Diario de Cadiz

EN NÚMERO DE MUERTOS

- ENRIQUE MONTIEL

ME impresionó muchísimo conocer lo que, al parecer, dijo el presidente Abraham Lincoln cuando se avecinaba la guerra civil entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos: si es preciso se pondrán 200.000 muertos, la unidad de la Nación lo merece. ¿Han pasado demasiados años para que un gobernante esté dispuesto a aceptar como inevitable esta mortalidad de la ciudadanía? En este tenor argumentab­a un separatist­a catalán, en los muertos que costaría la segregació­n del territorio, en el de coste de vidas porque sin una guerra sería imposible la independen­cia de Cataluña, una guerra ganada, por supuesto por los independen­tistas.

En 1975, con Franco expirando, lanzó a miles de marroquíes el Sultán de Marruecos para la conquista “pacífica” del territorio, bajo administra­ción española, llamado Sahara español. Cuyos títulos históricos de propiedad alegaba poseer. Los habitantes de aquel Sahara español hoy son exiliados en los campos del desierto argelino y Marruecos ha ocupado su territorio, que está dispuesto a defender bajo cualquier precio. Incluso el de la tradiciona­l amistad con el Reino de España. Es lo que hay detrás de algo tan inconcebib­le como lo que hemos visto días pasados, la ocupación de la ciudad española de Ceuta por miles y miles de marroquíes, a los que se les ha dado paso franco por la frontera y se ha llevado con engaños. ¿El motivo? El traslado a un hospital en España del líder saharaui del Frente Polisario, Brahim Ghali, enfermo de Covid-19. Casi un casus belli, pues, que hasta la embajadora ha cerrado el despacho de Madrid y se ha vuelto a Rabat. El Sultán se ha puesto la levita de Lincoln y ha manifestad­o sin inmutarse a dónde está dispuesto a llegar en términos de vidas humanas, llegado el caso. Pero ¿y nosotros, Pedro Sánchez ahora? La españolida­d de Ceuta, Melilla o las Canarias, en términos de muertos y guerra, ¿hasta cuántos españoles estamos dispuestos a sacrificar por la Patria unida? Curioso que tengamos que expresar esta dialéctica que debería estar definitiva­mente ida de nuestras vidas. Los males que nos acaecen por ejercer la soberanía mínima de procurar la curación a un enfermo saharaui es el desencaden­ante de todo, la excusa perfecta. No es el único desafío, en el número teórico de muertos. Casi mil costó el terrorismo etarra, perseguía la independen­cia y el socialismo en el País Vasco. Es como una pulsión fatal que vuelve a coincidir con momentos de España no muy felices, como esta pandemia mundial que ha desbaratad­o nuestra economía, ha infectado a millones y muerto a decenas de miles de españoles. Y los partidos políticos incapaces de encontrars­e y construir un futuro necesario. Alucinante.

Los habitantes de aquel Sahara español hoy son exiliados en los campos del desierto argelino

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