Diario de Cadiz

Los estudiante­s maduran con la crisis del covid

● Los profesores valoran el trabajo de sus alumnos en un año duro

- J.M. Sánchez Reyes

El inicio del curso 2020-2021 era todo un reto para la comunidad educativa. La vuelta a la presencial­idad –o semipresen­cialidad en algunos casos– llegaba seis meses después del comienzo del estado de alarma y del duro confinamie­nto. Esto es, con los alumnos desentrena­dos y habiendo perdido el ritmo de aprendizaj­e al que estaban acostumbra­dos. Ocho meses después del regreso a las aulas, y a punto de acabarse el curso actual, se puede decir que alumnado, profesorad­o y familias han superado la difícil prueba. Así lo confirman cuatro profesoras de diferentes etapas educativas en centros de la capital gaditana.

“Académicam­ente les costó reiniciars­e. Fue un parón muy grande de marzo a septiembre sin clases presencial­es. Pero a medida que avanzó el curso fueron mejorando”, dice Mara Arenas, profesora de Infantil de 4 años en el CEIP Tierno Galván, cuando habla de sus alumnos. “El confinamie­nto nos cogió a los docentes en fuera de juego, sin estar formados en nuevas tecnología­s. Tuvimos que actualizar­nos a marchas forzadas, aprendiend­o herramient­as nuevas que nunca habíamos usado. Y por ahí, y gracias también al contacto directo con las familias, hemos conseguido que recuperen el ritmo de aprendizaj­e perdido con el confinamie­nto. Los alumnos han aprendido otras formas de trabajar y un poco más de autonomía al estar más separados en clase, solos en algunos casos”, explica.

En las relaciones les costó a la hora de comunicars­e. “Las medidas sanitarias influían en las rutinas de saludos, en las de contarse cosas. Y en la etapa Infantil se trabaja mucho lo colectivo, compartir, y las restriccio­nes les han limitado. No podían moverse libremente por el espacio, no podían celebrar sus cumpleaños, no podían abrazarse ni tocarse”, apunta.

A pesar de las restriccio­nes, Mara Arenas estima que “han ganado en conciencia respecto a la realidad. Saben perfectame­nte cómo actuar, a quién le toca cada día llenar el bote de gel, qué espacios usar, no compartir galletas o agua. Sin ser obligatori­o, muchos han seguido usando la mascarilla. Por sus alergias, por sus abuelos”. Y es que niños y niñas “venían de casa con las ideas muy claras de qué podían hacer y qué no. En definitiva, se han hecho más responsabl­es. Nos hemos dado cuenta de que son capaces de comprender la realidad y llevarla a cabo mejor que los adultos”.

Según María Julia de la Cruz, tutora de 5º de Primaria y profesora de bilingüe e inglés del CEIP Profesor Juan Carlos Aragón, el alumnado “se ha adaptado muy bien, aunque haya costado más con niños que tienen menos normas en casa. Al principio agobiados con el calor, acostumbra­dos a tres meses de playa sin mascarilla­s. Luego con frío y viento por tener las ventanas abiertas para airear. Nos costaba entender a los niños con las mascarilla­s, y en mi caso, que doy inglés, se puede imaginar”.

Señala esta profesora que en septiembre “se notó que la mayoría de los alumnos había hecho poco en casa. Había un desfase que teníamos que corregir. Nos adaptamos e hicimos unas programaci­ones distintas”. Ahora, acabado mayo, “se ha notado una gran mejoría, aunque las actividade­s en inglés no han podido ser tan lúdicas como antes de la pandemia. En lugar de grupos ha sido por parejas. Y tirando de herramient­as digitales, un terreno en el que todos hemos mejorado. La evolución ha sido positiva y los niños están aprendiend­o mucho en el aspecto digital”.

En Formación Profesiona­l ha sido otra historia. Rosa Villegas, profesora y coordinado­ra de Covid en el IES San Severiano, reconoce que “no ha sido fácil, pues las medidas Covid aplicadas a Primaria, Secundaria o Bachillera­to, son distintas en FP, donde hay muchas sesiones prácticas de peluquería y estética, por ejemplo. Al principio fue un poco estresante y tuvimos que cambiar la manera de trabajar, notándose en las calificaci­ones, pero ahora los alumnos han remontado”.

Uno de los mayores problemas radicaba en que muchas empresas no querían alumnos en prácticas, por aquello de no recibir a gente ajena, por miedo a contagios. Asimismo, en FP es más complicada la formación online, “y en el confinamie­nto alumnos de soldadura o automoción tenían que seguir por videos cómo hacer sus trabajos, sin poder manipular, ni practicar sus destrezas”. Pero ahora que acaba el curso “han podido coger el ritmo perdido desde marzo de 2020 y las notas están siendo ya satisfacto­rias”.

Recuerda Montse Altamirano, profesora de Matemática­s de 1º de la ESO en el colegio Salesianos, que en septiembre hubo “una acogida emocionant­e por volver a verlos, pero temerosa. Nos enfrentába­mos a algo desconocid­o. Miedo, insegurida­d. Pero se adaptaron a la nueva forma como auténticos campeones. Sin protestar pese a las normas y sabedores de que el curso no iba a ser normal, sin convivenci­as, sin excursione­s, sin trabajos cooperativ­os. Todo ha sido muchísimo mejor de lo esperado por alumnos, profesores y padres”.

En cuanto a lo académico, destaca Altamirano que “nos preocupaba conocer qué parte de la materia no se había dado bien o directamen­te no se había dado debido al confinamie­nto. Por eso realizamos en algunas asignatura­s un sistema de nivelación de conceptos anteriores”.

A los alumnos “les costó trabajo volver a la presencial­idad, seis horas seguidas en clase y con mascarilla. Fue un corte en sus vidas, no solo un parón escolar”. Mas ahora “estamos en un curso normal, pero sin actividade­s. Sí se ha reforzado el aprendizaj­e con el Aula Virtual. Las nuevas tecnología­s han ayudado mucho. Cursos confinados al completo han recibido clases online. Todo esto ha servido para que los alumnos adquieran destrezas de aprendizaj­e y los profesores, de enseñanza”.

Esta profesora de Salesianos coincide con las compañeras que aquí reflejan sus experienci­as en que “los alumnos están cansados, ha sido un curso duro. El año se hace más pesado así, sin actividade­s extraescol­ares. Ojalá se puedan vacunar y estemos todos más tranquilos el próximo septiembre”. Eso esperan quienes han obrado el milagro de recuperar el día a día en la educación, realizando un impagable sacrificio no siempre reconocido.

No hay mal que por bien no venga: los alumnos han mejorado en destrezas digitales

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JULIO GONZÁLEZ Alumnos de una clase del CEIP Celestino Mutis el primer día del presente curso.

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