PATRIMONIO Y MEDIO AMBIENTE
gran canal para encauzar el tramo final y salvar los numerosos meandros y bancos de arena que hacían imposible la navegación f luvial.
El objetivo de aquella obra, documentada en el Archivo Histórico Municipal y en otros, fue facilitar el transporte de mercancías y productos agrícolas desde las zonas de Jerez y El Portal, para darles salida hacia los puertos de la Bahía y favorecer los intercambios y negocios con América, con la consiguiente ventaja económica para El Puerto de Santa María.
Paralelamente, se cegó de manera definitiva el brazo del río San Pedro que estaba activo, transformándose el Guadalete en el caudaloso río que exigían los nuevos tiempos, en los que la actividad comercial era cada vez mayor.
Para conmemorar el tricentenario de esta ambiciosa obra, que los antiguos marineros llegaron a bautizar como ‘La Calle Larga’, Ecologistas en Acción, con Juan
Clavero como coordinador, y la Asociación Betilo de Defensa del Patrimonio Histórico, presidida por Fernando Jiménez, han organizado unas visitas al lugar donde se construyó el canal que cambió la historia y que hizo recuperar su vitalidad al antiguo ‘río del olvido’.
La visita guiada fue conducida, los sábados 12 y 26 de este mes, por el investigador Enrique Pérez Fernández, conocedor aventajado de la geografía y la historia de la provincia, que acaba de publicar en la revista sanluqueña Gárgoris un estudio sobre uno de los canales de los que hablaba el geógrafo griego Estrabón.
La jornada para conmemorar el nacimiento del Guadalete moderno comenzó en la venta El Pollo, en El Portal. Allí, se hizo entrega a los asistentes de fotocopias de mapas y planos antiguos explicativos del gran proyecto, recordando los cambios realizados por el ser humano en el curso del río, entre ellos el de 1648, cuando Jerez unió por su cuenta y riesgo la madre vieja del Guadalete con el cauce del San Pedro.
Posteriormente, los asistentes, repartidos en varios vehículos, se trasladaron al arranque del camino que une la carretera de Bolaños con la salina de La Tapa, donde el historiador contextualizó la importancia de estos campos en época romana, cuando fueron propiedad de los Pusio gaditanos, familiares de los Balbo.
Con un espléndido sol otoñal, y las salinas de Cetina y Santa María en el horizonte, los participantes llegaron al tramo del Guadalete donde se distinguen a la perfección los 3.800 metros de ‘La Calle Larga’. Tras bajar a la ribera, pudieron contemplar la ‘corta’ que se hizo en el río San Pedro para inundar el inmenso canal, con una represa de piedras y estacas, de la que af loran aún algunos restos visibles.