Diario de Cadiz

El mejor Mercé que su salud le dejó ser

● El cantaor jerezano se esforzó en la presentaci­ón de su último trabajo en ese Cádiz que tanto ama aunque una bronquitis dejara a medio gas las inigualabl­es capacidade­s del artista

- Tamara García

Fatigas grandes ha pasado este miércoles 16 de noviembre, Día del Flamenco, José Mercé en el Gran Teatro Falla. “Ay, madre mía”, “ay, dios mío”, salpicaba por lo bajito, el cantaor jerezano el concierto en el que presentaba su último disco,

en su amado Cádiz. Las duquelas del querer y no poder. Bueno, no poder es mucho decir para un artista que, aunque con la capacidad pulmonar rozada “por una bronquitis, un catarro muy malo o yo no sé lo que es esto”, se lamentaba al final de su cita gaditana, firmó un recital rebosante de cariño y de muchos arrestos.

“¡Tú no te preocupes José, tú estás en tu casa!”, se adecuaba ese ente casi humano que es el Gran Teatro Falla –ya saben, un teatro, una sola voz– incluso antes de que el referente del pelo y el metal (con permiso de Ranca y Panseco) confesara sus problemas de salud. Perro viejo, este Falla, que le tiene cogida la medida a Mercé, al que quiere y disculpa y, es más, hasta celebra atronador los momentos luminosos de y de su apunte jondo, que algunos hubo.

La malagueña de El Mellizo, sin duda, fue uno de esos ratitos brillantes que Mercé le brindó al público que abarrotaba el coliseo de Fragela durante una cita que igual se enmarca en el Festival Patrimonio Flamenco (Ayuntamien­to) que en el Festival de Música Española (Junta). Qué más da. Cualquier sostén es bueno para conmemorar el nombramien­to del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad con un artista de primer nivel como es José Mercé. Un flamenco por los cuatro costados al que, por cierto, no se le cayeron los anillos por cerrar su concierto con un llamamient­o: “¡Carnaval, Patrimonio de la Humanidad!”

Antes, casi hora y media de disfrute y sufrimient­o. La entrada un tanto irregular con la taranta sí funcionaba de pero no sino de lo que iba a ocurrir en el recital; la emoción, aunque real, verdadera, palpable, de

el corazón de el tema que dedica a su fallecido hijo Curro, disculpaba sus silencios, sus tropiezos, que no tenían agarre en otras canciones como en la balada o en esa rumba con aires de tango titulada

donde La Mala Rodríguez rapeaba desde la pantalla con proyeccion­es, quizás, completame­nte suprimible­s.

La otra cara de la moneda, la bonita, la feliz, la encontramo­s en el sabor de

donde los golpes del yunque parecen guiarlo en el camino de vuelta a la senda del compás y la respiració­n gracias a su temple en el martinete; y, por supuesto, en la mencionada malagueña, en los primeros envites de la soleá y los fandangos (que iban perdiendo fuelle en su desarrollo), en la valentía con la que enfrentó al respetable, despojándo­se del micro en la despedida por Jerez y, muy por encima de casi todo, en esa versión de del inolvidabl­e Luis Eduardo Aute, que se adapta a su garganta (más o menos a punto) como un traje a medida.

Con también la gozó Cádiz, más que con ese descafeina­do homenaje a Triana de

y con que, esa sí, necesitaba de respiració­n asistida.

“Cádiz, estoy se disculpaba Mercé que hizo todo lo que pudo por agradar, hasta se pegó sus dos o tres pataítas, durante su concierto en el Falla, acordándos­e de su debut en El Tablao, de “la suerte” que tuvo al recalar en aquel rincón de Santa María de la Cabeza con

Juan Villar, Rancapino y La Perla y hasta lamentando que “el arte de Cádiz ya no es el que era”, que “la esencia se ha perdido”, que murió junto a gente como “Pablito de Cádiz y su hermano, el Niño de los Rizos...”

José Mercé miró al pasado el Día del Flamenco pero también al futuro, dándole su sitio al jovencísim­o guitarrist­a Manuel Cerpa, al que vio en

“y al que he fichado porque no lo podía dejar escapar; buscando entre el público “a mis niños”, a la gente joven que es a la que hay que arrimar a este arte grande nuestro; y poniendo en valor esta nueva apuesta con su “hermano y amigo” Antonio Orozco que le compone y produce, más que un disco, “una obra, sin ánimo de ser pretencios­o”, califica a

donde el gusto por los fraseos largos del artista catalán dificultar­on más si cabe la actuación del jerezano en estas circunstan­cias.

José Mercé habló con su público, cantó como pudo la

de su disco, se fue al pop rock con le dijo un “te quiero” muy fuerte a su mujer, Mercedes García, integrante del coro, con

El artista desgranó en el Teatro Falla los temas de ‘El oripandó’ que ha producido Orozco

(las que hacen de casados el próximo septiembre) y se fue de Cádiz levantando al público de sus butacas. Y con su garganta afillá a medio gas, ¿qué...?

Y es que Mercé es Leyenda del Flamenco aunque el miércoles, para lamento de los que echamos de menos su eco personalís­imo y que parece inagotable, pasara muchas fatigas para demostrarl­o.

 ?? LOURDES DE VICENTE ?? El cantaor jerezano José Mercé, durante su actuación en el Gran Teatro Falla.
LOURDES DE VICENTE El cantaor jerezano José Mercé, durante su actuación en el Gran Teatro Falla.

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