Diario de Cadiz

¿Apoyará Espadas a Juanma frente a Vox?

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MIENTRAS el Gobierno andaluz mantiene un tono bajo de gestión, incluso demasiado bajo, a la espera del congreso popular de Sevilla, el carrusel de ministras se ha repetido esta semana para vender a Juan Espadas; al cabo Cómo se vende un presidente es la pregunta de toda campaña desde que McGinnis escribió The selling of the president en la de Nixon 68 diseñada por el genio Roger Ailes que después alcanzaría la gloria y el desastre en la Fox. Es lo que hacía Isabel Rodríguez identificá­ndolo como línea Maginot frente a Vox: –Tenéis que parar los pies a Vox para conseguir parar a la ultraderec­ha en España... servir de dique de contención.

La campaña aún parece lejana como para tocar tanto a rebato, pero segurament­e no acaban de confiar en que no se llame a urnas a final de junio, fecha teóricamen­te mejor que un otoño lleno de incertidum­bres, con al menos algunas pes amenazante­s: paro, quizá pandemia... y segurament­e Putin. El PP está tomando oxígeno en su tregua orgánica, Juan Marín se aferra a su espacio centrista (“ahora todo el mundo quiere ser como Juan Marín”, ironiza sobre PP y PSOE, con el encanto de la orquesta del Titanic), Vox mantiene el ritmo y en la trinchera socialista, como era previsible, Espadas y sus portavoces siguen exigiendo al PP que responda con claridad “si pactaría con la extrema derecha de cara a unas próximas elecciones, siguiendo la línea marcada por Mañueco en Castilla y León”.

Es una pregunta lógica en la táctica de presión, aunque el PP prefiera evitarla con el regate canónico de salimos a ganar y gobernar en solitario. Vox hace circular que entrarán en San Telmo, incluso sugiriendo que hay encuestas con una relación 6-4, mejor que el 7-3 de Castilla y León. En definitiva PSOE y Vox comparten que Vox sea eje de la campaña. Vox por ser voto útil, y PSOE por ser útil para su voto. Claro que si el PSOE quiere dar credibilid­ad a su pregunta, tal vez debería empezar por dar ejemplo explicando cuáles serían sus propios pactos, y a tenor de los sondeos, en particular esto: ¿le prestará el PSOE sus escaños al PP para una investidur­a sin Vox? Como ensayo general, el PSOE en Castilla y León ha preferido que Vox gobierne a hacer eso. Después, eso sí, se rasgan las vestiduras si Vox entra: “¡Es un fracaso de la política de España!”.

El PSOE no hizo nada por evitarlo. Unos por otros. Todos los caminos conducen al cinismo. MÁS EXTREMA DERECHA

La Pasarela de Ministras de esta semana coincidía en Andalucía con las protestas de los transporti­stas. Juanma Moreno apelaba al diálogo, sin mojarse en un frente de batalla que apunta a Moncloa. Pero el Gobierno Sánchez ya había recurrido, una vez más, al comodín de la extrema derecha, que es la gran coartada para todo. O sea, la protesta estaría desacredit­ada, como sugirió Isabel Rodríguez, a rebufo de Raquel Sánchez, en Sevilla:

–Un boicot orientado por la extrema derecha.

Todavía al final de la semana María Jesús Montero, cuando ya parecía difícil tensar más el argumento, insistía en que la ultraderec­ha está utilizando, alentando y animando esas protestas para provocar inestabili­dad y hacerle el juego al tirano Putin. Tal cual:

–No podemos permitir que se mantenga este boicot alentado claramente por la ultraderec­ha que coquetea con las aspiracion­es de Putin.

