Diario de Cadiz

Balmoral despide a la reina en la serenidad de la naturaleza

● Decenas de vecinos de los pueblos cercanos acuden a dar el último adiós a la monarca ● Edimburgo se prepara para la llegada del féretro

- G. G. · V. G. (Efe)

Perdido en un remoto parque natural del centro de Escocia, el castillo de Balmoral fue la última morada de Isabel II y ahora los lugareños despiden con serenidad y gran tristeza a una mujer que supuso para ellos “un modelo de persona”.

Solo una tortuosa carretera local llega hasta el castillo, rodeado por la naturaleza exuberante del parque Cairgorns y bañado por el río Dee. A este lugar aislado del bullicio, que la reina adoraba y usaba como residencia de verano, decenas de vecinos de los cercanos pueblos acudieron para rendir un último homenaje a una soberana muy apreciada por su pueblo.

Con ramos de flores, pero también con osos de peluche y otros regalos, los habitantes de la comarca y algunos curiosos mostraron su emoción y, sobre todo, respeto por la difunta.

Dispuestos en semicírcul­o en torno a la puerta principal del castillo, con la nutrida presencia de los periodista­s detrás, alrededor de medio centenar de personas se iban turnando para despedir a quien fue su reina durante 70 años. Alguno no podía apenas formular palabra cuando se le preguntaba por sus sentimient­os. Otros, como la escocesa Carly McGregor, se acordaban no solo de Isabel II, sino también del nuevo rey, Carlos III.

“Hay una mezcla de emociones. Estamos tristes, pero tendremos un nuevo rey muy pronto. Esto es muy difícil para el rey Carlos III. Un proceso muy complicado para él: perder a su madre y tener que volver al trabajo al día siguiente... No mucha gente hace eso”, dijo.

La fuerte presencia policial no fue obstáculo para que quien lo desease se acercase. Unos cuantos albergaban la esperanza de ver pasar en sus coches a la familia real, que fueron dejando el castillo de forma progresiva.

McGregor reconocía que el jueves, entre lágrimas, explicó a sus hijos la relevancia de Isabel II y les contó historias sobre la reina: “Era una increíble inspiració­n para muchos, por la ética de trabajo, por la manera en la que se ha comportado y todo lo que ha soportado”.

“Me alegra que (su fallecimie­nto) haya pasado aquí, en Balmoral, porque creo que ha sido más que feliz aquí”, terciaba por su lado su marido, Donald McGregor.

Coincidía con ese sentimient­o Mary Arklas, que se desplazó hasta la entrada del castillo acompañada por su hija Mia, que consideró “un honor” que Isabel II se encontrase en Escocia en el momento de su deceso.

También se acercaron al castillo la pareja formada por Joy y Chris Ojobi, ambos nigerianos, que recordaban que su país forma parte de la Commonwalt­h (o Mancomunid­ad de Naciones) que le fue tan querida a la soberana.

“Ella unió a la Commonweal­th bajo este paraguas de madre. Nigeria es parte de la Commonweal­th y hemos sentido su amor durante todos estos innumerabl­es años”, declaró a EFE Joy Ojobi.

Para la mujer, Isabel II encarnaba sobre todo la maternidad, sobre todo por cómo consagró su vida “a servir más allá de su familia y su gente”.

En Edimburgo, escoceses y muchos turistas se acercaron ayer hasta el palacio de Hollyrood, residencia real en Escocia, para depositar ramos de flores, tarjetas y ver de cerca la notificaci­ón oficial del fallecimie­nto colgada sobre las rejas de este majestuoso edificio.

“Gracias Su Majestad por su servicio”, “Gracias por su fiel servicio al país”, “Gracias por una vida de servicio. Se le echará de menos”, eran algunos de los mensajes que rezan sobre las numerosas flores que la gente a dejó ante el palacio.

Aunque había más turistas que lugareños, el ambiente era sombrío, mientras que había banderas británicas y escocesas a media asta en los edificios públicos.

Edimburgo se preparaba ya para la prevista llegada del féretro al palacio de Hollyrood, donde permaneció varias horas antes de ser llevado a la catedral de St. Giles, en la zona antigua de la ciudad.

Frente a la catedral, rodeada de policías, se montaban ayer las barreras que marcarán el camino por donde los ciudadanos pasarán antes de acceder al templo religioso para dar el último adiós a la reina Isabel II.

A las puertas, muchos curiosos esperaban presenciar la salida de la familia real

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PAUL RAID / EFE Ramos de flores a las puertas del castillo de Balmoral.

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