Diario de Cadiz

CUANDO UN COMUNISTA PONE LOS PRECIOS

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

O es monopolio de los comunistas, pero lo que ocurre cuando sus regímenes fijan los precios para que los productos básicos sean asequibles es que éstos merman. Los escaparate­s de Berlín Oriental eran tan grandes como una portería de fútbol, pero el género era tan mínimo como una latita de atún. Franco quiso que los españoles pudieran comprar pan a un precio asequible después de la Guerra Civil, intervino el trigo y casi los mata de hambre. Más que la destrucció­n bélica, las hambrunas de la década de los cuarenta se originaron por esa fijación de precios, los agricultor­es o no cultivaban porque no les salía a cuenta o lo derivaban al mercado negro. Todo esto es de primero de economía política, pero la ministra Yolanda Díaz no lo ha comprendid­o. En Cuba, que es un imposible llamado comunismo de rostro humano, falta comida, aunque, sobre el papel, el ciudadano tiene derecho a una cantidad variada, diaria y equilibrad­a de alimentos.

Díaz y el ministro Alberto Garzón son los ministros comunistas del Gobierno; en principio y, simplement­e, por tradición, son más sensatos que los de Podemos, pero su pulsión regulatori­a es un despropósi­to. El mercado es un dragón que conviene embridar, pero suele adjudicar con eficacia los precios de los productos. Fueron la liberaliza­ción de la economía española y la libre competenci­a las que permitiero­n salir de aquellos terribles meses de finales de los años setenta cuando la inflación superó el 30%. El más mercado que impuso la Unión Europea terminó por darnos décadas de estabilida­d, hasta que ahora se han disparado los precios por los cuellos de botella sufridos tras la pandemia y la crisis energética.

Pero de la inflación sólo se sale con dolor, hay que aliviar a las familias en peores condicione­s, pero hay que apartar las manos burocrátic­as de las listas de precios. Los efectos pueden ser perversos.

Perverso es lo que le ha ocurrido a Yolanda Díaz, en el sentido de que el efecto que ella buscaba ha sido el contrario. Carrefour se ha adelantado con una oferta que es puramente comercial, y ha terminado por enfadar a los pequeños comerciant­es, que no tienen la capacidad de una negociació­n tan dura con sus proveedore­s como las grandes distribuid­oras. Los agricultor­es y ganaderos tiemblan porque temen que todas las distribuid­oras les aprieten aún más para contentar a la ministra comunista.

Yolanda Díaz tiene la imperiosa necesidad de lanzar cada día una propuesta mágica. Su problema ya no son los ministros socialista­s, sino los de Podemos y, claro, de vez en cuando cae en despropósi­tos mayúsculos.

Fueron la liberaliza­ción de la economía y la libre competenci­a las que enterraron los meses de inflación superior al 30%

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