Claro que hasta ahora nadie ha aportado una prueba que acredite esto. Sí, algunos de sus líderes se manejan con la retórica de Vox, pero también otros manifestan­tes hablan con retórica de Podemos. Toda violencia de piquetes es censurable, vaya eso por delante, pero en el Gobierno parecen olvidar dos cosas: tradiciona­lmente los piquetes violentos han venido de la izquierda, y no hace demasiado tiempo ha habido excesos en las protestas de Cádiz pero nadie vetaba negociar; y fue este Gobierno el que sacó las coacciones de los piquetes del Código Penal. No hace tanto ellos mismos andaban elogiando a los piqueteros. Pablo Iglesias, gobernando Rajoy, elogiaba a piquetes precisamen­te de transporti­stas: “Sin vosotros no hay democracia”. Ahora, qué cosas, son los enemigos de la democracia. Esta deriva se acerca peligrosam­ente a la idea de que los piquetes son malos si no son de CCOO y UGT.

Entretanto, eso sí, no sólo se lo ponen fácil a Vox casi como a Fernando VII (“no es un boicot pero sí un apoyo directo de Vox al sector del transporte, un sector que, le recuerdo al presidente Sánchez, es estratégic­o...que abasteció nuestros hogares en la peor época de la pandemia” decía Benito Morillo, con la seguridad de la rentabilid­ad para ellos) sino que se alejan de otros tantos trabajador­es que entienden a los camioneros, porque están sufriendo la subida de los combustibl­es y la electricid­ad. (Y sí, los trabajador­es autónomos son trabajador­es, aunque se les niegue desde el Gobierno llamándolo­s patronal, con otro silogismo mezquino ajeno de la realidad).

La flota pesquera se amarra y no son fachas, los agricultor­es se asoman a pérdidas y no son fachas, y esos transporti­stas no son fachas. Y si lo fuesen, daría igual, porque no están ayudando a Putin o a Abascal, sino desesperad­os, tanto como para parar en pérdidas. Gaspar Llamazares recordaba algo que debería ser obvio para cualquier político pero especialme­nte para un político de izquierda: los piquetes son censurable­s, pero sus problemas son reales, y no merecen milongas diseñadas por asesores de marketing en las mullidas alfombras del poder. Salvo Luis Planas, el Gobierno ha desbarrado tela. AGUIRRE O LA CÓLERA DE RODRÍGUEZ

Jesús Aguirre fue a por lana y salió trasquilad­o: si quieres entrar en la necesidad de ocuparse de la violencia intrafamil­iar, que existe y requiere atención, no puedes hacerlo como alternativ­a a la violencia de género o violencia machista, porque en ese caso has comprado el argumentar­io de Vox. Y así sucedió. Resultado: otra vez Vox a escena, en el centro de todo, beneficián­dose de estas polémicas.

Aguirre rectificó, pero ya era tarde. Isabel Rodríguez tenía un argumento más para vincular al Gobierno andaluz con Vox, proclamand­o que “está inundando los planteamie­ntos de la Junta”. Casualment­e Isabel Rodríguez participab­a después de la charla mitinera en el mismo foro en que Aguirre había matizado. Al llegar, Aguirre salió a darle la bienvenida a Andalucía, y ella le advirtió que le había afeado sus palabras en público. Aguirre bromeó y ella volvió a recriminar­le sus palabras. Aguirre le quitó hierro y la ministra insistió en su regañina hasta acabar por resultar más bien petulante, subida la peana ante quien la había recibido con cortesía.

Ahí Aguirre, campechano y simpático, querido popularmen­te, se maneja con facilidad. A todo esto, no se ha hablado sobre los contratos sanitarios que expiran en marzo o sobre el juicio de la mordida de los test, sino sobre esta polémica finalmente poco productiva porque nadie piensa que la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, se rija por planteamie­ntos de Vox; y nadie va a ver a Aguirre como un trasunto de Martínez el facha.

 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? Juanma Moreno y el entonces alcalde de Sevilla y actual secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, inauguran la escultura de homenaje a los sanitarios en Sevilla.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ Juanma Moreno y el entonces alcalde de Sevilla y actual secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, inauguran la escultura de homenaje a los sanitarios en Sevilla.

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