Caja Rural del Sur recibe la licencia para operar en Portugal y seguir su expansión
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EL perro es el mejor amigo del hombre, decimos quienes tenemos o hemos tenido uno, y nótese que, si ponemos Hombre con mayúsculas en ese dicho, o sea, nos referimos a toda la humanidad, la afirmación no elimina la posibilidad de que tu mejor amigo o amiga sea en realidad una persona, o sea, una amistad con otra gente, o dicho con prosopopeya, dentro de una dimensión antropocéntrica: tu hermana, el amigo ese amigo de la infancia al que canta tu propio padre, la eterna media naranja o aquel otro amigo en la que todo amor se resume. Amigo, amor, amada: las palabras que expresan la belleza de las relaciones tienen la misma raíz, no sólo etimológica. En otro nivel –habrá quien piense que el nivel superior– amamos a nuestros perros y gatos, aunque éstos últimos no sepan de fidelidad ni de defensa ni mucho menos de incondicionalidad.
Usted no se ha confundido; en efecto, esta pieza va en Economía y no en Mascotas... una sección que seguramente ya se cuenta entre las de algunos periódicos generalistas, es decir, sin que sus cabeceras sean, un poner, Pasión Canina o Veterinaria Urbana. Sí, urbana, porque la inmensa mayoría de los perros y no digamos gatos no viven ya en el llamado mundo rural, sino en las ciudades y las grandes conurbaciones (por cierto, he pasado unos días –gloriosos– en Cádiz y es bien visible que entre quienes pasean a sus perros se ha generalizado no sólo la recogida de sus excrementos, sino también el chorreón desinfectante sobre sus meadas; urbanidad que en otras localidades y pueblos brilla por su ausencia, o mejor dicho, por su omnipresencia de chorreones mugrientos con pedigrí y otras afrentas vecinales más sólidas). Valga este bosquejo sociológico sin grandes pretensiones para recordar una noticia que recién pulula por los