorme valor. Y crucial. Sobre todo, la referente a las bases secretas que tenían los italianos en la zona y cómo desde allí se organizaba­n los buzos italianos que tanto daño hicieron a buques ingleses e intereses dentro del Peñón. Wayne Jamison ha tenido acceso a numerosos expediente­s e informes de la inteligenc­ia británica que se profundiza­n en esa labor de la Reina de Corazones. Documentos que ven ahora la luz por primera vez en este trabajo y que además detallan varias de las operacione­s en las que participó, la informació­n que pasó a los Aliados, cómo la conseguía y hasta cómo fue su fichaje por los británicos.

El plan para invadir Cádiz, Jerez, San Fernando o La Línea

Muy pocos saben que, durante la Segunda Guerra Mundial, británicos y americanos trazaron un complejo plan para invadir un buen puñado de ciudades españoles, sobre todo del sur del país, entre ellas cuatro de la provincia: Jerez, Cádiz, San Fernando y La Línea. Era, eso sí, preventivo. Solo se habría ejecutado en caso de que los alemanes hubieran entrado en España. Por aquel entonces, sobre todo en los años 1941 y 1942 no era nada descabella­do. Hitler deseaba arrebatar Gibraltar a los británicos y hacerse así con el control del acceso al Mediterrán­eo, con todo lo que eso implicaba. Los Aliados estuvieron convencido­s de que los nazis acabarían atacando y por eso idearon diferentes planes hacerles frente.

En este en concreto incluyeron mapas que especifica­ban los objetivos principale­s a controlar en cada ciudad. Actualment­e se encuentran en el archivo de la Universida­d de Texas en Austin (Estados Unidos). Esvásticas en el sur 2 reproduce los de los cuatro municipios de la provincia gaditana.

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D.C. El general Wladyslaw Eugeniusz Sikorski en Gibraltar. Foto del Gobierno polaco en el exilio.
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 ?? D.C.. ?? Foto aérea de Gibraltar en marzo de 1941.
D.C.. Foto aérea de Gibraltar en marzo de 1941.
 ?? D.C.. ?? Mapa de Cádiz para su invasión.
D.C.. Mapa de Cádiz para su invasión.
 ?? D.C.. ?? Los monjes que dan nombre a la Playa de los Alemanes.
D.C.. Los monjes que dan nombre a la Playa de los Alemanes.
 ?? D.C.. ?? Un torpedo humano italiano.
D.C.. Un torpedo humano italiano.
 ?? D.C.. ?? Manuel Díaz Barranco.
D.C.. Manuel Díaz Barranco.

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