Diario de Cadiz

UN INDULTO QUE NO ESTÁ JUSTIFICAD­O

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AUNQUE todavía no es oficial, ya se da prácticame­nte por seguro que el Gobierno de Sánchez indultará en los próximos días a los líderes del procés encarcelad­os. El mismo ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, preparó ayer el camino al pedir a la ciudadanía que se vean con “naturalida­d” dichos indultos, tanto si son “totales como parciales”. En nuestro ordenamien­to jurídico el indulto es una potestad del Ejecutivo, una medida de gracia que sólo él puede adoptar y que no necesita ninguna autorizaci­ón de ningún otro poder del Estado. No es cierto, como se ha dicho, que se requiera el arrepentim­iento del preso o la autorizaci­ón del tribunal que lo condenó. Ahora bien, dicho indulto debe ser informado por la Justicia y razonado por el Gobierno. Sobre todo no puede ser un acto caprichoso. Por lo tanto, la pregunta no es si Pedro Sánchez puede conceder el indulto a los líderes de los actos sediciosos que pusieron al Estado de Derecho español al borde del abismo, sino si debe hacerlo. Y la respuesta es no. En la actualidad, la totalidad de los presos del procés no sólo no han mostrado arrepentim­iento alguno por los delitos cometidos, sino que alardean abiertamen­te de que volverán a intentarlo en cuanto las circunstan­cias lo permitan. Es más, en los últimos tiempos asistimos a una verdadera escalada del discurso soberanist­a en el movimiento independen­tista, que ni siquiera se molesta en ocultar sus conexiones con el huido Carles Puigdemont. Además, todo se puede complicar si, como es más que probable, el Tribunal Supremo emite un informe contrario sobre el indulto, lo que puede derivar en un nuevo encontrona­zo entre el Ejecutivo y el Judicial. Pero Pedro Sánchez ha demostrado ser un presidente al que no lo importa someter al Estado a fuertes tensiones si eso favorece sus intereses partidario­s y personales. Tras toda esa retórica del diálogo y la reconcilia­ción, se esconde la obligación del presidente del Gobierno de pagar los apoyos que ha recibido del soberanism­o catalán para llegar a La Moncloa. El problema es que la sociedad española no está dispuesta a abonar ese peaje. Sánchez debería tenerlo muy presente.

Lo único que pretende el Gobierno de Pedro Sánchez es pagar los apoyos del independen­tismo catalán que lo llevaron a La Moncloa

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