El modelo político de Andalucía

La posibilidad de fraguar pactos ante el escenario económico debería presidir la lógica de sumar antes que confrontar

UNO de los objetivos que se ha marcado el presidente andaluz en su nuevo mandato es trasladar a los ciudadanos que gobernará con un búsqueda permanente de acuerdos y consensos, tanto con los principales actores sociales como con los grupos de la oposición. Con su fórmula, Juanma Moreno intenta desterrar del imaginario colectivo la connotación negativa que se le atribuye a la “mayoría absoluta”: el rodillo parlamentario. El propio PP en estos meses ha utilizado en su vocabulario argumental la expresión “amplia mayoría” para referirse al resultado de las últimas elecciones andaluzas. En ese propósito hay que enmarcar la reunión de Moreno con los líderes de todos los grupos políticos con representación parlamentaria y el posterior anuncio de la Consejería de Presidencia de fijar una periodicidad mensual para este tipo de encuentros. El diálogo es una palabra que debe presidir las relaciones en democracia. En un escenario como el actual, con los graves problemas económicos que ensombrecen el horizonte andaluz, la posibilidad de fraguar pactos no debería ser una mera hipótesis de trabajo, sino presidir la lógica de sumar antes que confrontar frente a los desafíos comunes. Pero la polarización que padece la política española convierte en noticia cualquier gesto de acercamiento. El líder del PSOE, Juan Espadas, opina que Andalucía puede marcar distancias con esa confrontación permanente que se percibe en Madrid. Conversar constituye un fin positivo por naturaleza. Pero cabe esperar que el diseño de los encuentros por parte del Gobierno andaluz permita que se traduzcan en avances concretos. A las fotos para afianzar la imagen de un presidente “moderado” le deben acompañar, sobre todo, los resultados.