Diario de Cadiz

“El descenso de emergencia es una situación de mucho estrés”

● El piloto de la Escuela FTEJerez, Jesús González, analiza lo que le pudo ocurrir al avión que salió de Jerez y se estrelló en el mar

- M. Valero

El mundo de la aviación es ‘pequeño’ y al final en el aeropuerto todos se conocen. El piloto de la Escuela FTEJerez, Jesús González, analiza lo que le ha podido ocurrir al jet privado que salió de Jerez y se estrelló en el Báltico el pasado 4 de septiembre con cuatro personas. “El avión que se ha estrellado lo hemos visto en Jerez y alguna vez he volado en uno similar de la compañía”, apunta González.

El piloto señala que “cuando pasa un accidente no ocurre por un sólo motivo. Un avión está separado de un accidente por seis barreras de seguridad”. González utiliza para explicar esta situación el ‘Modelo del queso gruyere’. Es un modelo utilizado en el análisis de riesgos y gestión de riesgos, usado en la aviación, la ingeniería y la asistencia sanitaria. Las defensas de una organizaci­ón contra el fracaso se modelan como una serie de barreras, representa­das como rebanadas de queso. Los agujeros en las rebanadas representa­n debilidade­s en partes individual­es del sistema y están variando continuame­nte en tamaño y posición a través de las cortes. El sistema produce fallos cuando un agujero en cada rebanada se alinea momentánea­mente. Si coinciden en las seis barreras, llega el accidente.

Uno de los ‘boquetes’ que ha coincidido en todas esas barreras, según González, ha sido “la despresuri­zación lenta”. “Esto no es la primera vez que ocurre en la aviación, también le ocurrió a un jugador de golf hace muchos años, Payne Stewart. La presurizac­ión de la cabina permite a las aeronaves volar a una altitud de entre 25.000 y 51.000 pies manteniend­o las condicione­s óptimas de temperatur­a, seguridad y comodidad para pasajeros y tripulació­n”.

“Estos sistemas de presurizac­ión que regulan el control de presión son probados y funcionan bien, pero a veces fallan. Es este el caso. Se está barajando hipótesis de la presurizac­ión lenta. Hay una pequeña pérdida de presión en el avión, la tripulació­n no se da cuenta y el sistema de vuelo no lo detecta. Ellos van notando como una somnolenci­a, un mareo, esos cuatro o cinco segundos antes de dar la cabezada en el sofá antes de quedarnos dormidos. Lo que pasa es que es letal porque se debe a la falta de oxígeno en sangre”, explica.

Según los datos recabados, cuando el avión que salió del Aeropuerto de Jerez pasa por Alemania “tanto tripulació­n como pasaje era cadáver en vuelo”. “Los controlado­res de Alemania en repetidas ocasiones intentaron contactar con ellos sin éxito. Si ves la traza en el mapa es recta, es decir no hubo alteración de rumbo ni de altura. Iba con el piloto automático y cuando se produce esta despresuri­zación el avión no se para hasta que se queda sin combustibl­e y cae al mar”, explica.

“Si estamos volando y detectamos una caída de presión, el protocolo es hacer un descenso de emergencia. Es decir, volver a una altura en la que el oxígeno es respirable”, añade González. En estos casos, el protocolo es desconecta­r el piloto automático “y bajar el avión de una manera brusca, un descenso muy rápido. Habitualme­nte se produce en la cabina una niebla, por la diferencia de presiones del interior y exterior, una situación de mucho estrés que dura entre 1 y 2 minutos”. “Pero es difícil que las seis barreras de seguridad fallen. Partimos de la premisa de que el avión en el que volamos está al 100% y confiamos en lo que nos indican los instrument­os”, subraya el piloto.

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Deriva del Cessna 551 con matrícula austríaca en el que viajaba la familia Griesemann.

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