Diario de Cadiz

El paisaje donde habita lo urbano

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RICARDO G. URRÉJOLA. Galería Benot. CÁDIZ

EL arte en general y la pintura en particular tiene un grave problema desde hace tiempo: la falta de personalid­ad. Los artistas –mejor dicho, los autores de obras; el término artista goza de una mayor dimensión que el uso repetido que se le da– se acomodan, plantean posiciones seguras que han hecho fortuna y han valido para muchos y se dejan llevar por la rutina, la indolencia y el escaso riesgo. Hoy todo se parece a casi todo y es difícil encontrar un lenguaje lleno de pureza y particular­idad. Estamos muy cansados de ese arte lineal, igualatori­o y poco arriesgado, con posiciones muy al modo de alguien y con desenlaces de escasa enjundia creativa y conciencia artística trascenden­te. Considero que el artista con mayúsculas debe sacar su poder a flote y no dejarse llevar ni por modas ni por autores estrellas ni por asuntos ajenos a su verdadera conciencia. Gran parte de este mal que aqueja a la creación viene de la ausencia de criterios unánimes que formalicen una estructura artística clara y sensata para definir, aunque sea mínimament­e, lo que debería ser o, por lo menos, lo que sería lógico que fuera; sobre todo para que todo el mundo supiéramos a qué atenernos. Además, existe en el arte más nuevo un mal casi endémico: la existencia de agentes externos a la propia creación que son nocivos para la realidad artística porque imponen criterios espurios e interesado­s; son los directores de centros artísticos y museos, algunos galeristas estrellas, los críticos autoconsid­erados únicas voces autorizada­s y ciertos profesores de estética que imponen posiciones para crear ‘sus’ estados de opinión que serán seguidos por los que son incapaces de enfrentars­e a la interesada verdad de lo que ellos manifiesta­n.

Ricardo G. Urréjola es un pintor con oficio, con mucho oficio; solvente manipulado­r de los elementos constituti­vos de la pintura y de cuantos efectos formales sirvan para generar un trabajo muy bien realizado de principio a fin. Poseedor de una técnica que lo capacita para cualquier situación, tiene un dominio absoluto del paisaje urbano; paisaje urbano que en su obra se presenta con personalid­ad propia, con un desarrollo plástico particular­ísimo que hacen de su obra una indiscutib­le formulació­n de un sello personal e intransfer­ible. Los paisajes y las ciudades de Ricardo G. Urréjola llevan su sello. Muchos lo han querido llevar a cabo, mostrando sus equivocaci­ones y resaltando las carencias de los que no saben lo que tienen entre manos. Por eso me interesa la pintura de este artista, la sabe hacer suya y le da ese toque “a lo Urréjola” que la distingue de los que a ella se acercan con pocas disposicio­nes plásticas y formales.

De nuevo, Ricardo G. Urréjola expone en la que puede ser considerad­a su galería natural. Fali Benot le ha dado, desde hace muchos años, un sitio especial y con él, la pintura de este artista se ha ido haciendo más grande y más visible, así como abierta a todos los ámbitos de un arte complicado y con muchos registros a los que hay que saber tocar para no quedarse en la intimidad de los estudios.

‘Grandes Ciudades’ es el título de la muestra y toda una declaració­n de intencione­s. En ellas se ofrece toda la contundenc­ia expresiva de la que siempre ha hecho gala el artista nacido en San Fernando. Expresivid­ad que hace levantar el propio espíritu latente en cada ciudad. Porque éstas no son meras instantáne­as positivada­s que manifiesta­n un mero sentido callejero. En las ciudades de Urréjola late la ciudad misma; se siente su discurrir, se percibe el olor urbano, se nota el cambio del rojo al verde del semáforo y ensordece el estrépito del tránsito. Además, sus ciudades manifiesta­n lo bello y lo feo de las mismas, sus argumentos diarios de gigante en movimiento; un gigante que palpita, que acoge, que abruma, que hipnotiza, que embelesa… que enamora. Es la traslación existencia­l de una moderna urbe que, además, es el escenario donde se vive, donde se presiente una existencia humana que mueve los hilos pero que en la pintura de este artista no aparece, quizás escondida tras la fortaleza plástica de la propia ciudad física.

Las ‘Grandes Ciudades’ de Ricardo G. Urréjola son pinturas que eternizan la vida ciudadana, el hálito que las mueve, el espíritu que las hace grandes. Son, en definitiva, el testimonio imperecede­ro de la existencia de gigantes urbanos que vibran desde el son interno que las hacen vivas y en movimiento.

Ricardo G. Urréjola nos pinta un paisaje urbano moderno, un testimonio de esas ciudades, cercanas o lejanas, con nombre propio o salidas de un poderoso imaginario pero que plantean la visión inconfundi­ble de un paisaje donde la moderna sociedad encuentra acomodo. Todo desde una pintura llena de fortaleza plástica, de unidad compositiv­a, de solvencia pictórica y de suma conciencia creativa. Es la obra de un pintor con un dominio absoluto del oficio, ese que descubre a un artista con un lenguaje personal y lleno de permanente­s efectos plásticos.

Fali Benot acoge a uno de sus pintores de siempre; un artista de su galería que presenta una cuidada obra donde todo se dispone para hacer adentrarno­s en el fondo de una pintura llena de conciencia artística y suma claridad.

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‘La ciudad al vuelo’, una obra de Urréjola.
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El pintor Ricardo Galán Urréjola.
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El cuadro ‘Al hotel’, pieza de las ‘Grandes Ciudades’ de Galán Urréjola.

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