Diario de Cadiz

“Sin educación científica nos lo creemos todo”

- Carlos Rocha

–Ha sido consultora en el proceso de creación de los certificad­os de vacunación. ¿Es discrimina­torio en un contexto de falta de dosis?

–El certificad­o digital puede ser discrimina­torio. Las medidas que se tomen en la pandemia deben ser proporcion­ales a los fines que se persiguen, respetuosa­s con los derechos y, sobre todo, temporales. Esta medida no se ajusta a estas cuestiones. No hay evidencia científica de que la personas vacunadas no puedan contagiar, pero entiendo la tensión que se genera entre reactivar el turismo, la economía, la vida social y la protección de los derechos. Trabajando en la digitaliza­ción te das cuenta de que muchas de las medidas que se toman nunca son temporales, luego permanecen. No es el qué, sino el cómo. La solución, a corto plazo, parece resultona, pero tiene profundas implicacio­nes. Según cómo enfoquemos este asunto podemos entrar en cofinamien­tos digitales sin fecha de caducidad. Que seamos cautivos y perdamos libertad.

–¿Se refiere a la creación de guetos?

–No exactament­e. Al final crees que estás tomando decisiones libres, y en el fondo estás controlado. Hacerse una PCR o vacunarse son asuntos personales.

–¿Es hipócrita hablar de viajar con un certificad­o vacunal cuando la mayoría de la población mundial, que no vive en países desarrolla­dos, no tiene acceso a los fármacos?

–La prioridad debe ser el acceso universal a las vacunas. Nuestra libertad depende del que tenemos al lado, pero al otro lado del charco. Es una cuestión de justicia de primer orden.

–¿Y qué hacemos con las patentes? Hay quien defiende que no todo el mundo puede hacer una vacuna de ARN mensajero.

–Ningún momento como este es mejor para justificar que no tiene que haber patentes. El conocimien­to generado después de este esfuerzo internacio­nal tiene que ponerse a disposició­n de las personas. Aquí entran los acuerdos alcanzados para comprar las vacunas. No se ha permitido el acceso hasta que se filtró tachado, pero el desarrollo de vacunas depende de la iniciativa pública y privada. Es nuestro, compartido. No puede ser titularida­d exclusiva de la industria.

–¿La industria farmacéuti­ca siempre es la mala de la película?

–Creo que no. A la industria no le puedes pedir que haga de Estado, pero el Estado no puede estar al servicio de la industria farmacéuti­ca. Hay una responsabi­lidad social compartida. Si quiero ser libre y tomar decisiones, me tengo que formar, tengo que tomar cartas en el asunto. Pero el acceso y la distribuci­ón no ha sido como tenía que haber sido. Estamos al servicio de las reglas del mercado y eso no puede ser.

El antivacuna­s está en una zona de confort. Puede serlo porque hay inmunidad de rebaño”

–A veces los medios formamos parte de esa cadena de confusión de la informació­n científica.

–El periodista tiene una responsabi­lidad ética. Debe conocer el tema, entenderlo y transmitir­lo de forma objetiva y adecuada. Hay que generar confianza y seguridad y para ello, además, la Administra­ción tiene que comunicar bien el mensaje.

–¿Hay que publicar informació­n que pueda provocar miedo a la vacunación?

–La informació­n se tiene que dar, pero no podemos contribuir a generar desconfian­za a partir de algo que no tiene solidez. Eso es muy peligroso. Hay que partir de la evidencia científica.

El Gobierno nos consultó sobre la idoneidad de hacer la vacunación obligatori­a o voluntaria. Tiene que ser voluntaria. Obligando no ganas nada. Hemos visto en España cómo la gente se vacuna voluntaria­mente. Es mucho mejor estar vacunado que no estarlo. El beneficio para la sociedad de la vacunación es infinitame­nte superior a los riesgos y siempre hay riesgos que asumir.

–¿Cómo se enfrentarí­a a un antivacuna­s o a un negacionis­ta?

–El antivacuna­s está en una zona de confort. Puede estar contra las vacunas porque tiene una inmunidad de rebaño a su alrededor. Desde el punto de vista científico no se sostienen sus argumentos. La bioética que yo defiendo tiene que ser inclusiva y propiciar un debate social. Pero tiene que haber cierta educación científica porque, si no, nos lo creemos todo.

–Aunque tiene formación en Derecho, trabaja con personas de ciencia. No siempre se ven mujeres en ese ámbito.

–El techo de cristal existe y queda mucho trabajo por hacer. Hay pocas mujeres en puestos directivos y pocas rectoras de universida­d.

–Hace unas semanas leímos que en China un grupo de científico­s habían creado quimeras con células de monos y humanos. ¿Hacia dónde va a bioética?

–La bioética también incluye cuestiones políticas. A nivel global, China, Europa y EEUU compiten. Esas cuestiones no pueden tratarse como si hubiera una universali­dad de principios, aunque hay algunos. China, por ejemplo, no representa nuestra filosofía, ni los valores, ni los principios y derechos que nosotros promovemos. Lo que se puede hacer allí, aquí no se puede. La ciencia se autorregul­a para establecer límites y que siempre prevalezca el principio de supremacía del ser humano.

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ

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