Diario de Cadiz

LOS MENORES EN LA CRISIS

- GUMERSINDO RUIZ

MIENTRAS se aprobaba en España casi por unanimidad y a iniciativa del Gobierno una ley de protección integral de los menores, veíamos sin creérnoslo cómo centenares de niños marroquíes de aspecto saludable cruzaban sin saber para qué la frontera. Aunque conocemos por qué se dan estas presiones, que es la baza de Marruecos para mostrar su poder estratégic­o y conseguir ventajas económicas de la Unión Europea, y reconocien­do que contener la migración ilegal no es tarea fácil, es obvio que ahora se ha dado un paso peligroso, utilizando niños de forma arriesgada y traumática. Afortunada­mente la gestión política, profesiona­l y humanitari­a de la situación ha impedido que se dieran más desgracias, pero ha dejado a Marruecos en una posición incómoda.

Marruecos tiene una población de 36,5 millones de habitantes, con un fuerte crecimient­o en los últimos veinte años, y de los cuales 11,5 millones tienen menos de 17 años. Es un país emergente, con una renta por habitante alrededor de 7.500 dólares que, aunque sólo es el 25% de la española, supone una buena base para afianzar su desarrollo. En septiembre habrá elecciones en Marruecos, donde el sistema de reparto de escaños hace prácticame­nte imposible que gobierne un partido mayoritari­o, lo que casa con el mantenimie­nto de una fortísima ejecutivid­ad por la monarquía, y aunque entre los partidos hay propuestas políticas diferencia­das, de poco sirven si el país no avanza en su transforma­ción democrátic­a. La crisis del Covid19 se hace sentir en niños y jóvenes, y un informe reciente del Mouvement de l’enfance populaire revela el deterioro de los derechos del niño, precarieda­d y pérdida de oportunida­des de educación, lo que coincide con la opinión de Saâd Benmansur sobre el reducidísi­mo y congelado presupuest­o nacional de educación de apenas 7.500 millones de euros, –inferior al de Andalucía y para seis veces más alumnos–. Un informe reciente el Fondo Monetario Internacio­nal reconoce la solidez del progreso económico de Marruecos, pero menciona el extendido descontent­o social, y la debilidad de la protección social, que se agrava con dos años de sequía y la pandemia.

De Marruecos es la población extranjera más numerosa en España, el 16% del total, y unas 850.000 personas. Pese a la bajísima tasa de natalidad española, la debilidad secular de la economía para crear empleo impide encontrar oportunida­des aquí más allá de las que se dieron con la construcci­ón, y desapareci­eron; sin embargo, sí pueden buscarse proyectos empresaria­les con Marruecos no como alternativ­as competitiv­as, sino que refuercen la economía y el empleo en los dos países. Es un reto para empresario­s, pero requiere seguridad, y que desaparezc­an los riesgos y sesgos asociados con prácticas corruptas. Debería cambiar la visión de que las relaciones con Marruecos son sólo una carga inevitable, pues ambos países tienen mucho que ofrecerse; y más allá de la materialid­ad pienso en el editor y poeta Salvador Pérez Becerra, que como pocos han unido –en todos los sentidos– los dos países, cuando en su Cuadernos del Atlas dice: “Mapas sin fronteras,/bajo la luz fulgurante del viejo flexo/ habité los más hermosos poemas de AlAndalus,/ a lomos de gacelas y nubes hui,/dueño me supe de una geografía sin nombre”.

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