CURSO 2022-2023
El futuro del mundo está en el aliento de los niños que van a la escuela” dice un proverbio judío. Es bueno recordar esa sabia frase en estos días en que comienza un nuevo curso escolar. Los tiempos que vivimos no son fáciles e intuimos que el futuro tampoco lo será. Un futuro que, además, nos resulta imposible de imaginar. Si en tiempo de nuestros antepasados el futuro era lo mismo que el presente y que el pasado, solo que sucedía más tarde; ahora nadie tiene el poder de asegurar qué pasará mañana o la semana que viene. Mucho menos aún, cómo será nuestra sociedad y nuestro mundo en unos años o décadas. ¿No decimos que avanzamos hacia un cambio de civilización?
La educación siempre se ha enfrentado a retos inmensos y a preguntas importantes. Y así es hoy también. ¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Qué hijos vamos a dejar a nuestro mundo? Estos son los desafíos a los que hacer frente.
Si la tarea de educar no consiste en adivinar el futuro, ¿en qué consiste? En ayudar a los estudiantes a ser hombres y mujeres que vivan, sea cual sea el futuro, de un modo honesto, responsable y solidario. Ese es el fin que familias, docentes y todo el sistema educativo deberían perseguir. Dice Nelson Mandela: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”.
Podemos enseñar a amar o a odiar. O también, y puede resultar peor, a ser indiferentes, egoístas, a dar la espalda a la realidad y desentenderme de ella pensando solo en mi propio interés. Pero también podemos enseñar compasión y solidaridad. Estas posibilidades se abren ante nosotros al inicio de un nuevo curso. ¿Qué raíces y qué alas dejaremos a nuestros hijos y alumnos? Lo que sembremos será lo que algún día florezca y dé frutos. Ojalá, entre todos, acertemos. ¡Feliz nuevo curso 2022-2023!