El homenaje dominico a Pemán
● A los pies de la Patrona puede leerse estos días los versos que le dedicó el escritor en 1940 ● Santo Domingo recuerda así un nombre que se considera clave en la historia reciente de la Virgen del Rosario
Amor donde hubo horror. La vida en positivo frente a aquellos que siguen instalados en un enfrentamiento que generaciones atrás el país decidió enterrar. El homenaje en oposición de los que retuercen la ley para buscar el descrédito personal de quien lleva décadas muerto. Quién le iba a decir a José María Pemán que volvería a cobrar plena actualidad en vísperas del 40 aniversario de su fallecimiento; pero las decisiones municipales de retirar su nombre y sus recuerdos de la vía pública están provocando, al mismo tiempo, que florezcan los homenajes y los reconocimientos por todo lo que hizo en el mundo de las letras y en la ciudad de Cádiz.
Uno de los homenajes de estos días se encuentra en la iglesia de Santo Domingo, donde se expone a los pies de la Virgen del Rosario el libro de firmas del convento abierto por la página en la que Pemán plasmó unos versos en julio de 1940. Una firma que aparece justo debajo de la del entonces alcalde de Cádiz, Pedro Barbadillo (que lo fuera tan solo unos meses, desde junio de 1940 hasta noviembre del año siguiente).
“Nos ha causado mucha sorpresa la retirada de la placa, sabiendo lo que él y su familia ha sido y es para muchos gaditanos”, reconoce el prior de los dominicos, Pascual Saturio, respecto a la actuación del Ayuntamiento la pasada semana retirando la lápida que ornamentaba la fachada de la casa natal del “insigne poeta” (según reza en la propia pieza que realizara Juan Luis Vassallo). Y es que en el santuario de la Patrona el recuerdo de Pemán es grande por la labor que realizó en beneficio de la Virgen del Rosario.
En efecto, José María Pemán presidió la comisión que preparó todo lo concerniente a la coronación canónica de la Virgen, que tuvo lugar el 4 de mayo de 1947, “interviniendo en todo lo necesario”. Fruto de este trabajo, lideró la compra del canasto de oro de esa corona, que pertenecía a la Virgen de la Candelaria; trabajó en el diseño de la nueva pieza, que realizara Félix Granda; o escribió el himno de la coronación.
Con especial cariño recuerda Saturio la relación de amistad que mantuvo Pemán con el fraile dominico Pablo del Olmo, “a quien dedicó unos versos en sus bodas de oro sacerdotales que conservamos aún en el archivo del convento”. Recuerdos que han vuelto a florecer estos días donde en el interior de Santo Domingo se reconoce la figura que en la calle Isabel La Católica se quiere hacer olvidar. Recuerdos que se centran en lo que el propio Pemán dejara escrito respecto al conf licto político español que derivó en esa cruenta guerra sobre la que hoy sigue girando la política de algunos.
“Por cada llama de horror de aquella maldita hora hay que darle a la Señora cientos de llamas de amor”.