“La ciencia vertebró el imperio de los Habsburgo”
–Cervantes, Velázquez, Goya, Lorca, Dalí o Buñuel son españoles universales. ¿Es España un país de artistas?
–En la producción cultural española sobresalen literatos y artistas, pero hay que subrayar que esos creadores dialogaron intensamente con la ciencia y los científicos de su época.
–Cuente.
–García Lorca, Dalí y Buñuel, por ejemplo, se formaron en la Residencia de Estudiantes de la Junta para Ampliación de Estudios. Había instalados allí laboratorios de destacados científicos que también estuvieron presentes en la edad de plata de la cultura.
–Por encima de Cervantes y Lorca, Santiago Ramón y Cajal, Nobel de Medicina en 1906, es el autor del segundo libro traducido a más lenguas de la historia.
–Su obra Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados es uno de los grandes libros científicos universales. En la proyección global de la cultura española es equiparable al Quijote. Se sigue traduciendo y editando continuamente. Cajal es una figura fundamental de la ciencia universal.
–¿No le falta reconocimiento? Lo sitúan en el mismo nivel que Galileo, Newton, Darwin o Einstein.
–Hay un gran contraste entre el reconocimiento que España le dio en vida, proporcionándole medios para sus investigaciones y rindiéndole un culto cívico en múltiples lugares, y cómo se dilapidó su legado durante el franquismo. Su escuela se disgregó como consecuencia de la Guerra Civil, exiliándose una parte de ella. Al parecer se quiere deshacer ese entuerto. El ministro de Ciencia e Innovación está empeñado en crear, por fin, un museo dedicado a Cajal y su escuela.
–Hay como una especie de pecado original en la ciencia española. ¿Cuánto ha pesado la religión en la desigual contribución de España a la ciencia?
–Es cierto que la Inquisición, que buscó la ortodoxia religiosa en la era moderna, persiguió a médicos de origen judío y estableció una censura de libros, que coarta la libertad de pensamiento, pero también hubo órdenes religiosas, como los jesuitas, con notables contribuciones a las actividades científicas en la era moderna.
–Se reivindica el legado andalusí anterior.
–Los médicos de Al Ándalus proporcionaron los fundamentos de la medicina y la cirugía de la Europa bajomedieval. Destacó Abulcasis, que nació en Medina Azahara, considerado el mejor cirujano de la Edad Media.
–Cuente más de ese legado.
–Los árabes recuperaron el legado científico griego y trasvasaron conocimientos del Oriente al Occidente. Crearon una red hospitalaria e introdujeron técnicas, como la anestesia por inhalación, y medidas higiénicas como las aguas perfumadas. Córdoba, Granada, Toledo y Sevilla estaban en la avanzada científica de Europa en los siglos X y XI.
–De vuelta a la Modernidad, irrumpió entonces la astronomía aplicada a la navegación. ¿Fue España una potencia en el I+D+i?
–La expansión castellana y portuguesa por los océanos no se entiende sin el dominio de conocimientos astronómicos y cartográficos. En el caso de la Corona de Castilla, la Casa de Contratación de
La obra de Cajal es equiparable en proyección global de la cultura española al Quijote”
Sevilla fue un importante foco de conocimientos cartográficos y de formación de marinos que permitieron a las naves castellanas surcar los océanos. En el siglo XVI, sirvieron de elementos que vertebraron el imperio universal de los Habsburgo.
–¿Y las matemáticas?
–Aparte de las universidades se crearon academias y otros centros para cultivar disciplinas estratégicas para la Monarquía, como las matemáticas. Sin un sólido conocimiento matemático no puede entenderse el esplendor de la arquitectura del Renacimiento, del que hay magníficas contribuciones en Úbeda y Baeza.
–Pero, mientras en Europa había una revolución de la matemática y la física, España se dedicaba a contar, recontar y describir el vasto y ajeno Nuevo Mundo.
–El control del continente americano se produjo por un despliegue de conocimientos científico-técnicos del humanismo europeo que interactuaron con los conocimientos nativos. La organización del inmenso espacio colonial se basó en un ingente acopio de materiales geográficos y etnográficos, como destacó Marcos Jiménez de la Espada, un naturalista e historiador olvidado muy sensible a los conocimientos de las poblaciones amerindias.
–No es un mito entonces la mezcla entre conocimientos europeos y saberes nativos en América.
–La renovación de los estudios filológicos en las universidades facilitó a los evangelizadores realizar una importante labor lingüística en tierras americanas, haciendo gramáticas y vocabularios de las principales lenguas amerindias. La Gramática del quichua y el Diccionario quichua-castellano fueron publicados en 1560 en Valladolid por el dominico sevillano fray Domingo de Santo Tomás. Ese amigo de Bartolomé de las Casas captó los saberes indígenas como misionero en el Perú.
–Se ha hablado en estos últimos meses de la pandemia de la expedición de Balmis, la que llevó a América la vacuna de la viruela. Los Borbones dieron otro impulso científico, ¿no?
–La expedición filantrópica dirigida por el médico Balmis fue la culminación de un ciclo expedicionario ilustrado, que aspiraba a la reconquista de las colonias. Unas tuvieron un carácter hidrográfico, otras, las más importantes, botánicas, que aspiraban a introducir en Europa plantas de valor comercial, como el añil o el cacao, y a mejorar el repertorio de la farmacopea. El mejor conocimiento de la quina fue decisivo para combatir el paludismo.
–¿Cómo contarán los historiadores del futuro esta pandemia?
–Inscribiéndola en otras pandemias que ha sufrido la humanidad, comparando sus estragos con los de otros tiempos, como la peste negra que afectó a Eurasia y el norte de África en el siglo XIV o la mal llamada gripe española de 1918 y 1919. Todas ellas revelan las fragilidades de las sociedades humanas y las profundas desigualdades que desestabilizan sus estructuras socioeconómicas.