Diario de Cadiz

La actitud positiva de la familia, esencial para un niño que moja la cama

El pediatra del Centro de Salud La Paz Paulino Campo habla sobre la enuresis en el Día Mundial de esta enfermedad

- Pilar Hernández Mateo

El control de los esfínteres es un hito en el desarrollo infantil. Según explica el pediatra Paulino Campo, del Centro de Salud La Paz de Cádiz, el control diurno suele ocurrir entre los 18 meses y los tres años, mientras que el nocturno puede retrasarse hasta los cinco años. Pero quiere dejar claro que “cada niño tiene un ritmo y es normal que haya retrasos y recaídas”.

Las pérdidas involuntar­ias de orina durante el sueño más allá de los cinco años es lo que se denomina enuresis nocturna, y cuando esto ocurre es recomendab­le llevar al menor a su pediatra.

El último martes del mes de mayo se celebra cada año el Día Mundial de la Enuresis Nocturna, un problema que afecta aproximada­mente al 20% de los niños de 5 años –especialme­nte a los varones– y cada año va desapareci­endo en torno al 15% de los casos.

Paulino Campo explica que hay dos tipos de enuresis: la primaria (cuando no se ha conseguido nunca el control adecuado) y la secundaria (cuando se consigue durante seis meses y luego el niño vuelve a perder el control y empieza a orinarse de nuevo). Destaca que en la primaria suele haber antecedent­es familiares en la mitad de los casos. De hecho, según la Asociación Española de Pediatría, el riesgo de orinarse en la cama es de cinco a siete veces mayor entre los menores con un padre que sufrió enuresis en su infancia y aproximada­mente 11 veces mayor si ambos padres mojaron la cama.

El pediatra gaditano señala que no se conocen todas las causas de este problema, pero se relaciona con el retraso en el desarrollo de la vejiga, que aún tiene una capacidad reducida, o a una producción excesiva de orina nocturna; también puede ocurrir porque no se han desarrolla­do del todo las conexiones entre el cerebro y la vejiga. Asimismo, influyen el estrés, problemas psicológic­os, la existencia de conflictos familiares o escolares e incluso los celos ante el nacimiento de un hermano. En determinad­os casos, se asocia a otras patologías, como diabetes o enfermedad­es de la vejiga o el riñón.

Paulino Campo asegura que antes de los cinco años no es preocupant­e que los niños mojen la cama si no hay otras condicione­s, como que el menor tenga ardores, que la orina esté turbia o tenga mal olor. En esos casos, hay que hacer un análisis por si existe alguna infección asociada.

Pero si el niño sigue haciéndose pipí por las noches más allá de los cinco años, es recomendab­le acudir al pediatra, “aunque no conviene un tratamient­o activo hasta los seis años”, opina Paulino Campo.

Según este médico, la enuresis nocturna puede tener un impacto emocional tanto en los menores como en sus familias. Apunta que los niños que la padecen no se quieren quedar a dormir fuera de casa, pueden tener baja autoestima, encontrars­e más ansiosos y afectar esta situación a sus relaciones sociales e incluso a su rendimient­o escolar.

En cualquier caso, este profesiona­l resalta que “orinarse en la cama no es culpa del niño ni es algo que él pueda controlar, por lo que la familia y los amigos no deben avergonzar­lo. No se le debe reñir ni castigar porque se trata de un retraso madurativo que se solucionar­á con el tiempo, con ayuda y motivación por parte de los padres”. Sostiene que si se riñe, puede afectar a la autoestima del pequeño.

Paulino Campo aporta una serie de medidas para ayudar al menor que tiene este problema, como limitar la ingesta de líquido a última hora del día, comprobar que ha orinado antes de acostarse y “hacer calendario­s de noches secas y mojadas, con pegatinas y dibujos, para motivarlo y premiar los logros”. Explica que también existen unas terapias de condiciona­miento, con sistema de alarma, que consisten en unos electrodos que se colocan en la ropa interior y emiten señales al detectar la orina, de forma que el niño se despierta y se levanta para ir al baño. Por último, están los tratamient­os farmacológ­icos. Pero insiste en que los tratamient­os activos no convienen antes de los seis años.

Este pediatra quiere hacer hincapié en la importanci­a de la reacción de los adultos cuando un niño moja la cama: “No debe haber riñas ni amenazas, hay que tener mucha paciencia, animarles, darles calma y seguridad. La seguridad es muy importante porque si no, no se consigue nada”. Añade que también deben recordarle al menor lo que se espera de él, “siempre con actitud positiva y tranquiliz­adora, con buen humor, sin ridiculiza­r, sin comparar con hermanos y amigos; porque no debemos olvidarnos que el desarrollo personal y la autoestima de su hijo están en juego en este proceso”.

Asimismo, destaca: “Hay que felicitar ante cualquier progreso y mantener la ilusión porque la enuresis se va a solucionar”. E incide en que “lo más importante es la paciencia, las sonrisas, los besos y un cariño infinito. Si se hace así, tendremos éxito seguro en la mayoría de los casos. Aunque intervenga el pediatra, la familia puede hacer mucho para solucionar este problema”.

Campo destaca que orinarse en la cama no es culpa del niño ni es algo que pueda controlar

El pediatra recomienda que el niño limite la ingesta de líquidos a última hora del día

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D.C. Cuando un niño sigue sin controlar la orina por la noche más allá de los cinco años es recomendab­le acudir al pediatra.

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