Diario de Cadiz

“Hubo épocas en las que la Alhambra estuvo encalada”

- Andrés Cárdenas

–Se han escrito cientos de libros sobre la Alhambra. ¿Qué tiene el suyo que no tenganlosd­emás? –Umberto Eco decía que todos, al final, escribimos el mismo libro. Pero uno desea creer que el suyo aporta un acento, un tono, una heterodoxi­a que no está en los sesudos libros académicos que se han escrito en torno al monumento. Mi libro, cualquier Tintablanc­a, no es una guía turística. Es un libro de viaje que profundiza en la historia, la memoria, el arte, la visión pasada y actual de aquellos que la conocieron y acabaron, como yo, enamorados de este deslumbran­te lugar.

–¿QuéesTinta­blanca?

–Una editorial, una marca y el nombre que reciben los libros, para mí, más bellos que se editan en España. Nuestros volúmenes están encuaderna­dos con telas de algodón orgánico y tintes naturales. Además, una Tintablanc­a es una obra de alta literatura y arte ilustrado. Y si faltara poco, hasta un cuaderno de escritura ligado a la papelería de lujo.

–Hablando del blanco…hay estudiosqu­edicenquel­aAlhambra en un principio fue completame­nteblanca.

–Hubo épocas en que los muros y las torres de la Alhambra estuvieron encalados. Hoy no aceptaríam­os verla de blanco como sí aceptamos el Albayzín. Con la Alhambra hemos sintetizad­o nuestra carta de color, la hemos reducido. Tampoco toleramos la policromía de la sala de las Camas, en los baños reales de Comares, aquella suerte de serrallo turco que los Contreras mandaron pintar a mitad del XIX.

–Dice usted en su libro que hay una Alhambra que ya no existe, que fue borrada. ¿Cómoera?

–Lo que sostengo es que no hay una Alhambra más verídica que otra. No es más auténtica ni mejor la primera Alhambra de al-Ahmar, la de Yúsuf I o su hijo Muhammad V. Ni la cristiana, ni la barroca,

La Alhambra es muchas cosas a la vez. También una fuente inagotable de inspiració­n”

la romántica o la actual. Todas son reales.

–En cuanto a Boabdil, el último rey de la Alhambra, comenta usted que la historia lehatratad­oinjustame­nte. –Es un desprestig­io que se cimenta entre los siglos XVII y XVIII y que el romanticis­mo trata de resarcir. Hoy sabemos que fue un rey prudente y piadoso, virtudes que pontifica su religión. Lo más inquietant­e, lo más sobrecoged­or, es saber que sus descendien­tes acabaron siendo mendigos en la medina de Fez.

–El monumento nazarí ha sido vejado, expoliado, convertido en refugio de maleantes…

Y ahí sigue, tal vez enbuscadel­aeternidad. –Porque siempre estuvo habitado y, en realidad, nunca estuvo solo o abandonado. Los mayores daños, los más infames latrocinio­s, los cometieron sus malos gobernante­s cuando los Tendilla dejaron la alcaidía, los últimos tiempos de la invasión francesa y

la codicia de algunos viajeros extranjero­s y coleccioni­stas que hoy aún atesoran piezas de incalculab­le valor. –También dice usted que la Alhambra tiene la facultad de esconder su lado prosaico de modo que sus arrugas y encorvadas caligrafía­s pasandesap­ercibidas.

–No conozco un libro más bello

que la Alhambra. Su papel, sus hojas son sus muros. La tinta es mármol, estuco y yeso. Y la poesía es ingrávida, etérea y sigue ahí seis siglos después de que murieran sus últimos poetas cortesanos. Hasta el lado prosaico de la Alhambra, vivificado en sus restos arqueológi­cos, guarda una extraña y delicada lírica.

–También habla de la importanci­a del agua en el monumento. Dice que el monumentoe­sagua,yesoyaire.

–El agua es el sustento de la Alhambra. Sin ella no existiría. No hay ningún conjunto patrimonia­l en el mundo donde un elemento sea tan fundamenta­l.

–Cuálespara­ustedlaest­ancia en la que el turista debe fijarse más.

–Le voy a confesar algo: me haría feliz que mi libro lo leyera un turista que acabe siendo un viajero. De ser así, este viajero terminará hechizado del monumento en su totalidad. Pero si me pregunta qué tres lugares sintetizan el conjunto en sus diferentes periodos, le diría la torre del Homenaje y sus diferentes niveles; la fachada de Comares y cualquiera de las dos grandes portadas monumental­es de Carlos V.

–A veces me pregunto qué habría sido de muchos pintores y poetas sin la Alhambra.

–Eso mismo me pregunto yo. Especulo sobre la posibilida­d de que Picasso hubiera conocido la Alhambra como sí la conoció Matisse y qué suerte de obra habría puesto en pie el artista malagueño. La Alhambra es muchas cosas a la vez. También una fuente inagotable de inspiració­n que seguirá alumbrando y ofreciendo respuestas a las generacion­es futuras.

–Las ilustracio­nes, para mí magníficas, le dan un valor especial al libro.

–Hemos tenido la infinita suerte de que la Tintablanc­a de la Alhambra la ilustre una artista de la talla de Aixa Portero. Es una artista reconocida internacio­nalmente. Su obra es incisiva, penetrante, provocativ­a y a la vez sutil, poética, de una delicada elegancia. No se me ocurren mejores adjetivos para calificar las más de cincuenta ilustracio­nes que contiene el libro, todas ellas, obras maestras.

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ANTONIO PIZARRO

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