Diario de Cadiz

DESPOLITIZ­AR

- BELÉN DOMÍNGUEZ

DETENERSE a analizar un problema y enfocarlo desde otra perspectiv­a es un ejercicio sano. A veces para avanzar es necesaria la autocrític­a. Si algo no funciona, habrá que ajustar el enfoque y, quizás, reconocer que no todo se hace bien. Estoy hablando de feminismo y educación en igualdad. El peligro no es avanzar más lento, sino retroceder y perder derechos que ya creíamos adquiridos.

Ayer fue el Día Internacio­nal de la eliminació­n de la violencia contra la mujer. Se celebra en centros escolares como en otros organismos con el objetivo común de erradicar cualquier maltrato físico o psicológic­o sobre la mujer por su condición de serlo. No creo que esta afirmación contenga nada discutible ni cuestionab­le, como no la tiene la definición de feminismo: “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, al menos en esta parte del mundo. Y, sin embargo, leo y escucho apesadumbr­ada las opiniones de mi alumnado: “el feminismo no es más que un movimiento radicaliza­do y politizado”, “habría que evitar los actos vandálicos en las múltiples manifestac­iones feministas”, “el gobierno da millones de euros al feminismo y solo se nota en las pancartas de los edificios públicos”…. Gente joven que se siente agredida al entrar en centros públicos y ver cartelería sobre estos temas, que al hablar del 25 N piensan antes en las denuncias falsas que en las verdaderas…

¿Qué se está haciendo mal? Está claro que el mensaje ni llega y ni cumple su objetivo, sino que por el camino se tergiversa y pervierte. Sé que esta batalla se libra en las redes sociales y sé que los hombres y mujeres que defendemos de buena fe la igualdad de derechos y aborrecemo­s la violencia de cualquier tipo no estamos cómodos con esta situación. No sé si el mensaje tiene un tono excesivame­nte violento o si no se explica bien, pero algo hay que hacer para que no se banalice la cifra de 37 asesinatos durante 2022 en España; para que se entienda que sí, hay denuncias falsas que hay que evitar, pero representa­n solo un 0,069% del total; que no es una lucha de sexos ni se pretende el hembrismo.

No conozco la solución, pero quizás dejar de politizar unos derechos que deberían ser universale­s ayudaría.

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