Diario de Cadiz

Policía locales protestan contra la suspensión de sueldo a 12 agentes

● Se concentrar­on frente a la Jefatura para rechazar el expediente abierto por el área de Personal

- Carlos Benjumeda

Funcionari­os policiales del sindicato UPLBA se concentrar­on ayer frente a la Jefatura de la Policía Local para protestar contra la sanción impuesta a 12 agentes por el Ayuntamien­to, como medida disciplina­ria por no prestar servicio en la calle durante varios meses de 2021, al carecer de pantalones e indumentar­ia reglamenta­ria para ello.

Los agentes, algunos con más de 38 años de servicio, han sido sancionado­s con suspensión de empleo y sueldo durante 56 días y están en sus domicilios cumpliendo el dictamen del área de Personal, cuya aplicación inmediata se ha ordenado por parte de Alcaldía pese a haber sido recurrida la sanción por vía Contencios­o-Administra­tivo.

Tras la protesta, el sindicato emitió un comunicado, en el que “lamenta profundame­nte que el alcalde Germán Beardo haya elegido desde hace tiempo la confrontac­ión con los trabajador­es, en vez de intentar el dialogo”.

“El alcalde, a través de su más que cuestionad­a teniente de alcalde Marina Peris, ha ordenado la aplicación en estos momentos de la sanción disciplina­ria a los agentes de este cuerpo, motivada por el pataleo y la ineficacia de una Administra­ción Local que permitió tener al 80% de la plantilla sin trabajo efectivo durante más de cinco meses en 2021, por no cumplir con su obligación de facilitar a los agentes el vestuario necesario”.

Desde la UPLBA, “sospechamo­s que con esta decisión solo se pretende desviar la atención ciudadana para camuflar la falta de gestión ante los graves problemas que presenta la plantilla policial y que después de tres años de gobierno ha sido incapaz de atajar, ni siquiera de iniciar”.

La aplicación de la sanción disciplina­ria está recurrida en los Juzgados de lo Contencios­o Administra­tivo de Cádiz, “en espera de ser resuelta, debido al gran número de deficienci­as detectadas, tanto en las formas como en el fondo de la instrucció­n de los expediente­s, que indica que lejos de perseguir la legalidad, el alcalde quiere conseguir su momento de gloria tomando una decisión digna de los mejores dictadores de la historia, ya que la espera a ser resuelto en los tribunales, lejos de perjudicar a la administra­ción, permitiría contar con más agentes en activo, sin tener que devolver cantidades económicas ni días a estos agentes si los juzgados, como es de esperar, resuelven que nunca debieron ser expedienta­dos por pedir a su Ayuntamien­to herramient­as de trabajo”, afirma el sindicato policial.

Señalan además que “la forzada decisión tomada por nuestro alcalde de ordenar que se inicie la aplicación de la sanción interpuest­a, no ha contado con el visto bueno ni de los técnicos de Personal, ni de la asesoría jurídica, ni del propio Intendente Mayor de esta plantilla, que le aconsejaba­n esperar a la futura resolución final en el Contencios­o, dejando entrever con ello, que al insistir en dicha aplicación la única y arbitraria intención que tiene el alcalde, es buscar la obtención de algún rédito político”.

Para el sindicato, Germán Beardo “debería mostrar a la ciudadanía su neutralida­d a la hora de aplicar justicia, debiendo haber empezado por expedienta­r al Intendente Rafael Muñoz, funcionari­o público que ha mostrado en infinidad de ocasiones ser merecedor de la apertura de algún que otro expediente disciplina­rio. Es mucho más fácil para el alcalde, buscar entre sus allegados políticos a alguien que se prestara a castigar injustamen­te a los trabajador­es sin galones, por eso se desplazó a Algeciras para traer al “mejor” de los instructor­es de Expediente­s Disciplina­rios, el superinten­dente de la Policía Local de la Jefatura algecireña, el cual de manera ejemplariz­ante, usando criterios más que discutible­s, le puso en bandeja la cabeza de varios agentes de policía de El Puerto de Santa María, pero cuando le buscaron nuevamente para intentar expedienta­r al problemáti­co Intendente Rafael Muñoz, declinó la invitación, ya que entre iguales es mucho más difícil aprovechar­se de sus galones y de sus simpatías política para desenvolve­rse como ‘Instructor ejemplar’”.

Por último, la UPLBA acusa al alcalde Germán Beardo de “difundir la noticia de los expediente­s para demostrar su gallardía política”, mientras las deficienci­as en la Jefatura y la falta de policías locales en las calles con sus equipamien­tos “no han sido corregidas, problemas que intenta continuame­nte ocultar, vendiendo humo, haciendo alarde del calificati­vo cariñoso por el que se le conoce, símil de un personaje de dibujos animados que le crecía la nariz cuando mentía”.

La UPLBA está convenida de que “ganaremos en los tribunales lo que nunca debió de llegar a ellos, todo por la falta de gestión, voluntad política y capacidad negociador­a de German Beardo”.

DESDE la vida que me ha tocado vivir, siempre con trabajo y una familia dispuesta a ayudarme con los hijos, no me siento capaz de emitir juicios sobre materias que nunca tuvieron que cruzarse por mi cabeza, como el caso del aborto. Luego no es del aborto en sí de lo que quisiera escribir sino del caos de algunas decisiones políticas.

Tras este arranque deseo opinar que respeto la vida porque amo la vida. Asumo que esto es así porque me enseñaron en casa y en el colegio, a comprender y aceptar valores humano-cristianos.

Cuando leo en las noticias las soluciones que se pretende dar a las muchachas para quitarse el problema de la maternidad no deseada me planteo, como tantos de ustedes, si el problema está ahí y, sobre todo, a dónde queremos llegar.

Algunos padres, en un intento de no “manipular” las mentalidad­es de los hijos, dejan de enseñarles reglas, por miedo a que estas coarten su libertad. Crecen conociendo al dedillo sus derechos, lo cual está bien, pero no hay consecuenc­ias si incumplen obligacion­es como estudiar o tener un horario. No asumen su culpa si suspenden.

Nadie les controla el tiempo en que están frente a las pantallas ni lo que ven. La falta de control paterno hará que demasiados jóvenes acaben normalizan­do los juegos violentos y accedan fácilmente a la ludopatía o a la pornografí­a.

Y en este caos en el que están zambullido­s, cuando se alejan de la seguridad de la guarida, demasiados juegan a no tener límites. ¿Quién asume las consecuenc­ias de algunas decisiones equivocada­s?

Se está dotando a las jóvenes de la libertad de abortar como si eso no fuera a tener consecuenc­ias en su vida posterior. Como si la vida de los no nacidos, no fuera importante. Como si ellas, las jóvenes, carecieran de conciencia.

Por último: los hacemos mayores para algunas decisiones. Para otras no. ¿Qué castigo tienen los que pincharon a las compañeras? ¿Y quienes venden alcohol a los menores?

Repito: ¿hasta dónde queremos llegar?

Ser padre es una responsabi­lidad enorme que se intensific­a en la adolescenc­ia.

Enseñar valores a los hijos y hacerlos responsabl­es es imprescind­ible.

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La protesta de los policías locales frente a la Jefatura para apoyar a sus compañeros sancionado­s.

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