Deconstruyendo el Toro de Osborne
El artista Juan Díaz-Faes abre la temporada cultural en Toro Gallery con una reinterpretación del célebre icono de la firma bodeguera La Colección SOLO de Madrid colabora en la iniciativa
El espacio expositivo Toro Gallery ha sido escogido por el artista gráfico Juan Díaz-Faes para hacer una reinterpretación del icónico Toro de Osborne, dentro del proyecto Save the date. El pintor, diseñador y muralista, seguidor del Rural Art, ha realizado una intervención en esta galería de arte moderno, ubicada en la Bodega de Mora, que comienza a reunir un importante conjunto de toros customizados, realizados por diferentes artistas.
En esta ocasión, cuando el símbolo de la empresa bodeguera cumple 65 años, ha recibido como regalo un artístico estampado que ha rejuvenecido su imagen adaptándola a la estética del arte urbano. La intervención, en la que se utiliza la silueta del toro a modo de mural, coincide con la inauguración de la temporada cultural de verano en la Fundación Osborne, que ofrecerá exposiciones y eventos a lo largo de estos meses. El proyecto surge de la colaboración entre dicha fundación y la Colección SOLO de Madrid, con la colaboración de José Ignacio Buhigas León, que ha mediado entre ambas entidades.
La obra de Juan Díaz-Faes es fácilmente reconocible y en esta ocasión no iba a ser menos, aunque esta vez ha pasado de la premura del muralismo en la calle a una forma más relajada de trabajar, en un espacio cerrado y para una marca reconocida. El artista es muy polifacético e igual diseña un gran mural, el estampado de una tabla de surf o una colección de joyas, aunque siempre con su impronta y estilo propios.
El pintor ha resuelto el mural sobre una silueta del toro de 4 x 4 metros, el mismo tamaño que tenían los primitivos anuncios, mediante un patrón de formas geométricas. Los rombos vienen a ser como partículas del propio toro, elaboradas con criterios científicos, que dejan entrever una original estructura molecular.
En cuanto a la forma de plantear este trabajo, reconoce que es muy distinto a pintar en la calle, “donde es mucho más incómodo. En primer lugar porque no tengo que pedir permiso, aunque nunca hice cosas muy ilegales”. Comenzó sobre las diez de la mañana, protegido bajo el espacioso techo de la bodega.
Primero, pintó la silueta de rojo y después la completó mediante las líneas y espacios en negro del patrón geométrico. “El color negro lo trabajo siempre y en esta ocasión he añadido también el rojo de Osborne”, como colores de marca de la empresa. Además, para humanizar la obra le añadió rasgos antropomórficos, similares a unos ojos y una boca, ya que otra característica de este pintor es que su trabajo es optimista, por lo que sorprende el contraste entre su lenguaje artístico positivo y la figura de un animal que representa la bravura y es imponente.
Pero la maestría que los trazos de Juan Díaz-Faes ejecuta de forma milimétrica con su rodillo consiguen la transformación, haciendo asequible la imagen para todos los públicos, para toda la familia y de manera muy especial para los niños, lo que consigue con una propuesta decorativa y alegre, como su propia personalidad.
No es la primera vez que este artista, nacido en 1982 en Oviedo y licenciado en Bellas Artes, interviene sobre la figura de un animal emblemático; ya lo hizo en Madrid, sobre una representación del Oso y el Madroño, con muy buenos resultados. Con este proyecto, el arte contemporáneo entra en Toro Gallery por la puerta grande, donde la obra quedará expuesta. Otro toro similar, aunque más pequeño, será elaborado para la Galería SOLO, que lo mostrará de forma itinerante. En la presentación de la obra estuvieron presentes, entre otros, Tomás Osborne, presidente de la fundación Osborne; Iván Llanza, director de la fundación; y Pablo Martínez, consejero delegado de la Colección SOLO de Madrid; así como el concejal de Fiestas David Calleja.
El pintor concluyó contando una anécdota: cuando viajaba de niño con su familia por la carretera y veían el imponente Toro de Osborne, siempre le comentaba animoso a su madre que aquella era una superficie ideal para pintar. Curiosamente, aquel deseo se ha transformado en realidad.