La UE castiga a Bielorrusia tras el desvío de un vuelo para detener a un periodista
● Los líderes de los Veintisiete responden con nuevas sanciones y la prohibición a las aerolíneas del país de operar en el espacio aéreo europeo al desafío diplomático del régimen de Lukashenko
Los líderes de la Unión Europea aprobaron anoche nuevas sanciones a Bielorrusia por el desafío sin precedentes que causó al ordenar el desvío de un vuelo de Ryanair en el aeropuerto de Minsk en el que viajaba el periodista Roman Protasevich y pidieron su “liberación inmediata”, tras su arresto el domingo.
En concreto, acordaron prohibir el espacio aéreo comunitario a las compañías de Bielorrusia, así como impedirles aterrizar en aeropuertos de la UE y pidieron a las compañías europeas que eviten sobrevolar sobre ese país. También se comprometieron a ampliar la lista de sanciones a Bielorrusia, que actualmente contiene a 88 personas y 77 entidades, entre ellas a presidente Alexandr Lukashenko.
Esta nueva lista se deberá acordar “tan pronto como sea posible”, pidieron los jefes de Estado y de Gobierno en sus conclusiones sobre Bielorrusia aprobadas en el primer día de la cumbre de dos jornadas que se celebra en Bruselas
Las autoridades bielorrusas criticaron la reacción “belicosa” y “politizada” de Bruselas
de forma presencial. “El Consejo Europeo condena enérgicamente el aterrizaje forzoso de un vuelo de Ryanair a Minsk, Bielorrusia, el 23 de mayo de 2021, poniendo en riesgo la seguridad aérea y la detención por parte de las autoridades bielorrusas del periodista Román Protasevich y (su pareja) Sofía Sapega”, señalaron los líderes europeos.
Y pidieron también a la Organización Internacional de la Aviación Civil que “investigue urgentemente este incidente sin precedentes e inaceptable”.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, calificó de “escándalo internacional” por poner en peligro la vida de civiles, especialmente europeos.
Además, Bruselas convocó al embajador bielorruso “para condenar el paso inadmisible” de Minsk, gesto que secundaron varios otros países.
“Creo que el tiempo de la retórica y las palabras pasó, se terminó. Necesitamos acciones claras para cambiar el patrón de comportamiento de este régimen muy peligroso”, dijo a su llegada a la reunión el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda. En una línea similar se expresó la primera ministra de Estonia Kaja Kallas, que consideró “muy importante” proponer “sanciones fuertes” porque, según dijo, Bielorrusia y Rusia “solo van tan lejos como les dejamos ir”.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, consideró “absolutamente inaceptable” que Bielorrusia desviara un avión para detener a un periodista disidente y defendió la adopción de sanciones contra este país.
Además, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, señaló que Bruselas mantiene “congelados” 3.000 millones de euros a Bielorrusia “hasta que sea democrático”.
Lejos de rectificar, el régimen bielorruso se mantuvo ayer en sus trece al defender una actuación que llevó a la detención de un periodista crítico con el autoritario presidente, Alexandr Lukashenko.
“No lo hagan, soy un refugiado, me matarán”, dijo Roman Protasevich, el exiliado bloguero de 26 años, cuando el avión de Ryanair que volaba de Atenas a Vilna dio la vuelta y se dirigió al aeropuerto de Minsk.
Al tiempo que creaban una comisión para esclarecer las circunstancias del desvío y se mostraban dispuestos a cooperar con la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), las autoridades bielorrusas dijeron ayer haber actuado en “pleno cumplimiento” de las normas internacionales. También rebatieron lo que calificaron de declaraciones “belicosas” y “politizadas” de varios países e instituciones europeas, y criticaron su alusión sobre la posible adopción de sanciones contra la antigua república soviética.
“Lo vemos como una provocación planificada, una acción coordinada. Naturalmente, responderemos” a Occidente, dijo el ministro de Exteriores, Vladimir Makei.
El servicio de prensa de la Presidencia bielorrusa confirmó el domingo que fue el propio Lukashenko, considerado el último dictador de Europa, el que dio la orden de “dar la vuelta al avión” y de que éste fuera “escoltado” por un caza MiG-29.
La excusa fue “una potencial amenaza de seguridad a bordo”, aunque las fuerzas de seguridad bielorrusas no hallaron ningún artefacto, lo que ha llevado a la oposición a denunciar que todo fue una operación especial del KGB bielorruso para detener al periodista opositor del vuelo FR4978 de Ryanair.
Contribuyó a esas sospechas el consejero delegado de Ryanair, Michael O’Leary, quien habló en una cadena de radio de que varios agentes del KGB descendieron del avión en Minsk, a cuyo régimen acusó de “piratería de Estado”. Aunque no ha trascendido la versión de los pilotos, los expertos sospechan que fue el MiG-29 el que obligó al avión a desviarse en Minsk cuando se encontraba muy cerca de la frontera con Lituania.
Lituania, el país que reaccionó con mayor indignación al incidente, abrió una investigación penal de lo que calificó de “secuestro”. Además, varias aerolíneas lituanas anunciaron un cambio en sus rutas de vuelo para evitar el espacio aéreo bielorruso, a lo que se sumó también Ucrania al ordenar suspender todos los vuelos.
El principal aliado de Lukashenko, Rusia, llamó a analizar lo ocurrido “con frialdad”, y recordó que Minsk se ha mostrado dispuesto a actuar con “total transparencia”, dijo el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov.